Tras la ruptura de los siete sellos, el toque de las siete trompetas y la libación de las siete copas (si quieren conocer el significado simbólico lean el Apocalipsis) que parece traer consigo el Gobierno de Coalición de las izquierdas, o así lo vienen vendiendo desde la caverna mediática y los partidos de la (ultra)derecha, nada mejor que comenzar con políticas sociales. La primera medida a tomar será baja el IVA, incluso la gratuidad debería ser estudiada, de la vaselina que tanto reclaman en las huestes diestras. Todo lo que haga el Gobierno no sólo estará mal sino que forzará a los españoles y muy españoles a utilizar grandes cantidades de vaselina para pasar las políticas públicas. Así lo dijo Emiliano García-Page y así lo han recordado Pablo Casado e Inés Arrimadas. Vaselina gratuita para todas aquellas personas que demuestren ser de derechas o cercanas como algún que otro “varón-dandy” del PSOE.
España acabará desapareciendo y por eso reza la élite eclesiástica, esa misma para la que el lujo y la ostentación sólo es pecaminoso para los feligreses, a la cual lo de la vaselina no le alcanzará porque ellos ya tienen el cielo ganado y deberán sufrir en la tierra lo que haga falta. Hasta no sería de extrañar la canonización de la Conferencia Episcopal por mártires de la democracia. El primer caso sin duda de martirio porque se respeta la voluntad popular, aunque todavía han sido incapaces de explicar qué unión existe entre la nación española y dios ya que todas las naciones son hijas de dios por igual, o al menos eso es lo apostólico de la religión católica. La realidad es que defienden sus intereses, no espirituales, sino económicos y de capacidad de adoctrinamiento en favor de la clase dominante. “Aguantar para ganarse el cielo aunque se lleve una vida miserable” vienen a decir en sus rezos, pero ellos no se privan de nada de lo material. Aunque ya que piden a los demás aguante que se apliquen el cuento y comiencen a entender que la soberanía popular española está por encima de sus necesidades materiales, las espirituales las pueden ejercer de igual manera sin dinero siguiendo los pasos de su maestro.
Junto a la vaselina habría que pedir también una bajada o gratuidad de las cremas hidratantes para la caverna mediática pues parecen tener la piel muy fina aunque la del rostro sea muy dura. Cuando gobiernan los que quieren sus jefes, pues desde el director hasta el último plumilla tienen jefes económicos, todo es factible, posible y positivo. Cuando no lo hacen la piel se les irrita y donde antes había respeto a la democracia, ahora hay negación de la misma y aparece el clasismo. Cuando no gobiernan las derechas comienzan a blandir títulos y tecnocracias frente a las gentes de izquierdas. Si éstas tienen títulos, son regalados o de menor valor. Si no los tienen se esgrime una muy aristocrática visión de que deben ser las personas que los poseen quienes gobiernen. Es paradójico que toda la derecha intelectual no para de hablar de la sociedad abierta de Karl Popper y se olvidan que esa misma apertura estaba basada en una crítica muy dura al platonismo idealista, aristocrático y tecnocrático. Aducen contra la izquierda lo mismo por lo que dicen luchar en contra, la igualdad de todos frente a la ley y la libertad para construirse como ser humano (lo que incluye la participación política). Títulos que son deméritos si los portan las izquierdas pero que se vuelven lo más valioso del orbe mundial si los portan las derechas. De hecho escriben los titulares manipuladores y las columnas de opinión escandalosas porque piensan que en la izquierda son estúpidos y carecen de formación. Y parece que no porque, incluso, sin estudios las gentes de izquierdas tienden a formarse dentro de sus capacidades y tiempo bastante más que las de derechas que se creen sabidas desde nacimiento. Al fin y al cabo piensan que el poder (político) es suyo porque sí. Por ello crema hidratante para esas pieles finas de la caverna mediática.
