Andan cabreadas las tropas de la alta alcurnia. Se quejan que no pueden hacer lo que les da la gana como siempre han hecho. Se han quedado sin ferias y fiestas populares que vanaglorian pero que sólo utilizan para establecer su diferenciación de clase. La “Borjamari borroka” (el calificativo ha sido leído en Twitter pero no se recuerda al autor por lo que se pide perdón) ha salido en tromba, muy bien arreglados, con su “fachaleco” y sus mocasines limpios, a protestar contra la dictadura sanchista y la falta de libertades. Todo el barrio de Salamanca, escondite de bolichicos por cierto, en la calle protestando mientras sus mucamas preparaban la cena. Una protesta alimentada y jaleada desde los medios de comunicación de la derecha y en defensa de la democracia. Eso dicen, pero no terminan de entender la paradoja de su acción y la estupidez del fondo de su protesta. Lo que sí parece es que es consecuencia de no haber otorgado el paso a la fase 1 de la desescalada, siendo curioso que no viren las crítica contra quien ha impedido realmente ese paso por su mala gestión sanitaria: Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado. Habrá que explicar la paradoja, la mentira y lo que se esconde tras la protesta.
La paradoja de la protesta.
Al ser de las clases pudientes se acaba dando por obvio que la “Borjamari borroka” debe tener más capacidad analítica, más conocimiento intrínseco de la situación y más contactos con los grandes poderes económicos que el común de las personas. Se da por supuesto pero eso no quiere decir que sea así para cuestiones más allá de los negocios y el mundo de la droite caviar. Saben de negocios y chanchullos jurídicos (abogados de elite para que se comprenda) pero cuando hay que bajar al barro de la lucha política, como llevan encargándolo a especialistas comprados o a los peor preparados de la clase dominante, están desacostumbrados a entender que sus protestas llevan implícita una paradoja evidente. Si se les permite protestar igual, sólo igual, es porque existe libertad. Por tanto protestar en favor de la libertad dentro de un sistema que te permite esa libertad, salvo que se haga como una cosa naif, es paradójico.
Cabe la posibilidad de que estén protestando por una libertad desconocida y que tengan escondida en la clase dominante. Raro porque tienen a todos sus explotados trabajando presencial o telemáticamente en muchas empresas. Las que no han podido derivar el trabajo con sus gastos a la clase trabajadora, han contado con la ayuda del gobierno “socialcomunista” para aplicar ERTEs a mansalva. Por tanto libertad económica existe y lo que se ha visto restringido está siendo subvencionado para que no sufran sus llenos bolsillos. Libertad de estar en la calle libremente es verdad que se ha restringido, mucho más a la clase dominante y sus acólitos que a la clase trabajadora pues es la que realmente produce, pero ha sido así en todos los países y por cuestiones sanitarias. Claro que bien pensado, si hubiesen dejado salir a la “Borjamari borroka” desde el principio se hubiese provocado un proceso malthusiano de rebaja de la cantidad de personas en una clase social. Que igual es por esto por lo que se quejan, porque querían quitarse gente de la propia clase para acumular más riquezas y que sus tasas de ganancia aumenten. En ese caso podían haberlo pedido y haber negociado con el gobierno que la “Borjamari borroka” podía salir libremente e infectarse por una cuestión propia de la clase dominante. El problema es que si se infectaban podrían acabar con sus mucamas y mayordomos y eso ya no es sólo de su clase social.
La mentira.
Se quejan, porque el señor Bieito Rubido, director del ABC (periódico aún muy leído en el famoso barrio de Salamanca), desde que comenzó la pandemia y el confinamiento lleva quejándose de un recorte de libertades (expresión, reunión y políticas, sin contar la ciudadana de movimiento) y hablando de un camino hacia el autoritarismo del gobierno socialcomunista. Y claro, al estar todos los días con sus problemas domésticos, no visitar a los y las amantes, no tapear y sólo leyendo esa prensa cavernaria que se inventa lo mismo un caso de corrupción como un golpe de Estado encubierto, normal que la “Borjamari borroka” acabe por tomar las calles reclamando la vuelta a la normalidad. Hay que explicarles que no, que no hay recorte a las libertades, que es un invento de Rubido y demás edecanes del periodismo de clase dominante. Un invento porque pierden dineros no por otra cuestión. Algo que entenderán en la “Borjamari borroka”, que han debido coger por primera vez una cacerola en su vida, pues lo que les interesa es el pecunio.
