Charles Louis de Secondat, señor de la Brède, barón de Montesquieu, está siendo recordado constantemente por la derecha política y mediática ante la intención del gobierno de rebajar el nivel de mayoría para la renovación de los cargos del CGPJ. Una afrenta, dicen, que lleva a España hacia una dictadura –les falta añadir comisarial- porque conculca los principios establecidos por el barón citado en su libro El espíritu de las leyes. Montesquieu, quien no era precisamente un demócrata (el pueblo quedaba excluido siempre de cualquier opción política), estableció con gran influencia que los tres poderes del Estado –porque creyó ver tan sólo tres poderes, algo discutible-, el legislativo, el ejecutivo y el judicial debían estar separados… Hasta aquí es donde leen los columnistas incultos u osados de la derecha porque evitan decir que esos tres poderes estaban relativamente separados pero se controlaban unos a otros. Curiosamente Montesquieu veía peor que existiese un poder ejecutivo emanado de un parlamento, a que los jueces fuesen nombrados por el rey, el parlamento o ambos poderes. Citan al francés sin haberlo leído, comprendido o taimadamente tergiversado.
Añaden los medios cavernarios, las huestes todólogas, los leguleyos de cuarto de página y, ¡cómo no!, Pablo Casado que desde Europa critican que el cambio que pretende hacer el Gobierno atenta contra la democracia y vulnera cierta ética. A más aparece una carta del GRECO (Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa) donde se señala que la iniciativa se “aparta de las normas del Consejo de Europa y puede violar las normas anticorrupción”. En realidad no es el GRECO sino su presidente, el croata Marin Mrčela, quien pide al gobierno que consulte con las instituciones europeas y, a ser posible, posponga la iniciativa legislativa. Auspiciado por la derecha se señala a España desde un órgano anticorrupción, no de alma legislativa, como conculcador del espíritu democrático europeo. Entonces ¿ha enviado el señor Mrčela una carta a cada responsable de la Unión Europea donde los distintos jueces son elegidos por el poder legislativo o ejecutivo sin mayorías cualificadas?
El propósito del Gobierno es un error, como lo es la propuesta del PP o todas aquellas que dicen que los jueces se elijan entre ellos. Como se ha explicado en estas páginas, y parece que ha copiado Íñigo Errejón días después, la selección por los grupos políticos no permite “proporcionalidad social”; la elección entre el personal jurídico conlleva discriminaciones territoriales (no nacionalistas), discriminaciones por rama jurídica, más las posibles deudas a pagar a los que apoyen a cada candidato; de ahí que el sorteo o la aleatoriedad sea la mejor fórmula de independencia e igualdad entre pares. Pero que las propuestas sean erróneas no quiere decir que conculquen presupuestos democráticos si las comparamos con la elección que hacen en otros países de los altos cargos de la judicatura… a dedazo más salvaje que en España cabe avanzar.
En EEUU, esa que califican como patria de la democracia, la elección de los jueces depende del estado federal o de la propia federación. En algunos lugares se elige mediante elecciones donde participa la ciudadanía, aunque hay que señalar que sin el apoyo de alguno de los dos partidos es complicado acceder al cargo; en otros directamente son elegidos por el sacrosanto dedo del gobernador o alcalde. Ninguna independencia judicial. A nivel federal en EEUU, los jueces del Tribunal Supremo son elegidos, a propuesta del presidente, por el Senado mediante mayoría sencilla y el cargo es vitalicio. ¿No existe politización de la Justicia? En realidad depende de las personas que accedan al cargo, como sucede en cualquier lugar. Si quieren y tienen tiempo, para todos los fanáticos de las series, podrían ver la australiana Janet King y así comprobarán la politización de la judicatura en otras democracias. Mayor que en España.
En Europa, Francia tiene un Consejo donde las personas que lo componen son elegidas por los altos miembros de la judicatura, el Consejo de Estado, los colegios de abogados, el presidente de la república, el presidente de la Asamblea Nacional y el Senado. Esto para los jueces de las altas instituciones judiciales, el resto de jueces los elige el ministro de Justicia con el visto bueno de ese Consejo Superior de la Magistratura. Vamos que los políticos meten mano en la Justicia. En Alemania el Tribunal Supremo es elegido por parte de una comisión en la que están los ministros de Justicia de los Länder (consejeros autonómicos para que se entienda en términos a la española) y una representación del Bundestag (Congreso). Los miembros del Tribunal Constitucional son elegidos, una mitad por el Bundestag y la otra por el Bundesrat (Senado). Elegidos por los políticos ¡madre mía! En Austria es el ministro de Justicia, en solitario, quien elige los cambios en el Tribunal Supremo a petición de los altos dirigentes del mismo. En Bélgica, el sistema es mixto. 22 jueces elegidos por los jueces del país y el resto de sus miembros (otros 22) elegidos por el Senado (abogados, personas de la sociedad civil o lobbies y profesores de universidad). En Italia está hasta el presidente de la república incluido como presidente de ese Consejo eligiendo los jueces dos tercios y el otro tercio el Congreso. En Gran Bretaña, madre de todas las democracia, se selecciona a los jueces la corona a petición del primer ministro (le dan los nombres mediante una comisión de políticos). Y así en todos los países que ustedes consulten hay una implicación política.
¿Por qué el señor Mrčela se preocupa de que en España haya peligro de corrupción pero calla sobre lo que sucede en el resto de Europa? No hay más explicación que la política porque la estupidez humana en su caso podemos descartarla. Como deben estar aburridos en el Consejo de Europa y el grupo GRECO la han tomado con España por este motivo mientras se bajan los calzoncillos o las bragas con los países más poderosos (económicamente). Mientras tanto en la propia España vemos a toda una caterva de mastuerzos de la opinión que señalan carencias democráticas en un mecanismo que, en comparación, hasta es más democrático que en otros países. Países con los que tienen sueños húmedos esos columnistas de la nada, por cierto. El PP europeo mueve sus hilos para hacer política en España, pero no se han percatado que su candidato ibérico es un estulto que sólo tiene apoyo en la derecha por descarte (no gustan los otros). En cuanto hay un gobierno mínimamente de izquierdas en un país, la derecha fraternalmente se mueve para hacer oposición hasta desde las instituciones europeas. Por cierto, ¿los parlamentarios socialdemócratas e insumisos qué hacen que no protestan con argumentos parecidos a los de este artículo?