Como si todo se tratase de un mal sueño, en estos tiempos de reclusión por el coronavirus, los poderes fácticos y sus edecanes mediáticos y políticos siguen trabajando detrás del cortinaje del teatro político con la única intención de que sus intereses no se vean perjudicados. Por ello nada mejor que utilizar su potencia para controlar la acción de gobierno del presidente Pedro Sánchez desde un muy amplio espectro de posiciones de poder. Intento que en algunos casos surte sus frutos, como la vuelta al trabajo de las industrias no esenciales y la campaña en medios de comunicación para defenestrar al Gobierno que ya se contó en exclusiva en estas mismas páginas. En ello convergen dos actores muy relacionados con la fracción financiera una y con la debilitada fuerza imperial otro. Ana Botín (presidenta del banco de Santander) y José María Aznar (cabeza visible de numerosos lobbies estadounidenses y ex-presidente del Gobierno) juntos y no se sabe si revueltos coinciden en defender los intereses de la clase dominante desde dos flancos de la lucha distintos: el económico y el político-mediático.
Desde su retiro cobarde en Marbella, Aznar dirige y controla lo que le conviene a sus intereses en el plano político. Basta con una llamada al director de medio de comunicación amigo para que se cambie una portada o la orientación sobre lo que hay que incidir. Por suerte la mayoría de medios de comunicación de derechas son palmeros suyos y obedecen sin rechistar pues siempre hay pingües beneficios que obtener en forma de publicidad. A ello súmenle que Pablo Casado dice, hace y actúa según los dictámenes del ex-presidente. Como apunte de este control de la acción política del PP sólo hay que comparar un artículo publicado en FAES (la fundación de Aznar) donde el 4 de abril titularon su editorial “El peligro de un gobierno fallido”. Un mantra político que se ha instalado en el PP y en los medios de comunicación afines desde ese momento. De hecho, este domingo pasado, el propio Casado hablaba en esos mismos términos en una entrevista en ABC: “España tiene un gobierno fallido para gestionar esta crisis”.
Habrán escuchado y leído una y mil veces eso de Gobierno socialcomunista (aunque aquí se ha dicho por activa y pasiva que socialdemócrata en sus dos vertientes como mucho) y también habrán leído alabanzas en los últimos tiempos a los antiguos comunistas de la transición, incluso por parte de políticos del PP. Todo ello sale del editorial de FAES: “Ahora que se habla de unos nuevos pactos de la Moncloa conviene tener en cuenta lo que son y representarían alguno de los posibles interlocutores en esa mesa. Los comunistas presentes en el Gobierno español -y que nadie se escandalice porque alguno hasta ha escrito un libro explicando que, efectivamente, es comunista- si algo representan es la antítesis de lo que sus antecesores hicieron. Estos pactaron para hacer posible la Transición, la Constitución, la reconciliación. Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Irene Montero, Yolanda Díaz, Manuel Castells se integran en el relato destructivo que descalifica ese gran acuerdo que hizo posible la democracia y la prosperidad como nunca antes en España. Desde ese afán de ruptura, presentan a Santiago Carrillo como responsable de una traición imperdonable o, en el mejor de los casos, como un caso de cobardía senil ante el franquismo”. Nada es casualidad en el mundo de la derecha. No les gusta lo aleatorio y por ello siguen a pies juntillas las órdenes de su jefe supremo. En el caso del actual presidente del PP se suma un arrastrase insoportable para sus propios afiliados, la postración es tal que si en FAES avisan de que el estado de alarma es inconstitucional, Casado afirma en la anterior entrevista citada que “aun así no hemos enmendado los decretos porque no queremos avalar algo que ha desbordado el ámbito constitucional”. Normal que quieran meter en la cárcel al Gobierno como se ha desvelado en estas mismas páginas.
