En América van a terminar de odiar más a los españoles de lo que pueden hacerlo en la actualidad. Vale que no les hagamos mucho caso salvo para la cosa de los negocios pero esto de enviarles a José Luis Rodríguez Zapatero, a Irene Montero, a Adriana Lastra (todos miembros del grupo de Puebla), a Santiago Abascal y ahora al presidente del PP no se hace ni al peor enemigo. En el último caso, además, con la sana intención de extender el ridículo perpetuo que en España ya es conocido.
Pablo Casado, como no tiene ya quien le haga caso en España -porque ha logrado cansar hasta al BOE del PP (El Mundo)-, se va a hacer las Américas llevando allí su incapacidad manifiesta para cualquier cuestión política… bueno, para cualquier cuestión. Lo mejor de todo es la pose de chulo con cubata en la mano que utiliza antes de hablar y las fotos. Como esos personajes que el roce del pelo de una mujer lo cuentan como sexo. Esto es propio de la personalidad del tipo, pero que deje a España mal es problema de todos.
No sabe ni de lo que habla
El problema de Casado es que le dieron una chuleta con cuatro ideas en FAES (ahí no había asignaturas que aprobar) y las suelta y mezcla sin ton ni son. Debe pensar que en Chile o Argentina son mastuerzos intelectuales (típica pose del chulito de barra de pub) y vale cualquier cosa que diga. En su mente la mitad de la población debe ir con taparrabos porque no se entiende que intente explicar el indigenismo a los que lo viven día a día.
Quiere montar un PP internacional, básicamente Europa y América que es a lo máximo que llega su mente prodigiosa, para hacer frente al Grupo de Puebla. Ese grupo, en esto tiene cierta razón, que apoya dictaduras y candidatos sospechosos. Bueno, tan sospechosos como los que él apoya, léase José Antonio Kast en Chile e Iván Duque en Colombia. Es tan ridículo que tras criticar a los que apoyan dictaduras señala que el candidato Kast ha tenido sus cariños con la dictadura de Pinochet (que parece que es buena como decían los Chicago boy’s y es algo normal para un hijo de exiliado nazi) y Duque mata a manifestantes a tiros.
Buenismo con excepciones
En su charla en el Centro de Estudios Públicos, de thatcheriano recuerdo, salió su vena buenista. Allí afirmó que “no hay que diferenciar a la gente ni por raza, ni por religión, ni por orientación sexual, ni por lengua…”. Una declaración muy acorde al pensamiento ilustrado si no fuera porque él sí que diferencia por lengua y por religión (sólo le gusta la cristiana, tirando a protestante, y la judía). Lo decía porque el indigenismo y el nacionalismo son dos lacras iguales.
¿En qué cabeza cabe igualar una posición premoderna con una moderna? Sólo en la cabeza de Casado. Lo más gracioso es que en el vídeo afirma, casi al final, que esas divisiones indigenistas-etnicistas acaban por disgregar a la nación. “¿Pero no era malo el nacionalismo?”, cabría preguntarle. Entre otras cosas porque no hay naciones sin nacionalistas. El caso es que a él no le gustan los colectivismos salvo el suyo. Sólo hay individuos viene a decir pero reconocer que la sociedad civil debe ser fuerte y ¿qué hay en la sociedad sino colectivos?
No sabe ni qué es una nación y su vinculación al capitalismo
Es tan inculto que ni sabe que el Estado-nación, donde hay nacionalismo, se formó a mayor gloria del capitalismo que tanto le gusta. Ese colectivismo lo crearon los liberales para homogeneizar el mercado interior dentro de un Estado y así poder hacer mayor acumulación, tener garantías monetarias y control del proletariado. La nación servía para todo eso. Y no es algo que digan intelectuales rojeras, lo dice un católico como William T. Cavanaugh (Migraciones de lo sagrado, editorial Nuevo Inicio).
Esos católicos no le gustan porque es un protestante camuflado, pero la tontería ante gente estudiada y con más cabeza que él es importante. El indigenismo puede ser malo (es una cuestión subjetiva) pero compararlo con su contrario que es el nacionalismo es de idiotas. Claro que en la cabeza de Casado el nacionalismo es sólo el catalán, no el español. Y las discriminaciones sólo se hacen con los catalogados malos. En realidad dice tantas tonterías que no se sabe bien qué es lo que quiere decir en algunos momentos.
Apoyar a dictaduras es malo, salvo si lo hago yo
Su máxima preocupación en América Latina son las dictaduras de izquierdas y de derechas populistas (tampoco le gusta Bolsonaro) y por ello hay que actuar contra aquellos que las apoyan, sean de Podemos, sean de Argentina o Chile. Bien una muy buena posición política, siempre y cuando no se perdonen a los que apoyan a día de hoy a Pinochet, a la dictadura argentina o a Franco. En eso tiene toda la razón, pero ¿qué decir de aquellos que han hecho negocios con dictadores?
Casado fue uno de los muchachos de José María Aznar encargados de hacer negocietes con la dictadura de Gadafi en Libia. Puede que fuese el típico “nuestro hijo de puta”, y los libios hoy viven bastante peor, pero es cuestiones éticas no hay trampas. No las hay salvo que te importen una higa las dictaduras y sólo actúes ideológica y materialmente. Si es una dictadura con la que hacer negocios buenos, son amigos y si no se pueden hacer malos. No se puede ser halcón y paloma a la vez.
Mala imagen de España
Se quejaba estando en aquellos lares Casado de los pocos viajes que ha hecho el presidente Pedro Sánchez a aquellas tierras, cuando habría que tener más contacto permanente. Puede tener razón, pero si el presidente del gobierno siempre hace el ridículo a nivel internacional ¿por qué ha de ir más y así dejar el pabellón español arriado? Si va es malo y si no va también.
El problema es que desde la derecha han enviado a Albert Rivera (bajo apoyo de Aznar y algún grupo conectado con la CIA y el sionismo) y a Casado. Antes ya estuvieron Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón… Más ridículo que eso es imposible. ¿Esta es la imagen que ofrecen a los amigos americanos?
Al menos aquellos no calificaron a los paraguayos que viven en España como lumpen, ni hablaron de colectivizaciones como la hispanidad (Casado tiene colectividades a porrillo), ni insultaron al gobierno. Porque lo peor no son las tonterías que suele decir –en España ya se está acostumbrado- sino que va dejando mal el nombre de España por donde pasa. Lástima que nadie les recordase a las personas de esas tierras que en España le llaman Fra-Casado.