La venta de camisetas tiene su importancia en el mundo del fútbol. No sirve para llenar un presupuesto, menos los estratosféricos, pero ayuda en buena medida a cuadrar las cuentas. Se acepta esta situación y se intentan cambiar las camisetas cada año, especialmente segundas y terceras equipaciones, para vender por todo el mundo. El problema es cuando quienes diseñan las camisetas se lanzan al arte creativo o la propia marca necesita quitarse stock que no vendió sin club de fútbol detrás. Todo esto se viene produciendo con el Atlético de Madrid, un equipo en lo alto del ranking UEFA y al que se maltrata con diseños ejecutados por un mono tití vestido con chalequito y sombrero cordobés y unos pagos anuales muy alejados de los 76 millones que abonan al Chelsea o los 106 del FC Barcelona –normal que éstos acepten cuadraditos en su camiseta, “la del 8-2”-. Unos 14 millones paga Nike al club madrileño (entre equipaciones y patrocinio exclusivo en el Metropolitano) por lo que tampoco es que el dúo calaveras deba estar callado.
La camiseta principal de este año, para gustos lo colores, tiene unas franjas rojas que parecen pintadas con un rotulador de esos gordos y con mano temblorosa. Lo intentan vender como un diseño innovador cuando lo más probable es que estuviesen haciendo pruebas con la página de diseño y les quedó así. Luego se lo vendieron a la dirección como homenaje al CEO y coló. La segunda equitación tiene un pase pero la utilización del rojo sobre azul hace que no se vea bien ni el patrocinador, ni el número, ni el nombre del jugador, ni el logo. Bueno, lo del logo casi mejor que no se vea. Pero la tercera equipación es totalmente un deshecho de tienta. Un amarillo fosforito, como los marcadores que todo el mundo usa en casa para resaltar, horroroso que nada tiene que ver con el Atlético de Madrid. Les deben sobrar camisetas de ese color, por algo será, y deben deshacerse del stock engañando a los atléticos.
Lo de sobrar camisetas es bien conocido de otras temporadas. Debe ser que Nike intentó hacer una línea de pijamas y como fracasó colocó todo el stock como tercera equipación del Atlético. Varias temporadas lleva el conjunto rojiblanco jugando con el pijama puesto. Curiosamente cuando se utiliza, normal, el equipo no suele tener una buena actuación. Son equipaciones mufa, gafe o horrorosas. Pero como el dúo dirigente traga con lo que sea pues en Nike tan contentos con colocar como novedosas camisetas que les sobran de otras promociones. Pero por los 10 millones que pagan, seguro que Puma u otras marcas pagarían más, no tienen derecho a pisotear a un equipo como el madrileño. Y ¡qué decir de la supuesta camiseta de paseo de los cuadraditos!
Mientras sigan al frente del equipo Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo está claro que no importará que pisoteen la imagen. Ya lo hicieron con el cambio del escudo por el logo –aunque han tenido que envainársela en las recreaciones de las equipaciones antiguas-, lo vienen haciendo con el tema de los fichajes y el límite salarial –ese que no cuenta para los demás equipos-, lo hacen cuando siempre se ficha y negocia con cierto agente y ciertos clubes y lo vienen haciendo desde que se hicieron con la mayoría de las acciones sin poner un solo duro (en aquella época había duros). Camisetas de entrenamiento con motivos como tribales –para que piensen en el resto de Europa que el Atleti es africano-, chándales que no se sabe si van a ir a la guerra o a recoger estiércol y así todos los años. Que si garras que arañan las franjas, que si difuminados, que si el diseñador se había tomado tres orujos en ese momento y te hace un pijama en cuanto se descuidan en el palco. Insoportable… aunque las camisetas rosa fosforito de los cervatillos también tienen su aquel. Pero les pagan 120 millones al año, diez veces más. En el caso del Atleti ¿qué madre o padre va a llevar a sus retoños así por la calle? ¿Quieren que los apedreen?