Luis Abinader llegó a la Presidencia de República Dominicana en una situación muy difícil, en medio de una pandemia global y en un momento en el que ni siquiera se habían empezado a comercializar las vacunas. El mundo estaba cerrado, los países habían echado el candado a sus fronteras, no había turismo internacional y las economías empezaban de manera tenue a intentar recuperar lo perdido desde el mes de marzo de 2020.
A esa situación había que añadirle la herencia recibida por parte de la Administración de Danilo Medina, el dirigente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), un legado envenenado marcado por la corrupción, la inseguridad y, desde el punto de vista económico, por un endeudamiento irresponsable que había hipotecado la vida del pueblo dominicano para varias décadas.
Abinader, un hombre preparado y acostumbrado a las lides internacionales, sabía perfectamente que la solución para implementar un cambio absoluto en República Dominicana pasaba por combatir los efectos de la pandemia, potenciar el sector turístico, aplicar políticas de regeneración democráticas nunca vistas en el país, y, sobre todo, atraer inversiones extranjeras.
Uno de los valores que destaca al presidente dominicano sobre otros dirigentes mundiales, incluso de grandes potencias, es su experiencia en el sector privado y, en concreto, en una empresa con proyección internacional. Esa experiencia acumulada de varias décadas le hace tener una visión que va más allá de la mera política y, en consecuencia, a la hora de captar inversiones sabe hacia qué objetivos apuntar. Y eso está teniendo su eficacia.
En el primer semestre de 2022, República Dominicana ha visto cómo el volumen de inversiones extranjeras se ha incrementado en un 8% interanual, alcanzando los 1.870,9 millones de dólares pero, sobre todo, es un 20% más que durante la Administración del PLD. Estas cifras deberían tapar la boca y frenar el populismo de quienes, con unas siglas u otras recién inventadas sólo tienen como objetivo la recuperación del poder por el poder, sin pensar en las necesidades del pueblo.
Sin embargo, a pesar de que las cifras son espectaculares y nunca vistas en República Dominicana, Abinader no está conforme y quiere más para su ciudadanía. De ahí que se esté invirtiendo en nuevas campañas de captación de inversores, un dinero del que se está obteniendo un retorno inmediato. En la actualidad, además, se está trabajando en importantes acuerdos que tendrán un beneficiario final, el pueblo, y que se espera que alcancen los 3.500 millones de dólares a final de año.
Por otro lado, estas cifras destrozan de manera absoluta el discurso populista y catastrofista de la oposición, sobre todo porque están viendo que el nuevo estilo de gobernar de Abinader está dejando al descubierto las graves carencias de gobernanza que se produjeron en las administraciones de Leonel Fernández y de Danilo Medina.
Tal y como hemos publicado en Diario16, los inversores internacionales jamás invertirían en un país como el que muestra la oposición. Más bien al contrario, esas inversiones llegan por el clima de estabilidad económica, social y política que ha conseguido crear Abinader. Esto genera un campo abonado para que los inversores apuesten por República Dominicana en un ambiente de absoluta confianza.
Los sectores que más inversiones han captado son el turismo, el comercio, la industria, la minería y el inmobiliario, inversiones que han llegado, principalmente, de Estados Unidos, Canadá y México.