La del 36 puede quedarse en una batallita en comparación con la que puede montar la clase política actual. Da igual a qué lugar se mire, allí hay un idiota con cargo presto a imponer una limitación, a decir una estulticia o a llenar los bolsillos de alguna farmacéutica con test que no han conseguido colocar. Desde el centro a la periferia muestran que mientras están con sus cosas de políticos y sus batallas cansan y aburren, malgastan pero dejan en paz a las personas. Esto genera un hartazgo que alimenta un posible estallido social, pero no hay chispa para encender el fuego (¿purificador?).
Andan los españoles bastante cansados con todos los políticos. Hablan de cosas que importan entre cero y nada en la mayoría de las ocasiones; no han mostrado tener capacidades y virtudes para estar en los cargos que ostentan; están vendidos a fracciones económicas de la clase dominante; se tragan todo lo que les dicen en la Unión Europea sin mirar las verdaderas necesidades del pueblo; y así hasta contar un sinfín de cuestiones que provocan un disentimiento de la política cada vez mayor. Y da lo mismo que sea un gobierno nacional, uno autonómico, o de la oposición.
Pasaporte Covid
La idea del pasaporte Covid sólo tiene explicación como medida de presión para los antivacunas. El problema es que en España son pocos, en comparación con otros países, y la obligación de su uso para entrar en un restaurante no tiene ningún sentido de prevención. ¿Cómo es eso posible? Porque por mucho que se haya vacunado una persona se puede contagiar y puede contagiar. ¿Para qué sirve entonces el pasaporte Covid? Para nada en realidad.
Presidentes como Ximo Puig han hecho gala de haberlo instaurado y no se sabe bien si lo hace por estupidez, por desconocimiento o directamente por totalitarismo. Los nazis ya tenían su Gesundheitpaẞ para entrar a recintos públicos y parece que a los políticos actuales les hace gracia recuperar algo parecido. Bueno en ciertas regiones no sería de extrañar que quisiesen dejar un pasaporte de estilo nazi de pureza sanitaria. Quieren limitar la vida de las personas sin una causa médica justificada. Puede contagiar un antivacunas y un vacunado porque el pasaporte sólo recoge la vacunación. Sin más.
Test de antígenos ¿para qué?
Los test de antígenos, cuya eficacia no es que sea alta, sirven para determinar si alguien tiene coronavirus o no. El problema es que si marca como positivo es seguro que se tiene y si es negativo no es seguro que no se esté contagiado. Hacerse test como si no hubiese un mañana es una más de las estupideces de la clase política y de muchos expertos médicos que no saben ni por dónde vienen las cosas. Si alguien no tiene síntomas, ni ha estado cerca de un contagiado ¿para qué hacerse un test a fin de comer con esas personas con las que come todos los domingos?
Isabel Díaz Ayuso, como ha decidido no hacer PCRs, ahora manda hacerse test de antígenos no vaya a ser que alguna farmacéutica no logre colocarlos antes de que caduquen. Normal que otros muy listos como Francisco Núñez estén exigiendo a Emiliano García-Page que llene Castilla-La Mancha de test. Han dado la orden desde Génova y algo rascarán cuando toque. Si no hay síntomas el test puede generar una falsa seguridad, además del coste. Imaginen diez millones de españoles haciéndose esos test a 8 euros cabeza… Alguien gana 80 millones.
Mascarillas en la calle, encierros puntuales…
Lo peor de todo es el estado de pánico que están generando en las personas. Todo el mundo era consciente de que había que celebrar con cuidado. Todo el mundo ha sido sumamente responsable durante esta pandemia. Sólo hay que montarse en el metro, pasear por la calle, ir a los centros de trabajo… ¡Ah, que de eso no saben! Normal que digan estupideces como Alberto Núñez Feijóo que quiere restablecer el uso de las mascarillas por la calle –cuando a él le pillaron sin ella cuando era obligatorio llevarla junto a Casado-.
Las personas no van a aceptar ni encierros, ni mascarillas en exteriores, ni leches fritas ya. Han acabado con la paciencia de los españoles. Y no porque sean cuestiones sanitarias sino porque se observa que esa clase política no ha aprendido nada de nada durante la pandemia. Las personas han aguantado con estoicismo todo lo que ha venido, pero no están dispuestas a volver hacia atrás, ni aguantar más tonterías de una clase dirigente completamente incapaz. Que hoy dice una cosa y mañana la siguiente.
UCI con menos personas y menos muertos
Si algo ha demostrado la vacunación es que quienes se infectan de coronavirus pasan la enfermedad de mejor forma que antes. Se ve en las cifras de ingresos en UCI y muertos. Lógico que en invierno aumenten los casos, se está en invierno y eso facilita la transmisión, como las gripes. También que se acumula más mierda vírica en las oficinas. Pero decir como Fernando Simón –que cada vez que habla recuerda al Simón de la canción de Radio Futura- que hay que cenar con las ventanas abiertas es tomar el pelo a las personas y encabronarlas de manera gratuita.
Han pasado casi dos años y siguen dando bandazos. Eso sí, bien que han aprovechado para desmontar, especialmente donde gobierna el PP, la Atención Primaria; despedir a personal sanitario; y poner en jaque uno de los mejores sistemas de salud del mundo buscando que los incautos acaben en los seguros privados para consultas de catarros. Sí, porque los seguros privados no les cubren los graves problemas de enfermedades –salvo que se paguen fortunas-. En eso sí está la clase política.
Para proponer todo esto lo primero que tendría que hacer la clase política es dar ejemplo. Cuando estén los diputados, ministros presidentes, consejeros y demás comiendo en sus casas con mascarillas y las ventanas abiertas, cogiendo el metro o el autobús hasta arriba, yendo a comer con pasaporte Covid (incluyendo a Pedro Sánchez), etcétera, sólo entonces podrá entenderse que igual sí lo hacen por algo sanitario. No lo verán.
Totalitarismo encubierto
No es extraño que en todos los países europeos haya movilizaciones contra el pasaporte Covid y otras medidas. No es por una cuestión de libertad, que también, sino que parece que está la clase dominante aprovechando la pandemia para ver hasta qué punto pueden condicionar punitivamente las vidas de las personas. Los intelectuales Diego Fusaro y Giorgio Agamben están dando la batalla en Italia, por ejemplo. Aquí, además de carecer de verdaderos intelectuales, están todos a ver si es de los míos o los otros para hablar.
El pasaporte Covid es una medida dictatorial que carece de sentido sanitario y el resto de medidas que plantean ahora tres cuartos de lo mismo. Una vez que las grandes distribuidoras han hecho caja, se puede masacrar al pequeño comercio y la restauración. Porque no duden que van a ser los perjudicados. La gente está al borde del estallido social, el miércoles veremos si la clase política acaba por encender la mecha. Aunque en realidad, como buenos españoles, al final, y más siendo Navidad, se hará caso omiso de la dirigencias menos preparada de la historia.