Es en estos momentos de cambio de ciclo político cuando las personas se percatan de lo poco avanzadas que están las personas de derechas con poder (sea mediático, político o económico). Afirman viajar mucho pero las anteojeras reaccionarias parece que no se les caen. En España la burguesía jamás tuvo la valentía de apoyar las revoluciones de la pequeña burguesía como sí hizo en otros países. En Francia, no siendo el sujeto de cambio, sí controló y condujo a las masas hacia una revolución que les resultase beneficiosa. Por eso en el país vecino Françoise Mitterrand y George Marchais, primero, y Lionel Jospin y Robert Hue, después, pudieron establecer gobiernos de coalición entre socialdemócratas y comunistas sin que se acabase el mundo, ni pasase nada malo, salvo el clásico temor de cualquier burguesía en cualquier país del mundo a que le rocen sus privilegios. Aquí, al contrario que en Francia, la burguesía siempre ha actuado en un sentido reaccionario porque no han innovado sino que han copiado y traficado con las vidas de las personas para su beneficio máximo. Escondidos tras las sotanas o el espadón (monárquico o dictatorial) han utilizado los aparatos del Estado en su favor como en ningún otro país occidental, no sólo en lo represivo sino también en lo reproductivo. En otros países, sin dejar de estar inserta la clase dominante en el Estado, al menos han sabido contemporizar y aceptar los principios democráticos mínimos. No es que no hayan utilizado su prensa contra ese tipo de Gobiernos, que lo han hecho y lo hacen, pero siempre han sabido parar antes de llevar al país al odio y el enfrentamiento. Aquí lo alientan desde los consejos de administración para que sus brazos mediáticos enrarezcan el ambiente contra aquellos que intentan gobernar en beneficio de todas y todos.
Fue la burguesía la que permitió el fascismo, porque no les tocaron sus privilegios y les servía como antídoto contra los movimientos de la clase trabajadora, como en el siglo XIX utilizaron el bonapartismo para domeñar a las masas y los deseos de una sociedad más igualitaria. Pero también esa burguesía supo entender que cierta cantidad de democracia les venía bien para aumentar sus riquezas. Ahora, con un mundo en plena ebullición y unas masas completamente idiotizadas por la vida en red, que conlleva un alto grado de individualismo, vuelven a los tics autoritarios pero lo intentan en Occidente bajo parámetros democráticos-espectaculares (“Manipula que algo queda” debería ser su lema), algo que la burguesía española ni se molesta en activar. Directamente apoyan la algarabía y el enfrentamiento entre las personas porque no conocen la decencia, ni los valores democráticos. La clase política de derechas no es ni más ni menos que el reflejo de la clase dominante española: clasista, reaccionaria y autoritaria. Una cosa es influir en las políticas públicas para obtener beneficios y otra bien distinta es influir sobre los cuerpos y mentes de la población para “esclavizarlos”. La burguesía española y, por tanto, su clase política no quiere ciudadanos sino masas cretinizadas que se agarren a una bandera mientras sus vidas pasan por la biopolítica neoliberal perdiendo hasta la salud (la cual no podrán recuperar porque les han privatizado el servicio). La burguesía española, desde hace años, no mira nunca a Europa, salvo para sacar tajada, sino hacia el Imperio estadounidense y eso se nota en la vida política pues intentan meter con fórceps cuestiones ajenas a la tradición occidental, cuando paradójicamente dicen sus tribunos que defienden la tradición.
De todo ello es evidente que la bajada del IVA de la vaselina para uso de la clase dominante y sus brazos políticos y mediáticos será una medida de carácter social. El Gobierno de Coalición será atacado por tierra, mar y aire hasta que se den cuenta de que no pasa nada, de que como en el resto de Europa la democracia liberal tiene altibajos para los intereses de la clase dominante. Tampoco sería de extrañar que en esta disputa contra lo político, fracciones de las burguesías europeas se lanzasen al apoyo del Gobierno para quitar poder y dinero a la burguesía española. No sería la primera vez, ni la última en que la burguesía utiliza al Estado para las batallas entre sus fracciones. De hecho, ya hay lobbies extranjeros que se manejan perfectamente dentro de España (véase Soros y sus amigos) y no temen enfrentarse a los patrios. Igual hasta tienen intereses en los fabricantes de vaselina y ven como aumentan sus beneficios a costa de la derecha española.