Tras esa mentira están las manifestaciones no autorizadas de estos últimos días (en el Pinar de Chamartín han sentido envidia y también han sacado a su “Borjamari borroka”). Por cierto, al no ser autorizadas acudió la Policía Nacional para que no quemasen autobuses, mobiliario urbano, ni se lanzasen piedras o cócteles Molotov (aunque tengan nombre comunista). Algo que les ha parecido mal y represivo. Normal porque están acostumbrados a lanzar ellos y ellas a los aparatos represivos contra la clase trabajadora y no que les pongan algún tipo de cortapisa. Tampoco se pueden quejar porque, a diferencia de lo que pasa cuando la manifestación es de clase trabajadora, ni les han apaleado, ni les han tomado los datos, ni les han aplicado la ley mordaza al insular a los agentes policiales. Tan sólo se han parado allí, cuatro policías y ya. Pero eso es una ofensa de clase. A ver si Rockefeller no fue a prisión por asesinar a tiros a trabajadores protestando (que lo han visto en el Canal Historia), cómo les van a “acosar” así a ellos y ellas. “¡No ganamos una guerra para esto!” les ha faltado decir.
Lo que esconde la protesta.
Realmente, más allá de las estupideces que suelen proferir los esbirros políticos de la derecha, hay un fortísimo componente de clase en esas protestas. Hasta la fecha, porque no ha habido otra pandemia similar en un siglo, los confinamientos siempre se aplicaban a los demás. Las prohibiciones legales y sociales siempre han sido para los de abajo, para la clase trabajadora. La restricción de la libertad de expresión, ley mordaza mediante, siempre ha sido para el rojerío. “¡Que sepan quién manda!”. Y como ahora les ha tocado a ellos y ellas también pues les molesta. Porque a la “Borjamari borroka” le molesta que les equiparen a la clase trabajadora y al lumpen. Bastante aguantan. Ya aceptaron a regañadientes el voto universal y ahora quieren que también el confinamiento sea universal. Hay un sentido clasista de creerse inmunes a la legislación común, a las modas y a todo lo que surja del populacho y dentro de ese sentimiento clasista hacer lo que les place, sin ningún tipo de barrera, está en segundo lugar (después de la acumulación capitalista).
La “Borjmari borroka” protesta no porque España se haya convertido en un país autoritario, ni un régimen comunista, sino porque a ellos se les impide actuar impunemente como han hecho desde hace siglos. Les molesta que les equiparen, en lo único que hay equiparación porque los que mueren y enferman son de la clase antagónica, en restricción de un derecho (libertad de movimientos). No vaya a ser que quieran hacer más equiparaciones. Y esto lo dicen, dándose golpes muy patriotas en el pecho y con mucha bandera, mientras sacan sus dineros dirección Luxemburgo. Curiosamente la “Borjamari borroka” es una clara demostración de conciencia de clase, burguesa sin duda, que no se ve en otras clases. La protesta de la clase dominante y sus aliados pequeño burgueses contra lo que consideran pisotear sus derechos como clase que ejerce libremente y sin cortapisas su dominio. Y habrá trabajadores y trabajadoras (de esos que compran fachalecos en los chinos, paradójicamente también) que les apoyen sin percatarse de que apoyan una protesta de una clase que quiere pisotearles. Tienen todo el derecho a manifestarse. Más que lo deberían hacer, entre otras cosas porque demuestra que las libertades no se han recortado, aunque para la próxima a ver si hay un poco de igualdad y les dan palos como a la clase trabajadora, aplicando la ley mordaza. Esa misma que impulsaron contra las clases populares para que no protestasen y si lo hacían enchironarlas.
Algunos de los manifestantes tuvieron que entrar en la cocina a pedir una cacerola porque no sabían que era eso. La asistenta de turno tuvo que explicarles para que servia. Juntitos, eso si, para que se contagien. No les vendría nada mal que les ocurra, pero claro, para eso esta la Sanidad Pública. Por cierto, la muerte es lo que nos iguala a todos. La Visa Oro no sirve para el otro barrio (el eterno).
Podrian hacer una coalición con los pijos progres, que por cierto hay muchos….y es facil congeniar, pues comparten su aficion por los privilegios aunque son mas hipócritas, porque desde sus chalets arengan al «pueblo» sobre una revolución proletaria trasnochada que ellos mismos no parecen compartir….. Es la paradoja de Stalin en el Kremlin y millones de muertos de hambre en Ucrania……
Bienvenido sea el neofeudalismo de la «izquierda»…aunque ya no engaña a nadie.