El huracán Fiona tocó territorio dominicano el 19 de septiembre con fuertes vientos de más de 150 km/h y lluvias torrenciales que han causado terribles daños en las infraestructuras y en los hogares de las provincias del este.
En esos días, estaba previsto el viaje de Luis Abinader, presidente de República Dominicana, a Nueva York para asistir y participar en la Asamblea General de Naciones Unidas. Abinader hizo lo que cualquier dirigente político electo, esté en el poder o no, hubiera hecho por responsabilidad hacia su pueblo: cancelar toda su agenda y centrarse en la ciudadanía de las provincias más afectadas.
Sin embargo, Leonel Fernández, cuando Fiona llegó a República Dominicana, ya estaba en Nueva York, a 15.000 kilómetros de distancia de donde las familias estaban sufriendo. No hizo nada, no cambió su agenda y continuó con su viaje populista por los Estados Unidos. Además, en vez de ponerse del lado del gobierno, como haría un político responsable, ha intentado utilizar la desgracia de miles de familias dominicanas como argumento electoralista para ganar votos.
En todos los países del mundo democrático, cuando ha habido una catástrofe, los partidos de la oposición se han colocado de la mano del gobierno, independientemente de su color político. Ya habrá tiempo para pedir responsabilidades si no se han hecho las cosas bien. Sin embargo, Leonel ha decidido, a más de 15.000 kilómetros de distancia, hacer política con la desgracia de quienes han visto que su hogar ha sido destruido por el huracán.
Esta actitud de desprecio absoluto hacia el pueblo recuerda demasiado a cómo Donald Trump se comportó con Puerto Rico cuando el país fue asolado por los huracanes Irma y María, donde la ayuda que concedió fue insuficiente pero, sobre todo, utilizó un discurso populista con un desprecio absoluto hacia el pueblo portorriqueño lanzándoles, literalmente, papel higiénico. El populismo tiene eso, es bonito pero ineficiente para la ciudadanía: Puerto Rico tardó un año en recuperar la energía eléctrica. La efectiva gestión de Abinader en República Dominicana se ha traducido en que en las provincias afectadas la práctica totalidad el suministro eléctrico se recupere en 15 días.
Leonel lleva prácticamente dos semanas en Estados Unidos, mientras Abinader está trabajando para su pueblo. ¿Para quién trabaja Leonel? ¿Qué busca en Estados Unidos? ¿El apoyo económico para su campaña de acoso y derribo contra Abinader? ¿Qué hay tan importante en Estados Unidos como para que el que se autodenomina como «la fuerza del pueblo» abandone a su ciudadanía? Para Leonel Fernández ¿es más importante acudir a un acto en el que el 25 de septiembre será siempre «el día de Leonel» en el Estado de Connecticut que estar junto a un pueblo que sufre?
Fiona y el trumpismo de Leonel
El huracán Fiona ha demostrado el populismo y el trumpismo de Leonel Fernández. Mientras Luis Abinader, en un ejercicio inédito de transparencia, anunció que el gobierno de República Dominicana ya había gastado más de 373 millones de dólares para la reparación de los daños provocados, Leonel se paseaba por la Costa Este de los Estados Unidos.
Mientras las acciones del gobierno de Abinader ya han logrado en apenas 10 días que cerca de 5.000 viviendas hayan sido reparadas o reconstruidas (un 50% de las afectadas), Leonel envió a sus falanges populistas a hacer un ejercicio de propaganda para poder compartir fotos muy bien realizadas y elegidas acompañadas de mensajes absolutamente presidencialistas: «nos encontramos en Villa Rey, Higüey, provincia La Altagracia, donde estamos dando cumplimiento a lo dispuesto por nuestro presidente Leonel Fernández, de llevar ayudas a las familias afectadas por el huracán Fiona», se podía leer en un tuit.
Esas ayudas llegaron a las zonas afectadas en camiones de pequeño tonelaje pero, eso sí, con la cara de Leonel bien grande, como si fuese una caravana electoral:
¿Se puede ser más populista? Evidentemente, no. ¿Se puede jugar con la desgracia de un pueblo para comprar votos a cambio de una plancha de zinc? Esa es, al parecer, la intención. Esto no es más que una muestra más del cariz personalista, populista y trumpista de la acción de Leonel Fernández respecto a las consecuencias del huracán Fiona.
En contraposición, Abinader está demostrando que, desde el poder, se puede atender al pueblo con absoluta transparencia, sin dar ningún tipo de espectáculo mediático. Eficiencia frente al show. Ese es el resumen.
La Administración Abinader, en apenas 10 días, ha actuado en función de las necesidades reales de las familias afectadas por Fiona. Se ha atendido con celeridad absoluta, sin esperar a ningún momento estratégico, la necesidad de llevar alimentos a los hogares. Según las cifras del gobierno de Abinader, los Comedores Económicos han entregado cerca de 250.000 raciones alimenticias cocinadas y casi 11.000 raciones crudas. Además, el Plan Social ha repartido cerca de 200.000 raciones alimenticias a las zonas vulnerables y 3.020 electrodomésticos, 4.840 colchonetas y 37 kits de emergencia, compuestos por 40 colchonetas, 40 mosquiteros, 40 sábanas y 20 fardos de agua.
Respecto a los suministros básicos, el gobierno de Abinader ha logrado el restablecimiento del 91% del suministro de agua potable, con 67 acueductos ya en funcionamiento y sólo 14 que quedan por restablecer. El suministro energético, por otro lado, ya está restablecido en un 97%.
Abinader ofreció cifras por las que todos los hospitales están en funcionamiento y que muchas de las escuelas afectadas ya iniciaron su actividad docente; el 92 % de los caminos secundarios y vecinales ya están restaurados, mientras que la recogida de escombros se realiza en coordinación con Obras Públicas y Fenatrano porque sobrepasa la capacidad de los ayuntamientos locales.
Todo esto está logrando Abinader sin alharacas ni fuegos fatuos y, por supuesto, estando al pie del cañón, no en Nueva York, Massachussets y Connecticut.