¿Por qué se sorprenden del nombramiento de un amigo de hace años del presidente del gobierno si todos hacen y han hecho lo mismo? Los escandalosos titulares de la prensa cavernaria de ayer jamás se vieron en otros momentos en los que los jefazos del PP colocaban a amigos, cuñados, amantes o esposas en diversos cargos públicos mediante la meritocracia de la filiación personal. Cuando José María Aznar movió Roma con Santiago para colocar a su esposa Ana Botella como alcaldesa de la capital del reino de España (no Madrid sino capital del reino de España que tiene otra significación, especialmente para el bolsillo del interfecto), ni ABC, ni El Mundo, ni demás Brunete mediática dijo algo en términos éticos. Tampoco lo dicen cuando el dedazo funciona como mecanismo de elección en los partidos de derechas, ni cuando hay trampas en las votaciones digitales de esos mismos partidos. En contraposición cuando Carmen Romero, en aquellos tiempos esposa de un Felipe González, ejerciendo de presidente del gobierno, aceptó la invitación del PSOE de Cádiz para ser su cabeza de lista los debates internos fueron tremendos. Había unas reglas no escritas sobre familiares de altísimos cargos y enchufes o aparición en listas, de ahí que lo que sucedió con Juan Guerra sentase tan mal internamente (colocado en el partido como asistente del vicesecretario general).
Hoy este tipo de indignación parece imposible, sólo sirve como arma para lanzar al contrario hasta que a ese lanzador le reducen su ética a la nada cuando le muestran que él mismo hace algo similar. Esto ha pasado con Pablo Casado quien ha colocado a una amiga de hace años al frente de la Comunidad de Madrid. Eso le parece bien porque es del propio partido aunque su capacidad y su esfuerzo interno no sirviesen de nada para que él obtuviese la presidencia pepera. En realidad se movió mucho más David Pérez, que no es amigo y por eso casi le dejan fuera del gobierno madrileño con una bronca monumental por ello. No ha podido colocar a más amigos personales porque tampoco es que controle el PP y ya había candidatos colocados de antes. Más bien lo que ha hecho ha sido, donde ha podido, poner al menos molesto para él como sucede con Francisco Núñez en Castilla-La Mancha, por ejemplo. Pero en la historia del PP la colocación de amigos, hermanos, amantes (masculinos y femeninos) y cuñados ha estado a la orden del día, tanto como para que se cuidase al padre de Mariano Rajoy con cargo a los presupuestos del Estado. O Celia Villalobos de alcaldesa o diputada mientras su esposo, Pedro Arriola, ejercía de asesor presidencial (curiosamente salieron los dos por la puerta a la vez). Tampoco en Vox pueden hablar muy alto porque la esposa de Iván Espinosa de los Monteros, la “arquitecta” Rocío Monasterio, fue colocada como candidata a la Comunidad de Madrid. No un amigo sino la esposa directamente. Éticamente muy feo pero como la derecha entiende la política como parte del patrimonio personal siempre miran con lupa a los demás.
¿Quiere esto decir que lo que se viene haciendo en PSOE y Podemos es ético y correcto? No, es parte del propio contexto donde ya da igual guardar ciertas formas. Cada dirigente se rodea de su círculo más estrecho, por ello más entregado a la persona y la supervivencia de la misma, incluyendo si hace falta a familiares y amigos. Si se fijan en todos los partidos, incluyendo los de izquierdas, quienes componen las distintas direcciones son personas fieles a la persona, no al proyecto común. De hecho ya no existen proyectos comunes sino personales. En cuanto sale esa persona por la puerta cambia radicalmente el programa y hasta la ideología. En el caso de Podemos lo de familiares y novias es asombroso porque ha llegado a condicionar listas electorales y provocar escisiones. Es poco ético que en un mismo equipo de gobierno estén Pablo Iglesias e Irene Montero, que no son la única pareja que está acomodada en cargos diversos. Ahí tienen a Ada Colau y su pareja o Juan Manuel del Olmo e Isabel Serra. En el PSOE tienen el caso de Emiliano García-Page y su cuñado Fernando Mora presidente del Grupo Socialista en las Cortes manchegas.
Tampoco es éticamente correcto lo que viene ocurriendo en el PSOE. Eso de que el escolta de José Luis Ábalos acabe como consejero de Renfe y su esposa en el ministerio, sin méritos reconocidos, es reprochable. Como lo es que Pedro Sánchez haya colocado a su amigo en un puesto de nueva creación (Jose Ignacio Carnicero), como colocó a su amiga Irene Lozano primero en la marca España y ahora en el CSD, o como colocó a su amiga Beatriz Corredor en una empresa pública, o como colocó a su amigo Iván García Yustos (más conocido por haber dimitido en su momento como concejal de Móstoles por llamadas eróticas de pago realizadas desde su teléfono móvil, a lo que hay que añadir que es el valedor de la actual alcaldesa de Móstoles Noelia Posse, la persona carente de ética que coloca a familiares), o como ha colocado en Renfe a otro amigo condenado por las tarjetas black (Francisco Pérez). Todo muy feo éticamente hablando pero en parte es producto de la transformación de los partidos políticos en plataformas personalistas donde quien gana, da igual el color o la ideología, se queda con todo y ejerce como jefe absoluto. Hace mal la izquierda imitando la actitud de la derecha pero lo que no puede ser es que desde los medios de comunicación se haga un escándalo cuando alguien de la izquierda lo hace pero no cuando se hace desde la derecha. La ética es la misma en un caso y en otro. Actitudes reprochables en todos los casos.