Si ustedes han estado prestando atención a la polémica sobre la reforma/derogación de la legislación laboral del PP del desconocido M. Rajoy, podrán decir al resto de los españoles qué aspectos han sido los causantes. O ¿no podrán? Que se haya conocido por boca de los interlocutores tan sólo se ha conocido la disputa por la presencia o no de los empresarios en las negociaciones y la ministra de Economía, Nadia Calviño. ¿Han dicho algo sobre la prevalencia de los convenios de sector? No. ¿Han dicho algo sobre los salarios de tramitación? No. ¿Han dicho algo sobre la eliminación de ciertas temporalidades en los contratos? No. ¿Cuál era el problema?
Esta batalla, así la han presentado los medios afines al futuro Frente Amplio (que son los de siempre con otro nombre); así la han recogido los medios cavernarios para dañar al presidente; así nos la han hecho tragar. En realidad lo que ha habido es una GRAN ESTAFA a los españoles en general y a la clase trabajadora en particular. Lo curioso es que se han filtrado mentiras, en ambos lados, y han aparecido los tontos útiles de la verdadera izquierda señalando que el PSOE no quería derogar este o aquel artículo, cuando en realidad nadie sabe ni qué artículos se van a tocar.
Cuando los dimes y diretes ha conllevado dos reuniones, pero la segunda apenas ha durado quince minutos, significa que en el fondo de la cuestión estaban de acuerdo. Las formas es lo que parece haber sido la causa del enojo de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y su alegre muchachada. Cuando Pedro Sánchez dijo en Valencia, por décima ocasión, que se iba a derogar/reformar la legislación laboral del PP, lo cual fue refrendado por la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra (que des ese día ha estado muda), los sudores fríos debieron caer por la frente de la dirigencia podemita. Elles que son tan de apuntarse las legislaciones de todo el gobierno (y eso que sólo tienen 35 diputados, como lloran por las redes sociales), ahora no querían compartir esta ¿reforma?
No busquen cuestiones conspiranoicas, ni nada por el estilo. Ni Calviño es la madrastra mala que sólo trabaja para los empresarios, ni Díaz es el adalid de la clase trabajadora para la consecución del “reino de la libertad”. Ha sido todo una gran farsa por ver quién se apuntaba el tanto; para descolocar a tres damas en Podemos; y para alimentar a los medios del podemismo que estaban bajando el lectores. Un engaño para aparentar pues la reforma laboral ya habría sido aprobada por Bruselas y no hay más que rascar, salvo para empeorar. Burdo intento del futuro Frente Amplio para ganar seis votos o para hacérselos perder al PSOE, que es algo que pone cachondes a les morades. Porque importarles la clase trabajadora no está en su plan de pensiones personal.