En esta batalla planteada desde dos frentes contra el Gobierno existen áreas de convergencia entre las tropas de uno y las de otra. Así, como ya denunciamos en este periódico en exclusiva, desde El País que está controlado por Botín ahora señalan a Pablo Iglesias como objetivo a derribar. Lo hacen mediante denuncia, con bastantes días de retraso respecto a nuestra información que es del 1 de abril, pero con la intención de poner en el foco del debate la idoneidad de su presencia y así terminar por cerrar el círculo abierto desde otros medios de comunicación o la fundación FAES (si recuperan la cita de más arriba se verá claramente la orden dada). La intención es superar ese supuesto “Gobierno fallido” mediante un gobierno de concentración o una Gran Coalición (esa misma que llevan esperando desde hace años en la clase dominante). De momento respetan a Sánchez, pero su cabeza es deseada en el patíbulo político. Se dice, a modo de excusa, que es para poder lograr esos Pactos del Coronavirus (llamarlos de La Moncloa es un insulto a la memoria aunque las intenciones sean las mismas), pero la realidad va más allá de unos simples pactos de reconstrucción. De hecho Casado ya ha advertido que hasta que lo alto de la pandemia no pase no hay nada que hacer a ese respecto. Quieren desgastar a esa parte del ejecutivo a fin de lograr que el grupo (se lo han inventado en los medios) de Calviño, Ábalos, Montero y Campo se hagan fuertes.
Salvar al gran capital lo principal.
En el plano económico también hay convergencia de intereses entre Botín y Aznar, lo que en el caso de la primera es más que evidente, incluso en el nivel de cobardía huyendo del centro de la pandemia. En Diario 16 se ha denunciado su mano larga en la vuelta al trabajo de millones de personas que se ha producido entre ayer y hoy. Una vuelta al tajo que más bien parecería un largo camino hacia el matadero por las estadísticas que muestran sobre la pandemia. Aquí se advirtió desde el primer momento que toda actuación, al final, estaría determinada por la voluntad de la clase dominante, incluso dejando por el camino a la pequeña burguesía (autónomos y pequeños agricultores). Y así está siendo el camino que han dictado Botín y Aznar o el IV Reich Alemán, eso que se llama Unión Europea. ¿Recuerdan la portada más mezquina de la historia que publicó ABC anteponiendo los intereses del Capital a la salvación de las personas? No es sino un aparato ideológico perfectamente engrasado a las órdenes del poder económico. Y esas órdenes llegan directamente o indirectamente, como suele hacer Aznar y sus filípicas en FAES.
¿Qué viene diciendo la CEOE o el PP en los últimos tiempos respecto al problema económico, FAES lo cuenta desde el 1 de abril: “En primer lugar, se ha de actuar sobre el mantenimiento del empleo, la capacidad productiva y la integridad del tejido industrial. Muchos gobiernos han adoptado ya medidas fiscales, laborales y regulatorias de amplio alcance persiguiendo con ello dos objetivos. El mantenimiento en primer lugar de la capacidad del sistema productivo y del empleo –todo el mundo podrá volver a su puesto de trabajo el día después– y la captura de proporciones amplias de demanda embalsada que, una vez superada la crisis sanitaria, deberían de permitir la recuperación a medio plazo de una parte importante del PIB y de la recaudación fiscal”. ¿Esto qué significa? Bajar impuestos a las empresas, eliminar cotizaciones (¿temporalmente o es un truco?) y abaratar el despido. ¿Qué viene diciendo Casado? Lo mismo que dicen en el texto de la fundación de Aznar. Una convergencia total de intereses, lo que deriva a una acción conjunta de clase dominante, aparatos ideológicos y partidos políticos. ¿Qué pidió el otro día en El País Botín? Que se vaya levantando la reclusión.
Difícil tarea está asumiendo el Gobierno soportando los brutales ataques de la clase dominante desde afuera y dentro del propio entramado gubernamental. Da igual si mueren mil o cien mil personas, son cifras que vienen bien para hacer necrofilia política y aparentar en la escena teatral que es la política de estos dirigentes actuales, lo importante es que España se mantenga en el eje estadounidense de la geopolítica internacional (por eso se ha rechazado la ayuda rusa, china o cubana); que siga siendo un perro obediente del poder continental (sentó muy mal la bravata que tuvo Sánchez contra los mandamases del estercolero que es la UE); que el gran capital no salga perjudicado (ahí tienen a la fracción servicios moviendo a la prensa amarilla); y que caiga el Gobierno actual, al menos en la composición que se tiene. Esto, que leído así parece una historia sin más, realmente es un golpe de Estado en España (otro más) para seguir con el estado de excepción perpetuo que quieren los poderosos sobre la población. Y en ello Botín y Aznar son aliados… como en otras tantas cosas más.