El mininistro de Consumo Alberto Garzón ha sido el centro de la polémica en el comienzo del año. Unas declaraciones, que posteriormente él mismo ha intentado manipular a cuenta de que nadie iba a mirar la entrevista en The Guardian, han provocado el malestar de partidos políticos, asociaciones ganaderas y público en general. Sólo a alguien de la capacidad mental del malagueño se le ocurre decir a los hijos de la pérfida Albión que España exporta carne de mala calidad y de animales maltratados. Sí de ganadería intensiva pero generalizando pues hay intensivistas que cumplen las leyes y otros habrá que no.
Si alguien piensa que los españoles se pueden alimentar, a día de hoy y ya veremos a futuro, sin ganadería intensiva es que vive en una fantasía de unicornios ecológicos y pasteles de tofu. Sin ese tipo de ganadería la Comunidad de Madrid, por ejemplo, estaría desabastecida y nada de corderito el fin de semana, ni el chuletón, ni el morcón para el cocido. Bueno, algunos sí tendrían eso al doble de precio seguramente. Ahora bien, ¿la ganadería intensiva es más lesiva para el medio ambiente? Sí ¿El producto de ese tipo de industria es peor que la de la extensiva? En parte sí. O ¿se piensan que los ganaderos extensivos no ceban a las bestias con piensos?
Los datos
Tomando como referencia el estudio de Greenpeace –para que no se piense que la información es interesada-, en España se sacrificaron para consumo 910 millones de cabezas para consumo cárnico. Principalmente fueron aves, luego porcino, bovino, ovino y caprino, equino y otros animales. Como pueden comprender no todos los jamones son de pata negra, de bellota o ibérico, hay más jamón serrano y cocido. Del cerdo todo se aprovecha y por ello el 65% del consumo de carne fue porcino (se incluyen todos los embutidos). Luego el avícola y el bovino.
Dependiendo de tipo de terreno y la posibilidad de extensión de los mismos la distribución de la producción es desigual. Destacan Aragón y Cataluña como productores de porcino (con aumentos significativos de explotaciones intensivas en Murcia), mientras que Madrid, La Rioja, Canarias, Ceuta y Melilla casi carecen de explotaciones. La ganadería extensiva bovina es preferente en Galicia, Asturias, Extremadura y Castilla y León, mientras que en la avícola se cuela Castilla-La Mancha. Cabe destacar que dentro de todas las cabezas de ganado hay que incluir los animales que sirven para producir huevos, leche y derivados.
Lo que no cuenta Garzón
Ha decidido el ministro de las verduras preocuparse de una producción ecológica, obviando que los ministros del PSOE ya están legislando en ese sentido, con más cabeza que él, o que comunidades autónomas gobernadas por el PSOE están limitando la ganadería intensiva. Podría hablar de las producciones catalanas, pero ahí se achanta porque son aliados.
La realidad es que los memes que han distribuido los podemitas -donde se ve unas vacas tranquilas en el campo y se señala que esa carne sí y al lado, o abajo, unas vacas (en ocasiones de leche porque debe ser que no saben distinguir las vacas y no saben cómo funciona el proceso de extracción de la leche) hacinadas y diciendo que esa carne es mala- esconden que no se podría alimentar España con sólo la primera producción. Eso lo ocultan.
Y no lo dicen porque siguen diciendo que representan a la clase trabajadora y no quieren que se vea que los quieren dejar sin comer carne. Uno de los grandes avances de la lucha de clases fue que los nutrientes animales llegasen a la mesa de la clase trabajadora. Ahora dicen que un simple bocadillo de mortadela es malo, que la chavalería debería merendar apio o algo por el estilo.
Lo que propone Garzón
La propuesta del ministro, copiada de Greenpeace y objetivos del milenio, es que en España se reduzca en consumo de carne (pollo, cerdo, vaca, cordero, etc.) un 73% en 2030. De aquí a nueve años hay que reducir esa cantidad en el consumo. Comer carne (de todo tipo) dos veces a la semana como mucho (incluyendo el chorizo de las lentejas) y que toda la producción ganadera sea ecológica y extensiva. En realidad la intensiva no haría ni falta de seguir esa proporción. Volver a celebrar comer un pollo asado el fin de semana, eso sí criado a base de maíz y a treinta euros el kilo. El ganadero de extensiva al no tener competencia, y como el gobierno no piensa intervenir los precios, podrá salir de la miseria actual y poner el precio que desee para quien quiera consumir.
Lo que no hace Garzón
Se jactaba Garzón, ante las críticas, que él como mininistro de Consumo estaba autorizado para hablar sobre las granjas y demás dilemática. Puede hablar de lo que quiera sin mentir, sin ocultar datos y a ser posible sin perjudicar a España, pero debería estar a otras cosas que afectan mucho más a su encomienda. En España hay casi un 6% de inflación derivada del aumento de los precios en el consumo. ¿Hace algo para frenar esa escalada? ¿Tiene pensado tomar algún tipo de medida al respecto?
Curioso que el aumento de la inflación sea algo sumamente lesivo para la clase trabajadora, que ve cómo sus misérrimos ingresos pierden valor, y el mininistro Garzón esté a verlas venir. Que si muñecas, que si carne, que si la abuela fuma pero una inflación galopante que debe ser que a él no le afecta. La comida, producto de primera necesidad, ha subido un 28% en el mundo; las gasolinas con precios por los cielos (fundamental para las clases populares de la España periférica); y así con todo lo que afecta a las personas.
Despistando y poniendo alfombra roja a la derecha
Después del fracaso de la derogación reformada de la reforma laboral (maquillaje jurídico), sale Garzón a fastidiar las exportaciones españolas y a hacer de yogi verde ocultando que, en realidad, lo que se pretende es quitar de comer a las clases populares. Saben que no hay extensión suficiente para alimentar a España al nivel actual (que tampoco sea de comer chuletones todos los días, sino mucho pollo y cerdo) pero hay que venderlo como derecho de los seres sintientes (como si la tripa vacía de 13 millones de personas no sintiese) para aparentar.
Y lo peor de todo es que pone una alfombra roja a la derecha, a las puertas de un proceso electoral, que va a utilizar sus palabras para decir que se quiere acabar con el mundo rural. Muchas luces jamás ha tenido Garzón (ya saben que sus libros son resúmenes de otros libros –si no lo sabían ya lo saben-), pero hasta ahora no había sido tan evidente. Muchas veces tener razón no exime de equivocarte por no plantear las cuestiones en modo y forma. Claro que la ganadería extensiva es mejor, también lo es que España no tiene capacidad para generar lo que se demanda. Así que sólo cabe o dejar de comer carne o hacer las cosas bien y con cabeza. Demasiado pensar para Garzón.