¡Albricias! ¡Nos anuncian desde la Zarzuela que “el preparao” saldrá a dar un discurso a la nación española! Pues la realidad es que llega bastante tarde para dar ánimos por el encierro al que está sometido buena parte de la población por la pandemia que azota el país. Si tenía intención de decir algo con sustancia lo podría haber hecho el viernes o el sábado, después de las palabras del presidente del Gobierno. Porque en todo esto siempre se actúa después de los legítimos representantes del pueblo y no de la transmisión sanguínea. Había un problema en todo ello, las comisiones sustraídas por su padre el emérito Juan Carlos de Borbón, quien siguió la lógica de su antepasado: “El Estado soy yo”. Y la hucha también añadió. Tantos años tapando las borbonadas, los hurtos, las amantes y demás desvaríos, incluyendo extensos libros de muy celebrados catedráticos ad maiorem regis gloriam (¿Algo qué decir Charles T. Powell, Paul Preston o Laurence Debray?), hacen que el escándalo sea aún mayor.
Porque Felipe de Borbón no va a hablar de su papá, ni de los dineros legados a sus hijas, ni sobre el porqué sacar un comunicado tan tarde cuando sabía desde hace un año que existían esos dineros puestos a su nombre. No. De hecho sobre lo que hable poco o nada va a importar cuando sobre la monarquía española aparece la sombra de la guillotina. Esa que están intentando borrar todos los cortesanos de la política como si el sistema dependiese de tener un monarca, cuando llegada la hora de la verdad (como sucede con la pandemia actual) se ve perfectamente que sobran. Lo que hoy se va a perpetrar es un lavado de imagen porque para decir “españoles la situación es muy dura pero como siempre ha pasado lo sacaremos adelante” y memeces por el estilo bien se puede quedar en su casa (esa que pagamos todos y todas). El pueblo, porque los monarcas piensan en términos de rey y pueblo, nunca de ciudadanía, ya no traga con esos artificios históricos. Los primeros que inventaron la política espectáculo, el juego de máscaras político, el engaño perpetuo sobre la soberanía fueron los monarcas. Inventaron que tenía poderes taumatúrgicos; que su poder provenía de la voluntad divina; que su unión con la ideología dominante del momento (el cristianismo) era un designio de los cielos; que gracias a su existencia salía más barato que tener un presidente de la república; o que los golpes de Estado eran parados por la capacidad de un ser especial (ocultando que quien estaba detrás de aquello era esa misma persona). Todo con tal de mantener la monarquía que no es otra cosa que la vida privilegiada de una familia por una legitimación genética.
Tendría sentido si tras reunirse con Pedro Sánchez y el gabinete de crisis saliese ante la ciudadanía española y dijese que su padre ha sido un pirata como los amigos de Mónaco. Porque renunciar a la monarquía eso jamás lo hará, salvo que le pase como a su bisabuelo que, preso del pánico y el miedo, salió huyendo de España cuando las candidaturas republicanas ganaron unas elecciones municipales. Tenía buenos dineros en el extranjero como los tiene el actual jefe del Estado. Podría explicar que eso de renunciar a la herencia es mentira hasta que su padre fallezca. Podría explicar por qué ha utilizado un momento como el actual para lanzar un comunicado y esconderse cual comadreja asustada. Podría explicar tantas cosas y renunciar a la corona que cualquier otra intervención no tiene ningún sentido porque llega tarde a todos los efectos. No es persona que tenga la auctoritas suficiente para dar ánimos al resto de los españoles cuando él bien que ha disfrutado de los desvíos de fondos de su padre.
Tarde y mal será la intervención. La cual, como se ha dicho, huele a artificio para salvaguardar, perdonen la expresión, su culo y seguir en el momio. Huele a intento de desviar la atención de una familia Borbón que jamás ha destacado por favorecer al pueblo y sí, empero, aprovecharse de él para hacer fortuna. Ya fuese la venta de esclavos, ya fuesen las comisiones que pedía Manuel Prado y Colón de Carvajal en favor de su padre. Esas que en algunas ocasiones intentaban que excediesen el 20% de total de la obra o el negocio logrado. Todos los presidentes del Gobierno tragaron con esos negocios de extracción de riqueza de la clase trabajadora española, e igual va llegando la hora de que el actual diga ¡hasta aquí! No lo hará porque la borbonada tiene buenas conexiones en el establishment global, esos que llevan mandando años y a los que han hecho muchísimos favores (desde privatizar empresas públicas hasta aperturas de mercados en ciertos países). La realidad es que la población española prefiere que les expliquen otras cosas y que se guarde sus discursos melifluos para su propia familia… a poder ser en el exilio.