Una gran parte de la militancia del PSOE quería un gobierno de coalición, dados los resultados electorales porque en realidad preferirían un gobierno en solitario, pero nunca las tuvo todas consigo. Esperaban que las gentes de Unidas Podemos se amansaran al entrar en el gobierno y así poder llevar adelante la legislatura. Una legislatura, por cierto, que ya se presumía complicada y dificultosa con toda la derecha echada al monte y llamando a que los cuarteles se subleven si hiciese falta. Sabía la militancia socialista que no iba a ser sencillo y que algunas complicaciones aparecerían por el camino pero no podían sospechar lo que están sufriendo en sus propias carnes, especialmente aquellas personas que se mueven en las redes sociales en apoyo del PSOE (más conocidos como sugus).
Ayer mismo, en un video con motivo de la reunión del Comité de la Internacional Socialista, el presidente y secretario general del PSOE afirmaba que esa organización debía ser un “dique de contención contra los populismos que fomentan la crispación y el odio”. Toda la razón del mundo salvo por una pequeña paradoja, que él mismo tiene sentado en el consejo de ministros a un partido populista. Más allá de esta apreciación que no han debido pensar quienes le han ayudado a redactar el breve discurso, ese populismo, esa negación de capacidad alguna de transitar, en esta ocasión, por la izquierda, ese cuestionamiento completamente agonístico, esa dialéctica del enemigo lo sufren día a día los socialistas por parte de quienes, se supone, son socios de gobierno. Son miles los militantes del PSOE que tienen que aguantar todos los días que no son de izquierdas, que sin Unidas Podemos el PSOE estaría haciendo políticas de derechas, que sin Pablo Manuel Iglesias todo sería peor y que los ministros y ministras del PSOE no hacen nada bien. Vamos, casi les indican cada día y cada hora que si no son capaces de ver al mesías de la izquierda tienen un problema. Esto se lo dicen con el añadido del desprecio y los insultos como podrán suponer.
Durante su entrevista en Tele 5 el presidente Sánchez fue claro respecto a dictaduras bolivarianas, separatismos y repúblicas imaginadas. Estas palabras aliviaron, sin duda, a la militancia del PSOE pero han sido las únicas que les han servido de cierto consuelo ante los ataques que vienen sufriendo y ante la deslealtad evidente de Unidas Podemos como socio de gobierno. Normalmente estas cosas las liquidaba el secretario o secretaria de Organización (Carmen García Bloise repartía estopa dialéctica pero bien) o quien ostentase la vicesecretaría general (Alfonso Guerra o José Blanco, por ejemplo). Tampoco era inusual que un ministro o el/la portavoz del grupo parlamentario saliese a ofrecer la voz del PSOE como partido. El problema, que no es achacable a Sánchez en sí, es que el PSOE ya no tiene voz como partido para situaciones como estas. Y, claro, la militancia se siente huérfana mientras ve como un Pablo Echenique de la vida les señala y se dedica a acoplar lo bueno del gobierno a Podemos –ni siquiera a la parte de IU ¿se han dado cuanta que las loas a Yolanda Díaz han bajado?- y lo malo o los problemas que surgen son siempre del PSOE.
A ello hay que sumar que desde el Pravda de Podemos (La última hora) siempre están señalando a los ministros, especialmente a las ministras (¿la política del macho alfa?) del PSOE de estar compinchadas con la derecha más recalcitrante y el establishment de la Unión Europea –sobre todo la tienen tomada con Margarita Robles, ministra de Defensa-. Es más todas las broncas que dejan mal a Nadia Calviño o a María Jesús Montero (a causa de los límites presupuestarios, porque en Podemos se piensan que el dinero con imprimirlo basta y no se acabará nunca) son filtradas desde el mundo morado, como se ha podido verificar. De hecho la última noticia sobre el enfado de Felipe de Borbón con la filtración del estudio sobre los futuros pagos (todavía no ha pagado nada) a Hacienda de su padre, cuya filtración corresponde a la formación populista (muy cucos la pasaron a El país para despistar) y por ello el enfado del jefe del Estado, las huestes podemitas se la encasquetan a todo el gobierno ocultando la fuente principal. En ese momento, viran las caras (virtuales) y comienzan a señalar a los militantes socialistas por no apoyar un “proceso destituyente” para traer la república mágica. Utilizan estar en el gobierno para sus campañas de publicidad y de señalamiento y si algún socialista decide defender a su partido se le echan encima las hordas digitales.
