Salvajismo “Dícese del modo de ser o de obrar propio de animales o personas salvajes”. Uno de los sinónimos del concepto es barbarie por lo que, sin recurrir al luxemburguista eslogan “socialismo o barbarie”, el cual no encajaría, se puede decir que la derecha española, da igual mediática que política, se sitúa en el estado de barbarie o de salvajismo. Un estado cercano al estado de naturaleza filosófico que en términos de Thomas Hobbes sería el estado de todo contra todos, sin reglas y lleno de antagonismos que sólo la fuerza o la muerte pueden cancelar… de momento. No están en el estado de naturaleza bien porque existe un Estado de derecho que lo que impide, bien porque no es una lucha de todos contra todos, sino una lucha por esconder las propias miserias políticas e intelectuales. Una lucha al ver que, pese a que la ideología dominante campa a sus anchas, en la división política de aquella no logran vencer a la opinión pública hacia sus postulados. O lo que es lo mismo, recurren al salvajismo porque carecen de las competencias y los argumentos necesarios para captar la atención del gran público.
Piensan que las masas son amorfas y están lo suficientemente cretinizadas, así es como ven a la ciudadanía desde la derecha, para entrar en la disputa salvaje, en la pelea del “y tú más” o en el combate por ver quién la suelta más gorda sin argumentar y sin debatir. Se dicen demócratas y liberales pero reniegan en sí de los fundamentos mismos de la democracia liberal como son el intercambio de opiniones, el debate racional y la búsqueda del bien común (sea lo que esto signifique para cada uno). Justo antes de ayer fallecía uno de los columnistas de derechas que siempre aportaba argumentos, que siempre estaba dispuesto a debatir, que siendo de derechas tenía la duda de que igual el otro (o la otra) podía tener razón en todo o en algo. Pero ya no queda gente como David Gistau en la derecha mediática o política. Sólo hay salvajes que hacen del salvajismo un modus vivendi como Arcadi Espada, capaz de afirmar que las muertes por violencia machista de diez mujeres en enero ha sido una casualidad estadística. Casualidad estadística es que hubiese caído una maceta en la frondosa y teñida cabeza del columnista, pero afirmar lo que ha afirmado es salvajismo y algo muy lejano al liberalismo.
¿Por qué recurrir al salvajismo más allá de que piensen que la ciudadanía es una masa amorfa y cretinizada? En el caso de Pablo Casado es para evitar que las personas lleguen a oler el putrefacto hedor que desprende su partido, del que hemos sabido en las últimas fechas que había desviado fondos presupuestarios para pagar los gastos de la “policía patriótica” de las cloacas que montaron a fin de acabar con los oponentes políticos. Esto que en cualquier país de mundo acabaría con el partido, bien por la salida masiva de las personas que se consideran honradas y éticas, bien porque la Justicia habría intervenido en la erradicación del mal mediante la suspensión de los derechos políticos a la organización. Al tener una Justicia de parte y partido no se produce la segunda cuestión y respecto a la primera parece que no hay personas éticas en el PP, así que para evitar que se llegue a oler la putrefacción y se percaten las personas de los manejos del aparato estatal en favor de unos pocos, recurre al salvajismo. Venezuela a todas horas como un escándalo donde lo más grave, según parece, es que el ministro José Luis Ábalos habría mentido sobre una reunión de Estado, y por tanto con cierta reserva de comunicación. Claro que se asombran de la mentira quienes llevan mintiendo toda su vida en lo personal (el famoso máster en “Hardvaravaca” con foto incluida de Santiago de Compostela) y lo político.
Asalvajados también están en el reducto neofascista de Vox. En este caso hay algo de natural en el mismo. Se entiende que nacieron así y/o fueron socializados en salvajismos varios. Al ser el grupo que desearía que toda España viviese en la barbarie continuamente recurren a las ocurrencias más disparatadas para llamar la atención, mientras en la acción política trabajan en la destrucción de todo lo social y de las estructuras estatales que no sirvan para la represión. Algo que apoyan los medios de comunicación (que igual deberían preguntarse si con un Estado mínimo les subvencionarían con la cantidad de millones actuales) y por los demás bárbaros de la derecha. A este tipo de salvajes no hay mejor fórmula que aplicarles lo legal-punitivo, el internamiento o la exclusión política. Mas hay que tener valentía para hacerlo porque, en algún caso, pareciera que desde otras posiciones más racionales deseasen tener a los salvajes como cortina de humo. Algo así como “no critiquéis porque vienen los malos”. Y ¡cómo no! Salvajismo en la derecha independentista que, al igual que la españolista piensa que las masas catalanas no se enteran de nada y pueden ser manipuladas a su antojo, sigue insistiendo en caer en la barbarie negando la realidad de la imposibilidad de procés. Aunque para ello tengan que acudir a frases estentóreas y performances diversas a fin de ocultar su miseria de procés.
Y ¿qué decir de la prensa de derechas? En los medios escritos es sorprendente lo que hay que leer. La mendacidad con la que se publican ciertas noticias y columnas. Lo curioso es que, mientras para hablar el cerebro puede no ser un freno racional (una vez metidos en la bronca cualquier cosa se puede decir), para publicar algo existe un proceso de maduración de las ideas, de racionalización del mensaje a transmitir y/o reflexión sobre lo que se quiere decir. Al parecer, en los medios de derechas, priman las personas que escriben como hablan, sin pensar, sin utilizar la razón. Si los observase René Descartes pensaría que no existen porque ni dudan, ni por lo tanto piensan. O igual es que tienen uno de esos artilugios informáticos a los que se habla y copia lo que se dice. Nunca una prensa, que se autocalifica de seria, había tenido columnistas más soeces y más incapacitados para ofrecer reflexiones. El tema da para otro artículo pero hay que preguntarse ¿por qué los medios de comunicación que tanto proclaman ser garantes de la democracia actúan justo en contra de los principios fundamentales de la democracia liberal? La única respuesta plausible en este caso es porque realmente no son demócratas. Y esta es su miseria oculta.
[…] Salvajismo en la derecha para ocultar sus miserias políticas […]
[…] Hablando de González es bueno recordar que si él tuvo en Alfonso Guerra a su escudero de batallas profundas, ahora es Sánchez quien ha encontrado ese tipo de figura en Iglesias. La confianza que se ha generado y el grado de unión política activa que tienen parece un remedo de aquella. En plan postmoderno eso sí. Hasta la fecha las huestes de Podemos en redes sociales y en la misma calle están defendiendo con virulencia incluso las políticas del Gobierno. Pese a que algunas se hayan quedado cortísimas respecto a lo prometido. Juan Carlos Monedero hablaba de “comerse sapos en el Gobierno”, otros de “cabalgar contradicciones”, pero la realidad es que la coordinación entre presidente y vicepresidente segundo es total. Tanto que la figura de Carmen Calvo se va diluyendo a un ritmo asombroso. Ha quedado para la gestión administrativa del Gobierno mientras que son Sánchez e Iglesias quienes trabajan todos los aspectos discursivos. Tanto como para cambiar hasta las formas de responder a la oposición. Si se han percatado, la respuesta del miércoles de Sánchez a la oposición, recordándole a Javier Maroto que comparte residencia con una asociación de fomento de la cría del búfalo, es muy podemita. Muy guerrista también. Como lo fue la respuesta de José Luis Ábalos recordando al PP que mintieron en el 11-M o en el Yak-42. En otros tiempos habrían balbuceado una respuesta más cómoda, más soft, más blandita. Ahora se le devuelve la medicina a la oposición asalvajada. […]