Cobarde, medroso, encogido, pusilánime, blando, flojo, cagado, gallina, menguado, mandilón, miedica o mierdecilla son calificativos que pueden aplicarse al jefe de la ¿derechita cobarde?, o lo que es lo mismo al presidente del PP. Sintiendo un frío sudor desde que la ¿derechita valiente? convocase, mediante la utilización de personajes del pleistoceno (Díaz y Savater), Pablo Casado no sabía cómo evitar una nueva “foto de Colón”. Y ha acabado optando por la huida con el rabo entre las piernas. Ni se ha asomado a la plaza de Colón permaneciendo en la calle Génova, como si fuese una cueva protectora. Bueno, cueva hay en esa calle, pero de ladrones.
No ha querido fotografiarse junto a Santiago Abascal, ni con los dinosaurios del mal (esos que dividen a los españoles entre buenos y malos si no les hacen caso –por cierto, ahora que está de moda lo rojipardo y el jonsismo, Ramiro Ledesma tenía mejor opinión de sus contrincantes, a los que quería atraer, que esta gente-), se ha quedado escondido en un lateral con una cagalera como ya no se recuerdan. Le ha entregado una victoria a Vox sin comerlo, ni beberlo. De hecho los voxeros han tenido la valentía de enfrentarle en las mismas puertas de la sede pagada con dinero B, con un recuerdo sencillo, que fue al PP a quien se les escaparon los sediciosos que hoy viven a cuerpo de rey en parajes de la media Europa.
Da igual lo que haya dicho, de hecho nadie podría decir con seguridad qué ha dicho o explicado el sinsorgo pepero, esa imagen de temor, de cagancho, de huida de la foto junto a sus “hermanos” de la derecha, tapa cualquier discurso. Los que les acusan de “derechita cobarde” tienen una imagen que mostrar. Y no es un invento, ni una noticia falsa, es una realidad que Casado se acobarda cuando, al menos las gentes de derechas, se esperaba valentía y tomar el mando de las operaciones. Cabe recordar que parte de culpa del embrollo catalán es del PP y es a ellos a quienes les han montado dos referéndums y una declaración de independencia. Para quitarse esa losa, miles de militantes del PP esperaban un gesto de su dirigente máximo… y va el tipo y se queda agazapado.
La cagada de Ayuso
Y mientras uno se escondía, otra, la nueva diva de la derecha –mientras que financie a los medios de comunicación que la adoran- metía la pata hasta el corvejón. Envuelta en una bandera muy constitucionalista y libertaria, Isabel Díaz ha señalado al jefe del Estado como cómplice de los posibles indultos a los sediciosos. Miguel Ángel Rodríguez se quejaba hace poco porque decían de su protegida que era tonta…, con lo de ayer sería noble que reconociese que muy lista no es. El monarca, como han salido a explicar desde la derecha monárquica, tiene la obligación constitucional de firmar los acuerdos del consejo de ministros. Le guste más o menos. Esa pregunta “Y el rey ¿va a firmar los indultos?” será la losa para Díaz.
Lo de las cañas le funcionó para ganar unas elecciones bajo un contexto especial –hoy unos se quejan de que los que toman cañas molestan mucho y otros que les quitan terrazas para que se tomen cañas, la típica contradicción producto de las mentiras peperas-, pero intentar hacer que el rey sea un rey de parte –de la suya obviamente- es algo que sólo Mussolini consiguió. Y así acabaron los dos. Ni a Franco, que luchaba por España y el rey, se le ocurrió semejante estupidez y bien que dejó en el exilio a Juan de Borbón –luego puso al hijo recuperando aquello de “para lo que me queda en el convento me cago dentro”-. Los amanuenses de la ninfa madrileña de la derecha rápidamente han salido a intentar decir que ha dicho otra cosa (ya saben El mundo y ABC), pero las imágenes con voz son claras y han enfadado a más de uno y de dos. También cabe la posibilidad de que la hybris haya hecho efecto en su cabeza y se vea como la próxima presidenta de la III República española, sueño húmedo que acarician desde el aznarismo y el falangismo tiempo ha.
Y para colmo aparece el alcalde José Luis Martínez Almeida a alabar la concentración cuando no hace ni tres semanas cargaba contra los aficionados del Atlético de Madrid que querían acudir a la fuente de Neptuno a celebrar la victoria en la La Liga. Luego se hace el muy rojiblanco, pero al final es lo que es, un tipejo para el que los suyos pueden hacer lo que quieran pero a los demás hay que darles palos y prohibirles todo lo que no encaje con los deseos de la calle Génova. Ya Cristina Cifuentes mandó a los antidisturbios a pegar a los aficionados atléticos, así que nada anormal. En el PP siempre prohíben cosas al Atlético de Madrid. Y luego irán Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo a pelotearles y lamerles las posaderas. 25.000 personas de derechas sí, 5.000 personas del Atleti no, porque igual hay gente de izquierdas o comunista entre esas cinco mil.
El día que esperaban fuera de gloria en el PP ha terminado siendo un fracaso enorme. Un jefe máximo con cagalera. Una diva siendo más republicana que los anhelantes de la segunda. Y un alcalde obviando el coronavirus en una concentración de 25.000 personas y prohibiendo a las gentes rojiblancas celebrar un éxito. Hay días en que es mejor no levantarse de la cama y ayer para los peperos fue uno de esos días. Y lo peor es que nadie sabe lo que se ha dicho, se han quedado en el meme perpetuo que es la derecha española.