“Jugada maestra”, “El sacrificio de un líder de verdad”, “¿Qué dicen ahora los que decían que se agarraba al cargo?”, “Con ÉL se vencerá al fascismo” y frases parecidas han sido leídas o escuchadas tras la decisión de abandonar el Gobierno para irse de candidato a la Comunidad de Madrid por parte de Pablo Iglesias. No hay nada como el autoengaño para hacer subir los ánimos de la muchachada, para excitar a las masas… El problema es que luego la realidad es otra y hay que confrontarla. El podemismo es capaz de celebrar como un triunfo una clamorosa derrota, porque derrota es tener que recurrir a amado líder en Madrid y que en el Gobierno del que sale aplaudan hasta los suyos (léase Díaz y Garzón). Aunque quienes más contentos se han puesto son el presidente de España y la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Pensar que sólo por su presencia se va a salvar Unidas Podemos en Madrid, es más, que incluso puede llegar a ser el principal partido de la oposición sólo está en los sueños húmedos de los podemitas, la realidad dice que en las elecciones generales UP tan sólo logró el 13% de los votos en Madrid. Con amado líder al frente de la lista cabe recordar. ¿Puede llegar a ese porcentaje? Sí, podría. A costa de Más Madrid seguramente, aunque realmente la candidata de esta formación, Mónica García, se ha batido el cobre en la lucha pandémica y es bastante respetada por la población madrileña. Algo que amado líder no puede decir en su favor –sólo hay que ver las puntuaciones de su persona en las distintas encuestas-. Es más, en un debate la candidata podría decirle a Iglesias que lo sucedido en las residencias estaba bajo su control y no se conoce que hiciese algo. No vendan la piel del oso antes de cazarlo. De hecho, siguiendo esa lógica, ni habrá unión –amado líder no aceptará el puesto dos que en buena lógica le corresponde por ser fuerza menor en la Asamblea-, ni muchísimos votantes de Más Madrid apoyarán a Iglesias. No lo hicieron hace dos años. Y las gentes de IU de toda la vida tampoco es seguro que le voten.
Justificar el discurso de Ayuso
Si en su campo electoral la cosa no está clara –Ángel Gabilondo le puede confrontar perfectamente en un debate y el PSOE tiene un núcleo duro de votantes-, los que sí salen beneficiados son los partidos de la derecha, PP y Vox. La llegada de ÉL provoca que el complicado de justificar lexema “Socialismo o libertad”, ahora trocado en “Comunismo o libertad”, ahora sea un mensaje que cobra sentido para movilizar a parte de su electorado. Al lexema del socialismo les respondieron que “Socialismo es libertad”, algo que es muy comprensible entre la población madrileña, como se explicó aquí, ante la arrebatada llegada de un personaje que genera asco en buena parte de la sociedad madrileña tiene Isabel Díaz Ayuso un argumento de fuerza, con el que no contaba antes, para incluso arañar votos a Vox. El maniqueísmo en el que se maneja la presidenta, propio de un carácter totalitario como el suyo –y el de amado líder-, le deja expedita la contienda entre el supuesto bien y el supuesto mal. Al contrario, empero, no sucede lo mismo. Después de años de insultos del podemismo a los socialistas, complicado que encuentren respaldo en ese grupo.
Así el aterrizaje de Iglesias en la campaña de la Comunidad de Madrid, con tantísimo ego saliéndole por los poros, no perjudica al PSOE directamente pero sí beneficia a la derecha. Una vez más ÉL sirve de excusa para facilitar el mensaje de la clase dominante e impedir una, poco probable todo sea dicho, victoria de la izquierda en Madrid. Va a salvar a Podemos para que no se quede por debajo del 5% necesario para recibir escaños, pero no deja de ser dar oxígeno a un moribundo en términos madrileños. Mientras tanto su jugada sirve para dar suficiente forraje a la prensa de derechas más cavernícola del universo (incluyendo la prensa de otras galaxias), la cual seguirá jugando alegremente con esas sombras cavernarias que no son sino la mentira y el encubrimiento de 26 años de gobierno de la derecha, donde se supone que no había libertad, ni democracia hasta que llegó Ayuso. Si alguien podía tener dudas y culpabilizar a Ayuso del deterioro económico de la región, de la mala situación de la sanidad, de la falta de ayudas al pequeño comercio o de las colas del hambre, amado líder las disipa, se hablará de ÉL y su combate contra el fascismo (otra sombra chinesca de la caverna).
Porque la prensa, no lo duden por un instante, va a jugar a esa disputa Ayuso-Iglesias ya que les conviene tanto económicamente (más visitas y más dinero en publicidad) como políticamente –se opaca un tanto a Gabilondo y García (les queda El país y alguno más) que son bien vistos por votantes racionales y algo a Vox (lo que permite a Ayuso repartir publicidad institucional como pago por las ayudas recibidas)-. Un maniqueísmo que unos y otros venderán como la lucha entre el bien y el mal. Algo sencillo de digerir por mentes no entrenadas y que apela a la emoción de verse en una lucha crucial para España. Ayuso encantada con ese campo de batalla, que es en el que mejor se mueve y así no responde por una nefasta gestión (¿saben que la Comunidad de Madrid lleva sin presupuestos desde que Ángel Garrido fue presidente?). Amado líder cubre su ego de héroe, que lleva el pecado de la hybris en la frente, y luego se irá a su casa. Porque aguantar dos años en la Asamblea de Madrid es como entrar en el triángulo de las Bermudas informativamente y eso los grandes egos no lo soportan. Por el camino habrá propiciado una casi mayoría de Ayuso.
Sánchez se quita un problema
Pedro Sánchez, como habrán comprobado, no se ha mostrado especialmente sentido o apenado por la salida de amado líder. Tampoco ha puesto pegas a que Yolanda Díaz sea vicepresidenta. Ni se vislumbra una crisis de Gobierno de calado por la salida de Iglesias. En realidad, todos y todas han respirado profundamente con un ánimo de alivio en el cuerpo. La mayoría de las broncas que ha habido, y bastantes, en el Consejo de ministros han sido culpa de amado líder. No tanto por tener la razón o por una cuestión de principios sino de poder. De demostrar quién lleva los pantalones puestos. Esto ya no sucederá. Habrá discusiones, sin duda, pero dentro de una lógica racional y con acuerdos de mínimos (salvo la confidente que deja dentro seguramente). Volverán la normalidad y la cordura a los Consejos. Sánchez ya no tendrá que estar bregando con Iglesias y podrá dedicarse algo más a lo político sin mirar detrás de su espalda por si hay un vicepresidente segundo lanzándole cuchilladas.
Cierto que desde fuera intentará ponerse todas las medallas de lo poco o mucho que se ha hecho, pero es algo que lleva haciendo desde el principio con poco beneficio. Ahora sí podrá ser oposición sin estar en el Gobierno, algo que preocupa entre poco y nada a los ministros y ministras. De hecho, también se le podrá achacar a ÉL su poco trabajo práctico, sus lunes al sol o a las series de televisión, sus programas de televisión, sus mensajes en redes hablando de tonterías que es todo su bagaje gubernamental. Porque hacer, ha hecho más bien poco salvo incordiar. Esto, no lo duden, se lo recordarán desde las derechas también. Ahora tiene tiempo para todo eso sin problemas y Sánchez feliz porque se dedique a esas cosas sin molestarle. Igual el camarlengo monclovita se sentirá triste pero es algo que a los socialistas españoles les importa poco, la gran mayoría, como su presidente y ministros, respiran aliviados. Es como cuando se va de casa el cuñado cojonero. Lo mismo pero en gobierno real. Y ganando votos además.