Da igual que usted vote a azules, rojos, morados o al moco verde. Da igual que unos y otras digan y hablen sobre las mil maravillas que piensan hacer. Da igual que los aviones lleguen o que los reactivos sean de los chungos porque una empresa alemana (que parecía prestigiosa) no haya hecho su trabajo de calidad adecuadamente. Da igual que ese o aquel hayan pillado la infección del coronavirus. Todo, todo da igual. Salvo una gran realidad, esto, lo que está pasando, la crisis sanitaria, lo está sacando adelante la clase trabajadora. Ante una clase política que se ha criado en las burocracias partidistas, que sólo entienden la política como espectáculo con sus frases rimbombantes, sus eslóganes, sus performances, sus idolatrías carentes de ideología alguna, al final es la clase trabajadora la que está tirando del carro. Da igual a quién vote usted. Tiene para elegir meteduras de pata en todos los partidos. Tiene para elegir errores y algunos aciertos. Tiene para elegir lo que se encargan de decir unos medios de comunicación manipulados y manipuladores. Pero que no le engañen, esto sólo lo están superando las personas de la clase trabajadora.
Sanitarios de todo rango y opinión que no son héroes ni heroínas sino simples trabajadores del ámbito sanitario y que están sacando ganas y esfuerzos, en muchas ocasiones, de donde no hay por salvar vidas en las condiciones menos esperadas y deseadas. Casi sin protección ante la magnitud de la pandemia que se está viviendo, hacen de la profesión sanitaria una virtud. No se esconde casi nadie, desde la última auxiliar pasando por médicos, celadores o limpiadores de centros sanitarios. Y si caen enfermos y enfermas es por falta de recursos. Esos mismos que se entregaron al gran capital para salvar sus cuentas de resultados en ese capitalismo fantasmagórico que existe en la actualidad. Falta de recursos porque desde Alemania y Francia decidieron que los países del sur no podían competir industrialmente con ellos y provocaron no sólo la deslocalización de las fábricas sino la destrucción de empresas (algunas estatales). La clase trabajadora de la sanidad no está haciendo un ejercicio de heroísmo sino que cumplen con su labor social por encima de los dimes y diretes de la política espectáculo.
Como hacen los transportistas, las panaderas, los taxistas, las cajeras y reponedoras de supermercados, las personas que están en el campo partiéndose el lomo para que no haya desabastecimiento (mientras los intermediarios están subiendo los precios sin que desde Consumo se frene esa situación), las personas que están teletrabajando en sus casas con el miedo al día siguiente y poniendo unos medios de producción que los empresarios no piensan pagar y así hasta las personas que se están quedando en las casas en confinamiento sufriendo lo indecible… por no hablar de todos esos millones de personas que están en la calle por ERTEs o EREs. Da igual a quien voten, o si tienen mentalidad de clase media o incluso son de la pequeña burguesía, el capitalismo está mostrando que no entiende de clases salvo una, la clase dominante. El resto es prescindible, reordenable y, como dicen algún dirigentes políticos (de EEUU, Holanda, Alemania, etc.) puede morir en favor del resto de la población. Que no tengan conciencia de clase y se dejen llevar por el fetichismo del capitalismo no quiere decir que esta pandemia no muestre bien a las claras que son simplemente trabajadores o dependientes de esa clase trabajadora. Y para más inri les meten en vagones de tren, metro o en autobuses llenos sin protección de algún tipo. Una muestra más de lo prescindibles que son las personas de la clase tarbajadora.
Es la solidaridad entre la clase trabajadora la que provoca que gentes estén haciendo protectores con sus impresoras 3-D; que se agrupen mujeres a hacer mascarillas; que trabajadores y trabajadoras junten dinero para llevar comida a los trabajadores de los hospitales; que los taxistas lleven gratis al personal sanitario a sus centros de trabajo (o en sentido contrario a sus casas a las tantas de la noche); que a las personas mayores se les lleven medicinas o comida para protegerlas… Todo lo bueno que se está viendo en estos días es producto de la solidaridad de la clase trabajadora. Lo demás es más publicidad e intento de ocultar la mano que mece la cuna. La solidaridad de clase resurge, pese a toda la pestilente publicidad que todos los días utilizan en su contra, en los momentos críticos, en los cambios de época, en esos tiempos en los que la historia nos mostraba que la clase trabajadora unida era mucho más fuerte que los monstruos que la acechaban. También hubo una época en que ante situaciones parecidas surgían líderes de distinto pelaje. Hoy no hay de eso porque la política espectáculo y del marketing ha arrasado con lo que había de verdad. Para lo bueno (evitar ciertos totalitarismos) y para lo malo (caer en brazos del populismo capitalista punitivo).
Esto no lo están salvando todos esos personajes que aparecen por televisión. Da igual si son todólogos, políticos o empresarios. Hacen donaciones mientras mandan al paro (dicen que temporalmente) a millones de personas. Desde el que pensaba que era más por ser un trabajador de cuello blanco hasta la última mujer que limpia el despacho del jefe de compras, todos están saliendo por la puerta y afrontando que no son más que asalariados a ojos vista de los tenedores de los medios de producción. Pues bien, toda esa gente es la que saca esto adelante. Evidentemente con los que están en el tajo todos los días en primer lugar de esfuerzo. En cuanto han venido mal dadas la clase dominante se ha escondido, ha quitado el dinero de encima de la mesa y aprieta para que, sin importar los que caigan, se resguarden sus intereses. Ni las banderas, por muy a media asta que las pongan, salvan España; ni los discursos más patrióticos sanan a los enfermos; ni la propaganda política mantiene España en pie. Sólo la clase trabajadora está sacando esto adelante, que no les engañen. Ni ahora, ni cuando esto termine. Habrá unos que tendrán más o menos responsabilidades, pero sin la clase trabajadora esto sería un desastre. A ver si algunos y algunas toman conciencia para el futuro.