La política de una Jefatura de Estado se mide por los hechos y no por las promesas. Sin embargo, cuando las segundas van seguidas de los primeros, entonces se puede decir que la persona que ocupa la más alta posición del Estado está haciendo un alarde de buena gobernanza.
Este hecho que parece lógico y que sería lo mínimo que se le debería exigir a la clase política, en ocasiones se vuelve en contra del propio pueblo porque, una vez alcanzado el poder, son muchos los dignatarios que se olvidan de cumplir sus promesas y dirigen su acción de gobierno hacia los grandes asuntos que, normalmente, suelen ser contrarios a las necesidades reales de la ciudadanía.
Sin embargo, el presidente de República Dominicana se ha decidido por ofrecer a su pueblo una nueva forma de gobernar en la que la prioridad es la implementación de medidas orientadas principalmente a la gestión de los verdaderos problemas del pueblo con la única intención de solucionarlos.
Tal y como hemos publicado en Diario16, Luis Abinader recogió en agosto de 2020 un país donde la corrupción era sistémica y estaba instalada en cualquier rincón de la administración. Esta lacra para la democracia no sólo es causa de escándalo para la ciudadanía, sino que lo que los corruptores pagan a los corruptos es, en realidad, una mordida a los fondos del país. Es decir, a quien realmente roba la corrupción es al pueblo.
Por esta razón, Abinader se puso manos a la obra y para luchar contra la corrupción ha iniciado una serie de profundas reformas como, por ejemplo, la reforma constitucional para que la Fiscalía, el Ministerio Público, tenga absoluta independencia.
Aún no ha pasado el ecuador de su mandato y Abinader ha conseguido que República Dominicana se encuentre entre los países latinoamericanos con menores niveles de corrupción, en concreto, el que menos tasas presenta.
Lo mismo está ocurriendo con la reducción de los niveles de pobreza en República Dominicana. El presidente Abinader ha conseguido que el país se coloque entre los países latinoamericanos con menor pobreza. En concreto, actualmente República Dominicana se encuentra en el puesto 12 de entre 18 países latinos en niveles.
Honduras es el número uno en niveles de pobreza, con un 52%. En segundo lugar se encuentra Guatemala, con un 48,8%. República Dominicana ha reducido la pobreza desde agosto de 2020 hasta el 19,9% y se encuentra muy por debajo de otros países con, supuestamente, más recursos como México, Perú o Colombia.
Todo esto, además, Abinader lo está logrando en unas condiciones adversas. El mandatario ha tenido que hacer frente a una pandemia mundial que ha afectado a sectores que son clave para la economía dominicana. La gestión que ha realizado de la pandemia ha demostrado que cuando se gobierna para el pueblo los resultados son siempre beneficiosos. República Dominicana se ha convertido en punto de referencia mundial para la recuperación del sector turístico tras la pandemia, lo mismo que en un modelo del proceso de vacunación que ha colocado al país, incluso, por encima de los Estados Unidos.
Además, Abinader se está encontrando con las consecuencias económicas de la crisis provocada por el Covid-19 y está resolviendo asuntos como el freno de la inflación o la subida imparable del precio de la energía porque los mercados de materias primas como el petróleo o el gas están muy volátiles.
Ahora, la situación se complica aún más con el ataque de Rusia a Ucrania y las sanciones internacionales impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos.
Esto ha provocado que el precio del West Texas Intermediate esté alcanzando a la hora en que se escribe esta crónica los 92,78 dólares el barril.
Abinader, como buen estadista y conocedor del funcionamiento de los mercados y de cómo afectará a República Dominicana no ha mentido a su pueblo con mensajes populistas o se ha embarcado en aventuras de endeudamiento criminal para no bajar en los índices de popularidad. Abinader ha sido muy claro al explicar claramente las consecuencias que la guerra de Ucrania tendrá para el país.
El pueblo tiene el derecho y el deber de exigir a sus gobernantes pero lo que no puede es responsabilizar de las consecuencias de situaciones de las que Abinader no tiene el control. Sin embargo, en este año y medio de gobierno, Abinader ha demostrado que su nueva forma de gobernar está basada en la proactividad y en la transparencia y los resultados le refrendan.