Está poniéndose la cosa divertida en el Partido Popular. Las navajas albaceteñas han hecho su aparición y las están utilizando, junto a otra munición, para ganar la batalla que no es sólo por la presidencia del PP de Madrid, sino algo más. Las fuerzas del averno se han apoderado de los distintos aparatos del partido y no es un empeño de Pablo Casado para impedir un supuesto relevo por Isabel Díaz en un futuro. Esta última es incapaz de traspasar las fronteras de Madrid (ella piensa que es España porque Madrid es España y España es Madrid, pero eso sólo está en su cabeza) en realidad. Impedir que Díaz presida el PP madrileño es una salvaguarda frente a los aires del sur, las borrascas del norte o el fulminante de la clase dominante.
Entre el armamento utilizado en esta cruenta batalla, entre quienes eran amigos del alma y mucho más, está la prensa madrileña y la foránea. Al ser la Comunidad de Madrid, junto a la Junta de Andalucía, la que mantiene a muchos medios de comunicación con vida (a los propiamente madrileños mucho más), no les queda más remedio a La razón, ABC y otros menores que publicar todas las filtraciones interesadas de Díaz. Los medios más imbricados a la CEOE, empero, están más dispuestos a publicar las filtraciones interesadas de la calle Génova. Si ustedes tienen la paciencia de leer los titulares de todos esos medios sabrán perfectamente a qué ejército pertenece cada uno.
Teodoro García-Egea no quiere a Díaz y prefiere a José Luis Martínez-Almeida porque son conscientes del poder mediático, subvencionado, que tiene la baronesa de los ojos vueltos y el daño que les hace a nivel nacional. Un daño que no se encamina hacia la sustitución, carece del apoyo de los demás barones territoriales, pero que les perjudica de cara a las batallas contra el Gobierno del Pedro Sánchez. Cualificar a una voz indeseable con una presidencia no es lo que desean en la planta noble de la calle Génova. Además, esta ebullición ayusista no está garantizada a medio plazo en Madrid porque las costuras se están descosiendo. Díaz tiene la suerte de una oposición más inútil que ella y que le permite seguir en el candelero, pero cansa. Y Vox no ha dicho su última palabra (lean la entrevista a Santiago Abascal en El debate).
El miedo de Casado es a Juan Manuel Moreno Bonilla, a Alberto Núñez Feijóo o a un tapado que está trabajando con tranquilidad cierta fracción de la clase dominante. El miedo de Casado es al poder económico, no a la bloqueadora de teléfonos. El miedo de Casado es a Vox que le está comiendo el terreno poco a poco. El miedo del resto del PP es a la incapacidad manifiesta de Casado, la cual se demuestra día a día, palabra a palabra. Hace mucho tiempo que le pusieron el cartel de “Se traspasa” al sinsorgo, pero no tienen en vistas al candidato ideal. Mientras tanto, les alimenta la pelea a navajazos para que se autodestruyan los dos personajes nefastos. Díaz ha tocado y señalado a alguna persona que no debía y que está ahí por gracia de la clase dominante… lo pagará.