El presidente del Partido Popular, ese mismo que ocupa el cargo gracias a las maniobras de la imputada Dolores Cospedal, siempre acude a los diversos actos con una falsa sonrisa. Con una mueca típica que muestra su incomodidad con la tarea de aguantar a otras personas, a las que seguramente considere inferiores, o de no estar donde él piensa que debería estar: en lo más alto de las responsabilidades gubernativas. Pues hasta esa falsa sonrisa se le ha borrado desde que se conoció que su valedora, su jefa durante años, su institutriz política está señalada por el caso Villarejo.
Ayer en Ceuta, sin más, contó con la clac del PP no para alabarle, que también, sino para señalar e insultar a los periodistas que cubren la información de ignaro pepero. En realidad deben ser los mismos que insultaron al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando acudió a la ciudad –maniobra típica del PP que viene repitiendo en otras ciudades-. Ahora no insultan a su enemigo del alma sino que acuden para intentar amedrentar a los periodistas. Demuestran nuevamente que la de la libertad de prensa y expresión sólo es postureo, especialmente Pablo Casado que agradeció la berrea de sus afiliados.
Antes de todo esto ya se contó, en más de una ocasión, que a Casado le estaban buscando sustituto. Incluso con la victoria de Isabel Díaz, su puesto no está seguro para quienes tienen el poder suficiente para hacerle caer –que no son los afiliados peperos-. Se ha agarrado con las garras, cual aguilucho, a la pequeña subida prefabricada en algún caso de las encuestas de los últimos tiempos. Pero ahora comienza a tomar un color de piel cadavérico cada día que pasa. Primero porque hacia dentro del partido se ha salido por la tangente con una persona que le ayudó, le aupó y que le mimó durante unos cuantos años mientras estaba en la ejecutiva de M. Rajoy. Pasar al típico “la persona esa de la que usted me habla” en el caso de Cospedal duele a los afiliados. Segundo, está destrozando al PP por dentro poniendo y quitando jefes provinciales que sean fieles a él aunque a nivel social sean tildados de carroña en algún caso. Un cierre de filas hacia su persona que ha copiado a sus oponentes. Y tercero ¿puede asegurar que no va a salir su nombre en alguna de las investigaciones?
Responder a esta pregunta es lo que de verdad inquieta a Casado. Él siempre ha sido un machaca del aparato para cosas sucias de partido y ha tenido reuniones secretas por encargo de sus jefes. Al pisar unos cuantos callos como viene haciendo en los últimos tiempos, las bocas que antes estaban selladas hoy podrían comenzar a abrirse. Casado tiene miedo, mucho miedo y lo de Cospedal ha sido la puntilla a su bochornosa imagen. Para su desgracia la prensa de izquierdas ha pillado hueso que roer y no la van a soltar así como así, por lo que la mayoría de inventos de la prensa de derechas como mucho equilibran, pero Vox podría aprovechar para hacer más daño señalando que ellos no son corruptos… todavía.