Es conocido que Sánchez ha dado orden de no hablar sobre las tropelías que se vienen cometiendo en el ministerio de Igualdad (estudios estúpidos que nutren los bolsillos de personajes del entorno morado incluidos), no vaya a ser que “el macho alfa se enfade porque atacan a su churri” (la verdad que en Podemos con todas las parejas y allegados que tienen colocados es difícil no acabar señalando a alguno), pero de ahí a tragar con todo no se entiende por parte de la militancia. Y no es que sea necesario que aparezca José Luis Ábalos (ministro) como secretario de Organización, pero ahí tienen a la vicesecretaria Adriana Lastra, al edecán de organización Santos Cerdán, a la presidenta del partido Cristina Narbona y los cuarenta y tantos más que conforman la ejecutiva pero que callan ante todo esto. ¿No puede salir uno o una, el que sea, a decir que lo bueno o lo malo es de todo el gobierno y no de la misma parte siempre? ¿No pueden dejar de hacerse autopromoción y pasar a defender, aunque sea mínimamente, al partido gracias al cual han resultado elegidos o elegidas? ¿No puede salir quien sea a defender al PSOE?
Estas preguntas están entre la militancia que se asombra en ocasiones de la laxitud de dirigentes del partido que callan ante las medallas que se cuelgan los socios y ante las barbaridades que cometen. Iglesias, sin ir más lejos el sábado mismo, hablando “de luchar contra los enemigos” para buscar lo que más le gusta a los populistas, el conflicto permanente. Porque sin conflicto quedan desnudos. No sólo filtran las broncas de gobierno –si se fijan sólo salen aquellas en las que ÉL queda como el más de izquierdas-, no sólo malmeten contra los ministros del PSOE sino que también se mantienen todo el día en un ataque constante a los que consideran sus enemigos (el resto, incluyendo al PSOE). Si diputados y diputadas se piensan que porque les doren la píldora y les cuenten series tomando un café no están entre los señalados por el odio populista se equivocan, están los primeros en su lista. Por eso atacan constantemente a la militancia del PSOE en redes sociales. Por eso atacan a Calviño, Montero (ahora han filtrado que la quieren quitar de la portavocía porque no es muy podemita), Robles, Reyes Maroto o José Luis Escrivá. Un contexto de disputa constante, que son las aguas donde mejor navegan los populistas, que también encantan a las derechas que así pueden mentir sin ruborizarse porque desde el propio gobierno acaban dando pie a ello. Lean el reciente libro de Pierre Rosanvallon (El siglo del populismo) donde se desgrana a la perfección la anatomía del populismo y podrán entender por qué hacen lo que hacen en Podemos.
En este contexto, ahora que sólo se lleva un año de legislatura ¿quién defiende a la militancia del PSOE de los socios de gobierno? Desde el propio PSOE algunos por lo bajini dicen que no es el momento, que lo principal es el gobierno, que ya llegará el tiempo de alzar la voz, que si esto, que si lo otro. Pusilanimidad frente a ataques constantes, malos modos y publicidad engañosa donde lo que no funciona o no se puede conseguir es culpa del PSOE (algunas cosas no son más que deseos irracionales) y todo lo bueno del mesías de la izquierda. La militancia del PSOE aprendió desde los tiempos de Felipe González y José Luis Rodríguez que se gobierna para todo el mundo por lo que hay políticas públicas que gustarán menos –por tanto criticables, algo que llevan mal en la Ejecutiva Federal- y otras gustan más. Pero esto que sucede en estos momentos no es cuestión de críticas a estas o aquellas políticas sino de ataques constantes de los socios de gobierno.
Y lo peor es que esos ataques, que no son contestados con firmeza desde la Ejecutiva, impiden que el propio PSOE crezca en intención de voto (que parece es lo único que importa a ciertos gurús) o que se pueda conformar un discurso coherente y claro en consonancia con las dificultades que se vienen padeciendo. ¿Qué gana el PSOE siendo pusilánime? Parece que nada. Más cuando el vicepresidente segundo, después de ver seis series, hacer tres entrevistas, leer la biblioteca de Alejandría, se arroga el poder de incluir a independentistas de todo cuño en la acción de gobierno. ¿Piensan en el PSOE que esto a medio plazo les beneficia? ¿Prefieren que insulten a su militancia ad majorem gloriam de los minoritarios /y bajando) del gobierno? La misma militancia que costeó y llevó en volandas a Sánchez a su segunda victoria en primarias también necesita que haya alguien que dé la cara por ellas y ellos. Todos los que hoy están colocados gracias a esa militancia, en vez de acomodarse, podrían bajar al barro y defenderla. Al fin y al cabo estas personas si son de los suyos…