Tras inventarse la zona Dogso, que por cierto se olvidó en el partido entre el Villarreal y el Atlético de Madrid, ahora los árbitros españoles vienen a explicar jugadas (esas mismas que habían jurado no explicar) que perjudican al líder de La Liga… y por ende benefician a sus perseguidores, el duopolio FC Barcelona-Real Madrid. Como no tienen vergüenza en desdecirse e intentar lo que haga falta con tal de ocultar que trabajan a favor de obra, Carlos Velasco Carballo dio ayer una lección de cómo se han de entender los codazos siempre y cuando el jugador vista de rojiblanco y no de blanco. Porque si el codazo involuntario de Lemar es roja, los siete mil codazos en todas las partes de la cabeza de Ramos y Casemiro en córners, balones altos o faltas a favor son lances del juego.
Bastó que el viudo con gafas advirtiese de que se estaba arbitrando bien al Real Madrid para que cambiasen las tornas y todas las jugadas dudosas acaben siéndole siempre favorables. Y en cuanto existen dudas, aparecen las zonas Dogso, los criterios arbitrales o los fueras de juego de un metro atrás y toda la armada del nacionalmadridismo para justificarlo. Y si se protesta, aparecen las Schutzstaffel federativas para acabar con la libertad de expresión y sancionar con partidos a jugadores y entrenadores… salvo que se sea del Real Madrid (como ha pasado con Courtois). Ya tenían la calculadora a tope para ver en qué día no sólo se ponían líderes sino que ganaban la liga en el nacionalmadridismo, pero se les cayó el equipo empatando y ahora sólo cabe recurrir al plan que llevan utilizando toda su existencia: el colectivo arbitral.
Diego Pablo Simeone, que esta semana sufrirá el típico ataque desde la prensa para desestabilizarle (aunque él no consume), debería pensarse presentar un equipo competitivo el sábado en el Metropolitano. Debería pensarse salir con Vitolo de delantero centro y rendir las armas porque el tufillo a atraco del siglo se puede oler perfectamente en toda España después de las palabras de Velasco Carballo. No sólo es que les estén acribillando a tarjetas amarillas en cada encuentro con la finalidad (si es que el coronavirus no ha hecho su trabajo ya) de impedir reunir un once competitivo. Con la intención de amedrentar a los jugadores. Es que se prepara el terreno para que las patadas voladoras contra jugadores rojiblancos sean consideradas lances del juego y un roce en el hombro de un jugador atlético cadena perpetua.
Lo que no están pudiendo hacer por falta de fútbol, lo están trabajando en los despachos federativos para acabar con la posibilidad de que alguien que no sean los dos de siempre pueda ya no ganar la liga, sino pelearla. Desde hace cuatro semanas, no ha habido más que ayuda tras ayuda a los tres perseguidores (cuelan al Sevilla para aparentar, pero les atracan contra el duopolio) y todas las dudosas contra el Atlético de Madrid. Aun así no han conseguido descabalgarlo (pese a comerse penaltis que en caso de haberse cometido contra los jugadores blanco y blaugranas hubiesen tenido para dos semanas de quejas), pero lo llevan intentando partido tras partido desde todos los frentes, especialmente el mediático. Claro que si lo máximo que tienen es a Gargamel pues poco poder armamentístico. Por eso recurren a Velasco Carballo que ayer indicó de manera subrepticia el robo consentido del próximo domingo.