Reunión, lo que se dice reunión, no hubo. Pasilleo como mucho. Nuevamente el camarlengo monclovita ha vuelto a pasarse de rosca, a presumir de lo que no tenía, a prever algo que no sabía si se podría producir… Iván Redondo, el maestro de las emociones, ha vuelto a meter la pata perjudicando al presidente del Gobierno de España. No a Pedro Sánchez, sino al presidente de todos los españoles (de los buenos y los malos). La semana pasada, el grupo de amanuenses del camarlengo, sostuvieron que sí, que habría una reunión (sin tiempo determinado) entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y el español (insinuando que incluso hablarían sobre el gran aliado que es España frente a Marruecos). Y como tal no ha existido más que una charla de pasillo de 45 segundos (sí los hay mamoncetes que cuentan hasta el tiempo).
¿Importa? Realmente si no hubiesen dicho nada, el pasilleo se podría haber vendido como algo fraternal, como el buen uso del idioma inglés del presidente, como cualquier producto de marketing político que gusta tanto a los camarlengos y comunicólogos del espectáculo y la nada. El problema es que, al insistir una y otra vez en la existencia de una reunión, el presidente Sánchez ha quedado para carne de meme. Redondo no sólo ha fracasado en sus “supuestos” contactos con el jefe de gabinete de Biden, sino que ha dejado a su jefe al pie de los cañones, las risas y los memes. Ha generado más daño que beneficio. Y no es la primera vez, recuérdese que hace bien poco se encargó del mayor fracaso del PSOE en Madrid de la historia haciendo pasar a Ángel Gabilondo por un radical, que es una figura totalmente contraria a la imagen que se tiene de él. De hecho se podría decir que los dos últimos golpetazos a Sánchez son culpa del camarlengo monclovita.
Desde las redes del PSOE se está intentando tapar, en lo posible, ese fracaso con personas, que de buena fe, insisten en que ha sido una reunión porque tampoco se había especificado el tiempo o cualquier otra irrelevancia. En algunos casos son tan fervientes defensores que no se percatan de la realidad. De hecho si Sánchez legislase para que se guillotinase a cierto grupo de personas, dirían que algo habrán hecho, y cuando les tocase a esas personas pasar por el cadalso serían capaces de alegar que los dos verdugos que les conducen realmente les llevan de visita. O jurarían, como sucedía en los procesos de Moscú, que se han equivocado o que son culpables con total seguridad. Pero la mayoría de militantes y votantes del PSOE se habrán quedado asombrados al ver que la famosa reunión (con la que se reían frente a Pablo Casado y Susana Díaz ayer mismo) ha quedado en nada. Y más cuando igual Biden ni se ha enterado de lo que le contaba, que entre el jetlag y la cabeza como la tiene…
Desde luego sí que se tira por el barranco con su jefe, pero después de empujarle él mismo. Cualquier asesor que se precie no actuaría como un mierdecilla postrado al imperialismo estadounidense. Salvo que quiera darse a conocer en aquellos lares para ver si rasca cheques en un futuro. Si Biden no desea reunirse con Sánchez, por los motivos que sean, el camino a seguir no es buscar la postración al imperio, sino confrontarle. Seis minutos tendría que tardar en buscar una reunión con Vladimir Putin, por ejemplo. Y lo peor es que convenza a su jefe de pronunciar alguna frase como la siguiente: “Mire si me ha dado de sí la conversación que hemos estado hablando de reforzar los lazos militares, de la situación en Latinoamérica y le he felicitado por la agenda progresista que ha puesto en marcha”. Por muy acémilas que se piense que son las masas, tienen el suficiente nivel cognitivo para suponer que en 45 segundos de todo eso, seguro que no se puede hablar. De hecho ha tardado más en explicar de qué han hablado de lo que ha durado el pasilleo.
Nuevo fracaso del camarlengo monclovita (recuérdese que la aniquilación de Díaz en Andalucía la han gestado las personas de Ferraz, aunque trabajen en Moncloa) que de no ser por la flor en el culo del presidente, estaría ya medio muerto. Buen retrato le ha hecho Graciano Palomo en un libro que ha acaba de ser publicado (como se dio cuenta en nuestro resumen de novedades), pese a que Redondo intentó que no se publicase. Igual también llama para que retiren este artículo porque este hombre gusta mucho de ponerse medallas, pero los fracasos suelen ser de otros. Cuando se juega con fuegos artificiales, que sí, que son muy espectaculares, cabe el riesgo de quemarse. Ya va una segunda quemazón a Sánchez. Y lo peor es que las reuniones que sí ha mantenido acaban pasando sin pena ni gloria (Johnson y Erdogan). Ahora le toca vender una reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN como el mayor éxito diplomático de la historia, cuando se realizan casi cada año, para sacar la pata que había metido. O vender una moto del deseo irrefrenable que había entre los mandatarios por conocerse. En realidad, Sánchez ha aparentado ser un comeorejas de discoteca. Da igual lo que se negocie o se hable en la cumbre de la OTAN, todo ha quedado reducido a un meme… ¡Buen trabajo Iván!