Esta semana les van a contar que hay que reciclar, que hay que bajar las emisiones de CO2, que debemos dejar de comer carne y pescado, que hay que comprar coches que no contaminen, que hay que subir los impuestos con tasas ecológicas y todo lo que se les ocurra por el camino para evitar el calentamiento global, pero no les dirán que en realidad todo es culpa de un sistema depredador conocido como capitalismo. Mientras les intenta concienciar individualmente, casi causándoles un trauma por lo mal que hacen las cosas y todo lo que contaminan, esconderán que todo es producto del sistema económico global. Y no lo harán porque las fiestas que montan, como la organizada en España, están financiadas al fin y al cabo por los mismos que potencian el sistema depredador.
Mañana empieza en Madrid la #COP25, una reunión decisiva para elevar la ambición en la lucha global contra la emergencia climática.
Por responsabilidad con las generaciones presentes y futuras. La acción sobre el cambio climático no puede esperar.
¡ #YA es #TiempoDeActuar 🌍! pic.twitter.com/lGmQY6Uzvq
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) December 1, 2019
La celebración de la COP25 es, sin duda, una buena noticia para el país y un símbolo de la implicación del presidente en funciones Pedro Sánchez. Son necesarias estas celebraciones para concienciar a las personas que su forma de consumir provoca desequilibrios climáticos y ecosistémicos, pero no se dejen engañar porque la forma de producción es más nociva. Por mucho que reciclen en bolsas distintas y lleven bolsas de tela el problema persistirá. No hay que negar el calentamiento global, ni las emisiones de CO2, pero hay que señalar al culpable que no es otro que el sistema capitalista. Ninguno de los presentes, salvo raras excepciones, dirán que hay que dejar de producir de la forma en que se está haciendo porque al final lo que se acaba ocultando es una lucha entre potencias económicas detrás de todo. En Europa, sin duda, se está plenamente concienciado y se tiene conciencia ecológica. Empresas que intentan contaminar menos y con menor gasto de energía, pero empresas capitalistas que al final requieren de productos que se fabrican en otros lugares a los que se ha desplazado la contaminación para ser ecofriendly que se suele decir. Sólo hay que ver la posición del PP madrileño, por ejemplo, con Madrid Central y se percibirá que manda primero el dinero y luego la salud del ecosistema (donde el ser humano no deja de ser una parte).
Estos días verán que se acusa a Rusia, China, la India y EEUU por ser los países más contaminantes, lo que no se reconocerá es que parte de esas mercancías tienen un origen financiero europeo/estadounidense, son fábricas deslocalizadas o son parte del sistema de reproducción capitalista. Se acusa a los países, especialmente en tiempos de batalla económica por el poder imperial, porque acusar a Apple, Hewlett Packard, Microsoft, Volkswagen o Samsung, por ejemplo, no es políticamente correcto según el patrón de la ideología dominante. Y no es que China contamine más porque son unos dejados y no tienen conciencia del cambio climático, sino porque allí está el 90% de la producción de esos móviles que a usted le obligan a cambiar de cuando en cuando. Bien sea porque se fabrican con fecha de caducidad, bien porque le engatusan mediante la publicidad de todo tipo para ello. No puede comer usted carne pero es fashion porque tiene un iPhoneX. Una lógica que potencia cierto tipo de consumo que es la clave de la reproducción del propio sistema. Explotado pero con enorme cantidad de fetiches a elegir para dotarse de una falsa libertad.
Es el sistema general de dominación y reproducción el que se encuentra detrás de lo que viene sucediendo en el ecosistema. Tampoco dirán en la cumbre que la industria más contaminante es la que tiene que ver con internet. Móviles, ordenadores, mantenimiento de servidores, prensa digital, youtube y demás Apps que se utilizan contaminan más que las pobres vacas que, parece, cagan demasiado. Pero en la cumbre, los ecocapitalistas les intentarán vender que coman menos carne para ser más ecológicos, pero eso sí cuéntenlo en Twitter, que al ser digital parece no nocivo. Si puede después de gastar más del 50% de su salario en la vivienda, gaste el 30% en un coche eléctrico porque como la energía ni se crea ni se destruye, tan sólo se transforma, pareciera que producir la electricidad y las baterías de litio es casi gratis. Y no. Para producir y mantener esas baterías hay que esquilmar países y ecosistemas. Esto se lo esconderán posiblemente. Así como, si ustedes hacen cálculos, tras gastar el 80% en pagar casa y coche, van a vivir con el 20% restante. Producción y reproducción sistémica unidas para hacerles ver que el sistema es bueno, que los malos son otros (y si son comunistas le da más dramatismo) o ustedes que no saben consumir (pero no dejen de hacerlo) y que todo se puede cambiar sin tocar la base económica.
Los ecocapitalistas esta semana venderán su buena nueva de consumo ecológico sin contarles todas las contradicciones. Vienen con su nueva biblia y aquellos que responden en contra o ponen pegas son los nuevos herejes que quieren que el mundo se extinga. Visto cómo va el mundo igual no es mala idea que se extinga, pero, más allá de lo irónico, hay una realidad que es la siguiente: más o menos ecológica la forma de producción, lo que está matando al mundo es el propio sistema. Por muy ecológico que sea, el capitalismo se basa en la acumulación de riquezas mediante la producción, circulación y venta de mercancías (materiales o humanas). Y como el capitalismo va depredando y extendiéndose hasta el último confín del mundo, seguirá habiendo peligro ecológico. Y el peligro social que no advierten los ecocapitalistas, la exclusión de cada vez una mayor parte de la población que no podrá adquirir esos fetiches ecológicos. No sólo habrá pobres excluidos por no tener capacidad de entrar en el ciclo de producción y reproducción, sino que habrá pobres ecológicos que no podrán adquirir los fetiches-mercancías. Y en todos los casos apunta a que serán las mismas personas, las pertenecientes a la clase trabajadora. O ¿es que piensan que la comida vegana es más barata o que hay catamaranes para que viaje todo el mundo? Cuando se hable de Greta Thunberg en estas páginas verán lo reaccionario de algunas propuestas.
Un sistema que es depredador en sí mismo no puede ser ecológico jamás. No es cuestión, como hacen algunos, de culpar a los consumidores sino a los productores. ¿Desde cuándo han comenzado a comer papaya en Albacete? ¿Desde cuándo no se produce una simple camisa en Europa? No es culpa de las personas el aumento del crimen ecológico que se está perpetrando sino del sistema capitalista que ha colonizado el mundo con sus fetiches y sus fábricas. ¿Por qué creen que los partidos de derechas son, en cierto modo, negacionistas del cambio climático? Porque son conscientes que detrás de todo está el capitalismo. Por eso hablan de libertad de acción como antagonismo del ecologismo, porque lo que defienden es la libertad del empresario para saquear el planeta. Se llame Apple o se llame Zara, todas las empresas multinacionales, los intermediarios y los grupos que financian todo eso son los culpables más allá de buenos hábitos de consumo. ¿Qué es menos ecológico, comerse un filete o tener en la casa un césped que ni el Camp Nou? Los ecocapitalistas les dirán que lo primero. Por eso, dentro del apoyo necesario a la lucha contra el cambio climático, guárdense de muchos de los discursos que escucharán, especialmente si les señalan a ustedes como consumidores.
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