Como el Pisuerga que pasa por Valladolid, el establishment español va a conseguir reconfigurar el régimen del 78 a su gusto. Gracias a la puñalada en la espalda ejecutada por Isabel Díaz Ayuso contra Pablo Casado, se les abren las puertas para tener unos dirigentes políticos de su gusto. Al menos en una parte del tablero y en parte de la otra. Una clase política que les permita hacer negocios con tranquilidad y sin sobresaltos constantes. Se ilusionaron con Ciudadanos, pero les salió rana la operación. Lo intentaron con Soraya Sáenz de Santamaría, pero el aparato pepero se jugó todo a Casado… el pecado llevan la penitencia.
Pensar que el establishment está preocupado por Vox es no conocer las políticas económicas del partido de la derecha alternativa. No molestan al establishment porque no van a tocar sus dividendos, ni sus prerrogativas. Si hubiese un cambio PP-Vox seguirían tan tranquilos. Por la izquierda la autodestrucción de Unidas Podemos-PCE-IU y demás chavalería les ha alegrado. Además tienen a Más País en la recamara por si hiciesen falta. Una izquierda alternativa globalista, capitalista y en la defensa de minorías tan minoritarias que sólo generan extravagancia.
Ayuso se retira de lo nacional
Casado está dando boqueadas como un besugo que acaban de sacar del mar y busca “recuperar el aliento”. Muerto a la espera de enterrarle. Cuando algún medio todavía parece que no se han enterado del runrún de los mentideros madrileños, la mayoría ya están apostando por el sucesor. Que no es otro que Alberto Núñez Feijóo. Si Ayuso pensaba en términos nacionales al filtrar la noticia de las investigaciones de octubre-noviembre, va a acabar arrinconada para siempre en Madrid. Si es que no se decide cargársela también.
Para hacer un poco de trumpismo ya está Vox, no hacen falta más. Toca recuperar la moderación en las formas en el PP. En el PSOE ya se verá. Todos los medios controlados por banco Santander, ACS, grupo Planeta y demás están señalando al sucesor. Ya han decidido por los militantes peperos. Una vez fueron por libre y la cagaron con Casado. Y se ha demostrado que el bolso en el asiento de Rajoy lo hubiese hecho mucho mejor. Ni Juan Manuel Moreno Bonilla (agarrado al sofá de San Telmo con garras que ni un águila), ni los demás barones menores aspiran al trono pepero, pero sí apoyan al gallego para ello. Y saben que Ayuso podría ir a por ellos (como se contó ayer).
Vuelta a la moderación
Todo el espectáculo lamentable que vienen ofreciendo desde la clase política ha perjudicado los negocios. Los de los altos empresarios y los de los pequeños. Ese empeño en estropear la llegada de los fondos europeos de Casado ha sido más mortal que la puñalada de Ayuso. Lo que se ha hecho ha sido aprovecharla para llevarse por delante al hombre de los disfraces y las granjas. Necesitan moderación en las formas (que no en el fondo) y que las personas comiencen a confiar de nuevo en el sistema. Saben que la estupidez de unos y otros puede provocar un cantonalismo del “¿Qué hay de lo mío?” perjudicial para los negocios.
Con Feijóo, al que se le perdonan sus amistades narcos, tienen a ese dirigente que ni les va a subir los impuestos, ni les va a impedir hacer negocios y les apoyará en el exterior. Al otro lado tienen, de momento, a Pedro Sánchez que se está siendo amable con el establishment. A cambio pide alguna concesión (como los dos retoques de la no-derogación de la reforma laboral), pero se está portando con los dineros europeos. Si intentase algo extraño, tienen recambio preparado. Un combate Sánchez-Feijóo sobre cuestiones culturales es algo que beneficia al establishment.
Un cadáver oliendo una semana y los que le acompañarán
Casado parece no haberse enterado y alarga su entierro una semana más. Hasta la reunión del Comité Nacional donde espera salvar una cabeza que ya ha sido seccionada. Una semana con el cuerpo a la intemperie va a generar un mayor hedor que el actual. Está muerto y por mucho que cuente hoy con este o aquel que le apoyan, mañana todos buscarán seguir en el machito y eso pasa por sumarse al “electo” del establishment. Otros, cual rata, ya han abandonado el barco, como el barcelonista (FJL dixit) Almeida.
Lo paradójico es que muchos de los que hoy critican y están a la caza de Casado acabarán en el basurero de la historia junto a él. Y no son precisamente militantes o dirigentes del PP sino medios de comunicación y periodistas. El proceso de reconstrucción del régimen del 78 necesita de moderación y tranquilidad, algo que muchos medios no han mostrado en todo este tiempo. Las fuentes de financiación –y Ayuso no puede mantenerlos a todos- se irán secando, los anunciantes cambiarán sus prioridades y los que hoy se alegran y generan odio entre españoles recibirán su justa sentencia de muerte. A izquierda y derecha, no se vayan a pensar.