Por más que en República Dominicana esté proliferando una nueva especie, la de los agoreros, las cifras y las evaluaciones realizadas por importantes instituciones internacionales demuestran que la gestión que está realizando Luis Abinader desde que llegó al poder está teniendo efectos muy positivos en el país.
Tal y como hemos publicado en Diario16, República Dominicana se encuentra en la vanguardia mundial del crecimiento económico, es uno de los líderes en la gestión del sector turístico mundial y, sobre todo, la labor de Abinader para contener la pandemia está siendo puesta de ejemplo en foros tan importantes como Davos o la Cumbre de las Américas.
Sin embargo, hay palafreneros del poder al servicio de intereses egoístas y privados que no hacen más que buscar el detalle que nuble la realidad de las consecuencias positivas del nuevo estilo de gobernar de Luis Abinader.
En realidad, tanto desde la oposición del PLD como desde sus foros de palmeros, se están aplicando los principios de la propaganda del gerifalte nazi Joseph Goebbels, sobre todo el de la exageración, es decir, convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, o el de la vulgarización que señala que la propaganda «debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar».
No obstante, los hechos son los que son y desde que Luis Abinader llegó al poder, en unas condiciones muy adversas provocadas por la pandemia, República Dominicana no ha hecho más que mejorar en todos los ámbitos.
Reflejo de ello es el Index of Democracy que publica cada año el Centro de Estudios de la prestigiosa revista británica The Economist. El informe es claro: República Dominicana ascendió hasta el octavo lugar de Latinoamérica en calidad democrática situándose por encima de países como Perú, México, Ecuador o Paraguay, por no citar, evidentemente a regímenes pseudo autoritarios como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Además, el país caribeño obtiene la misma valoración final que países como Estados Unidos, Reino Unido, España, Francia, Alemania o Francia.
De manera cuantitativa, República Dominicana pasó de un 6,32 en 2020 a 6,45, lo que demuestra que las medidas de regeneración democrática que está aplicando Luis Abinader ya están teniendo efecto.
El informe tiene en cuenta más de 60 aspectos de valoración y en algunos de ellos, como el pluralismo político y las libertades civiles, obtiene una nota muy por encima de la media del país.
Respecto a la evolución, durante los gobiernos del PLD, hubo años en los que la nota final de República Dominicana fue mucho inferior, llegando, incluso a acercarse a la valoración de «régimen híbrido», amenaza que ya queda muy lejos gracias a las medidas implementadas por Luis Abinader.
En una situación de crisis global en la que el individualismo se está imponiendo a la búsqueda del bien común, habrá quien piense que estas valoraciones no resuelven problemas directos de la ciudadanía. No es cierto, puesto que, en muchos casos y, sobre todo, en la situación actual, las proyecciones en la ciudadanía se alcanzan sobre el medio plazo.
Tras una pandemia que paralizó la actividad económica mundial, generó una crisis de suministros y un alza de los precios de la energía (todo ello antes de que estallara la guerra en Ucrania) los países necesitan un proceso de generar credibilidad de cara a la obtención de nuevas inversiones que se traduzcan en crecimiento de la creación de empleo y, por ende, incrementos salariales por el aumento de la demanda de mano de obra.
Datos como los del FMI, la OCDE o de The Economist son muy valorados por los inversores internacionales a la hora de planificar un desembarco en República Dominicana. Hay que tener en cuenta que Abinader ya está consiguiendo inversiones e importantes acuerdos internacionales que van a generar puestos de trabajo en distintos sectores.
En consecuencia, los que afirman que la gestión de Abinader se está quedando corta o que no se está «nada» se equivocan. En primer lugar, porque aún no ha superado el ecuador de su mandato y el plazo para cumplir con lo prometido es de 4 años, sobre todo cuando hay que realizar reformas profundísimas para regenerar un país que el PLD dejó en estado de demolición. En segundo término, el cambio prometido por Abinader en su campaña electoral ya es un hecho y, desde el punto de vista internacional, los diferentes foros en los que se toman las decisiones que afectan a todo el mundo ya han colocado su puntero en República Dominicana, lo que no puede traer más que efectos positivos en los próximos dos años.
Abinader ya sabía antes de ganar las elecciones que tenía una tarea ardua. Con lo que no contaba era con una pandemia global y con una guerra en Europa que está afectando a todo el mundo. Aun asi, República Dominicana avanza gracias al nuevo estilo de gobierno de Luis Abinader y, de eso, ni los palafreneros ni los palmeros nada pueden decir… aunque lo harán porque el populismo siempre sigue la linde.