Hay cosas que pasan muchas veces desapercibidas en el mundo de la política espectáculo; cosas que en un vistazo rápido pasan desapercibidas al ojo no entrenado; cosas que dejan a quien las afirma o propone a la altura del betún pero que por mor de esa velocidad del sistema quedan en el limbo. Lo malo para la dirigencia política es que el formato digital tiene algo negativo, deja rastro y sólo hay que seguirlo para señalar a quien ha cometido el error. Esto le ha pasado a Pablo Casado y al PP intentando hacer alarde de compromiso científico. De tan ingeniosos que han querido aparecer, la realidad es que se han mostrado ciertamente incultos. O cuando menos descuidados. Al no ser liberales realmente, su apego a la ciencia es ninguno. Siguen viendo en los cambios científicos, en la racionalidad y en el progreso la presencia de Satanás en la Tierra como afirmase hace ya un tiempo el papa Pío IX. Por eso es normal que acaben metiendo la pata y, lo que es peor, negando un reconocimiento pleno a quien fue uno de los grandes científicos españoles, en una España de misa y confesión casi obligatoria.
Pablo Casado y sus asesores no han tenido mejor idea que proponer el “pacto de Estado Cajal por la Sanidad”. Ya que desde el PP hagan un llamamiento a un pacto de Estado por la Sanidad cuando ha sido su partido el que ha destrozado sistemáticamente el sistema sanitario allí donde ha gobernado, es para sospechar o echarse a temblar. Dirán que han aumentado en todos esos sitios la inversiones con datos en la mano, lo cual es cierto salvo en el pequeño detalle de que no han sido inversiones sino aumento de gastos que han ido a manos de los sospechosos habituales de la clase dominante. Por ejemplo, un hospital de 300 millones acaba costando 1.500 millones de euros, como viene sucediendo en Madrid. Retomando el hilo y antes de entrar en detalle, llamar a un pacto Cajal ¿a qué viene? No se conoce a nadie que llamado o apellidado Cajal que haya hecho algo importante por la medicina en España. Salvo que sea algún amigo de esos que ustedes saben que van con volquetes de putas a celebrar la metida de mano en la caja común, no se entiende que lo llamen así, Cajal. Sí existe un señor, premio Nobel, llamado Santiago Ramón y Cajal, siendo Ramón y Cajal el apellido. Que igual piensa que el nombre es Santiago Ramón y el apellido Cajal. Al menos no ha llegado a la estupidez de pensar que son dos personas Ramón, una, y Cajal, otra. O igual sí lo ha pensado pero le han frenado, de mala forma eso sí, y han puesto nada más que Cajal. ¿Por qué esa reducción si pretenden hacer un homenaje? No queda más que la respuesta de la incultura y del constante negacionismo científico del que hacen alarde en el PP. Ya saben, no hay cambio climático (como vociferaba su gurú José María Aznar hasta hace dos días), todo lo que hay en la Tierra es creación de un dios, el capitalismo es el sistema que entronca con el devenir histórico del sumo hacedor, no existe la sociedad (de hecho sólo hablan de la sociedad civil), una pera es un pera y un plato es un plato y esas cosas que suelen decir respecto a debates científicos. Por eso no extraña que a un científico le rebajen si es que no saben que es apellido compuesto, que igual los tiros van por ahí.
Si esperan que el pacto de Estado fuese a suponer una mejora sanitaria, como dice Casado, se llevarán otro chasco. No, lo sanitario realmente lo quieren seguir controlando en las Autonomías para sus mangoneos con el sector de la construcción. Al fin y al cabo tito Floren se está dejando un pastizal en los medios de comunicación para no perder ni un céntimo de dinero público en su bolsillo. ¿Qué ofrece el pacto? La creación de una Oficina donde se reúnan políticos y políticas por si acaso. “Refuerzo de la Atención primaria, estabilidad en el empleo de los profesionales sanitarios y creación de corredores seguros frente a infecciones hasta áreas aisladas de hospitalización”. Toda la primera parte es muy bonita y sería bueno que se hiciese, comenzando por su muy amiga Isabel Díaz Ayuso que tiene cerrada la atención primaria (quiere utilizar además médicos sin especialización, vamos que hasta un señor que haga vudú podría acabar ahí) y ha despedido a los profesionales que se trabajaron la pandemia. Está bien predicar, pero si es con el ejemplo mucho mejor. Y la segunda parte de corredores seguros y aislamiento ya existen, el problema es de magnitud y desbordamiento por el coronavirus. Van dos propuestas que sirven de poco.
“Creación de un pool nacional de profesionales sanitarios” que actúen en este tipo de emergencias por toda España, como refuerzo se entiende. Lo primero que hay que decir es que podría utilizar las palabras muy españolas “grupo” o “equipo” en vez de “pool”. Ese anglicismo sobra en un texto de ese estilo. Ya que dice querer a España que empiece por defender la propia lengua española. Respecto a la propuesta cabe un pregunta ¿ese equipo de dónde sale, de los profesionales en activo y que si saliesen de sus hospitales dejarían en precario a sus compañeras y compañeros o hay que pagar a ese grupo (empieza a oler como la oposición de la hermana de Moreno Bonilla) para que no trabajen por si acaso? Vamos una tontería para quedar bien, aunque lo grave llega después. Reconocimiento como enfermedad profesional al personal sanitario infectado, justo lo contrario que han hecho en Madrid que han dejado hasta sin baja a las personas contratadas por guardias. Tiene más cara que espalda proponiendo justo lo que están negando allí donde gobiernan. El resto o son cuestiones ya planteadas por el propio gobierno (lo que le gusta un plagio a Casado) o no tienen mayor desarrollo y son una mera mascarada aprovechando la moda del coronavirus y así tapar alguna gestión del PP.
Igual después de ver, en parte, la propuesta de pacto del PP se entienda mejor porque lo llaman Cajal y no Ramón y Cajal, porque con el PP todo se queda a medias. ¿Qué quiere decir esto? Que sólo se mueve dinero común en favor de la clase dominante, mientras que las inversiones comunitarias donde no hay que rascar se olvidan. También significa que Casado no hace propuestas sino que lanza eslóganes publicitarios constantes con propuestas completamente vacías, exceptuando las que posibilitan que tito Floren u otros, llenen sus bolsillos. A Ramón no le dan nada porque se lo quieren entregar a Cajal. Ramón es el símbolo de todos los españoles, y Cajal lo es de los pocos, los menos. Por eso no utiliza el Ramón y Cajal al completo, porque en su pérfida mente no está el bien común, sino el particular, el egoísta, el de clase.