Cierta congoja existe en los cuarteles centrales de los partidos de ámbito nacional. Realmente no se presentan los dirigentes máximos pero lo que suceda en las elecciones gallegas y vascas sí puede determinar de manera distinta el devenir de los mismos. Por distintas causas cada uno de ellos puede ganar o perder algo por el camino hacia nuevas elecciones. Si bien es cierto que queda bastante para eso, no lo es menos que la sociedad espectacular en la que vivimos devora personajes a la velocidad del Kraken. Un buen resultado puede provocar, en algún caso, una mejora en la imagen del candidato proyectándose como presidenciable o como sostenedor de un proyecto ganador y uno malo puede provocar todo lo contrario, más si es azuzado por los medios cavernícolas.
Comenzando por quien más se juega, Pablo Casado, un mal resultado en Euskadi (que es complicado que sea peor que los últimos) señalará al presidente del PP como un incapaz de mejorar resultados anteriores; como una persona meliflua para la política; como un sinsorgo del ágora; como un personajillo que se muestra incapaz de rebasar ciertos eslóganes machacados durante años y que chocan frontalmente con un pasado de corrupción y un presente de entreguismo al empresariado. Paradójicamente un muy buen resultado de Alberto Núñez Feijóo tampoco le interesaría porque acrecentaría las ganas que hay en su partido de ponerle como presidente nacional y mandar a estudiar, de verdad no lo que ha venido haciendo, a Casado. Una nueva mayoría absoluta larga contra toda la izquierda dividida en mil batallas de la identidad (¿perdida?) sería un puyazo en lo alto del lomo del presidente pepero. Tiene la suerte de contar con la mayoría de medios a su favor, salvo los de muy extrema derecha, y eso impedirá que se le vea como un completo inútil político, pero de momento los sondeos no parecen muy favorables a los intereses de Casado, pese a que los venderá como una gran victoria.
Pablo Iglesias se juega menos que los demás gerifaltes pero en Galicia no pintan bien las cosas y en Euskadi está por ver si los votos que tomaron del mundo batasuno y de la izquierda obrerista (esa que le molesta al mesías de la izquierda intelectual) permanecen o bajan como indican todas las encuestas. Siendo un proyecto personalista todos los ataques irán, como es lógico, contra el secretario general del Podemos. Si el resultado fuese bueno podrá vender que su proyecto personal sigue sosteniendo el pulso de la calle (como decía Juan Carlos Monedero hace unos días). De ser como las encuestas indican (bajada generalizada en ambos territorios) se demostrará que sorber y soplar no es la fórmula adecuada para un partido que está en el gobierno de la nación. Aunque en realidad los golpes mediáticos se los llevará porque sí. Ha calentado demasiado el ambiente con los medios de comunicación, incluyendo algunos afines, y desde su panfleto se viene señalando a diversos periodistas (así puede decir ÉL que personalmente no se mete con nadie pero tiene a los esbirros para hacerle al trabajo sucio), por lo que saldrán con todo la artillería contra su persona. Justificada o injustificadamente.
Algo parecido le sucede a Pedro Sánchez. Da igual los resultados que obtenga en ambos territorios porque seguro que le señalan desde la prensa cavernaria. Cierto que el candidato gallego fue apoyado por todo el sanchismo en masa para ser aupado a la secretaría general, por más que el propio Gonzalo Caballero siempre haya sido un tanto saltimbanqui, y el presidente del gobierno sería señalado como culpable de la más que probable derrota (incluso se barrunta que el BNG pueda superar al PSdG). No sucede lo mismo con la candidata vasca que ha sido de la derecha del PSOE de toda la vida y apoyó a Patxi López en su momento. De no superar los resultados de la convocatoria anterior Idoia Mendia habría encadenado dos severas derrotas consecutivas bajo mandato de Sánchez, algo que le recordarían sin lugar a dudas los medios de la derecha. Desde Ferraz se venderá todo como una victoria si los números son similares a las de las anteriores elecciones autonómicas, pero ese eslogan de haber vencido en cinco elecciones consecutivas quedaría destruido por completo pues le añadirían las dos derrotas de este domingo. Como se dijo anteriormente, da igual lo que ocurra (salvo milagro y que se venza en ambos territorios) porque desde la gran mayoría de los medios de comunicación le van a culpar a Sánchez aunque aumenten los curules en ambos lares. Ningún medio de comunicación, ni los que parecen más progres, le va a salvar la cabeza porque hay orden de la clase dominante para ello.
¿Cabe decir algo del populismo de centro (Ciudadanos) o de la extrema derecha (Vox)? Son la completa nada en ambos lugares, salvo sorpresa. Por mucho que Ciudadanos vaya en coalición con el PP en Euskadi, y eso lo venderán como un triunfo enorme, no aportan votos allí. En Galicia van en solitario y harán nuevamente el ridículo por no entender la política gallega. La extrema derecha no se comerá un colín en ambos sitios y debería la prensa más o menos de izquierdas destacarlo para hundirles en la miseria de la imagen. Pero como son necesarios para el sistema, de diversas formas, a izquierda y derecha se callará que son una banda en ciertos lugares de España. Bien es cierto que Iturgaiz es extrema derecha y los vascos no dividirán el voto. Y en Galicia Núñez Feijóo aglutina él solo a toda la derecha, incluso la vinculada al narcotráfico. Pero el fascismo tiene un muro en ciertos lugares y es bueno recordarlo una y otra vez. En realidad desde la derecha mediática nos venderán que la derecha política gana (harán encaje de bolillos eso sí) y que el gobierno pierde. En la pobre izquierda mediática aclamarán a su preferido (o taparán sus vergüenzas) porque, por suerte, no hay elecciones a la vista de todo el mundo. Si las hubiese a nivel estatal no duden que los cuchillos cainitas volarían dentro de la izquierda. Seguramente algún panfleto sí lanzará alguna navaja de Albacete, pero la mayoría ejercerá de equidistantes salvando un poco la cara bien de Sánchez, bien de Iglesias, bien de los dos.