La ministra de Igual-da, Irene Montero, ha argumentado en su semana negra que nadie les había avisado sobre la posibilidad de que abusadores sexuales y violadores podrían ver reducidas sus penas con su ley del “Sí es sí”. Nadie, ha venido diciendo, le ha explicado que, el mínimo de subjetividad que puede tener un juez, podía provocar esa reducción por la retroactividad favorable de la ley (recuérdese que la desfavorable no puede ser aducida). Nadie. Y los que se quejan son fachas y/o reaccionarios.
En el caso de la Ley Trans la ministra de Igual-da no podrá aducir eso. Desde hace más de cinco años el movimiento feminista, no la alegre muchachada de las batucadas queer, viene advirtiendo que aprobar una ley generista supone un peligro para la igualdad de la mujer e, incluso, para la propia mujer. ¿Qué es una ley generista? Como nunca lo explican desde el ministerio de Igual-da, ya que saben que de explicarlo ni el buenismo inmanente del sistema les salvaría, nada mejor que hacerlo con brevedad para que todo el mundo lo entienda y compruebe hasta donde llega la estolidez de la cuchipandi ministerial.
La igualdad biológica no es posible conseguirla como todos ustedes entenderán. Hay dos sexos biológica y genéticamente (cabe hablar de casos de hermafroditismo que no son más que una desviación genética, pero no es de esto de lo que trata el tema), hombre y mujer. En base a esos dos sexos biológicos las sociedades, desde que el ser humano tiene conciencia, han ido construyendo culturas donde se han establecido una serie de patrones asociados a esos sexos que han acabado determinando distintos roles sociales. Hombre valeroso y dotado pata el mando; mujer débil y necesaria en el cuidado del hogar. Todo esto ha conformado dos géneros, masculino y femenino. Las feministas de todos los tiempos lo que vienen pretendiendo es acabar con el género, el cual es que causante de las desigualdades entre los dos sexos.
¿Qué es lo queer?
Apoyados en el género y no en el sexo, pues no deja de ser una construcción cultural, los queer y otros grupos asociados lo que pretenden es elevar el género a categoría que puede ser deconstruida. O lo que es lo mismo cada persona es capaz de elegir un género u otro (incluso salirse del género y considerarse marciano) por un mero acto performativo. Con sólo decirlo ya se cambia de género, por reducirlo para la comprensión. Se es hombre o mujer con sólo quererlo y se puede cambiar tantas veces como plazca a la persona. Hoy mujer, mañana hombre. Por las mañanas una cosa y por las tardes otra. Como pueden observar los transexuales, personas que tienen disforia, quedarían eliminados porque pueden ser lo que les plazca, cuando les plazca.
Desde el ministerio de Igual-da insisten en que los trans (que ya tienen una ley para poder cambiar registralmente de sexo) son personas marginadas, reprimidas por la sociedad, y poco les falta para decir que ese 0,8% de la población está bajo algún tipo de holocausto. No están menos reprimidas que el resto de la sociedad. Ni tienen un drama mayor que el de la clase trabajadora en este tiempo de globalismo desaforado. Como personas de una sociedad concreta sufren lo mismo, más allá de los cuatro vándalos e inadaptados que van por ahí dando palizas, a una trans, a un negro, a un rojo, a un facha o a un señor que tuvo la mala suerte de pasar tal día por donde estaban esos energúmenos. El caso es que ya no existirán, en realidad, los trans pues cualquiera podrá cambiar libremente en el registro su género sentido y deseado. De hecho la categoría sexo carecería de sentido jurídico.
Violadores en baños de mujeres
Trasladado todo ello a la legislación ¿qué ocurre? Que cualquiera puede declararse lo que sea con consecuencias profundas, que son las que generan polémica y atentan contra las mujeres, las hembras de la especie humana. Ya se ha advertido que personas hombres pero convertidas en mujeres destrozarían las categorías deportivas femeninas. También se ha advertido que cualquier hombre podría cambiarse de sexo antes de dar una paliza o asesinar a su mujer, ocultando en realidad la violencia machista. Podría darse el caso de que un violador se declarase mujer para ir a una cárcel de mujeres, no a una masculina y seguir abusando (dos casos aquí y aquí). Hasta llegar a la legalización de la pedofilia que parece ser una de las cuestiones que se ocultan, por las palabras reiteradas de la ministra.
Más allá de que los colectivos trans y queer adoptan los estereotipos del género cultural más rancios, tanto que hasta la Sección Femenina del Movimiento parece feminista, existen una serie de disposiciones que pretenden inflar a los menores sin desarrollar a bloqueadores de la pubertad, sin posibilidad de que los padres puedan hacer nada por impedirlo. Salvo que quieran perder la custodia de los menores a manos de la Administración. Psicólogos y psiquiatras están asustados porque, si tratasen a estas personas menores que dicen ser trans, podrían perder la licencia para ejercer su profesión (todo son terapias de conversión según la ley de Montero) y recibir una multa de hasta 150.000 euros. De hecho este artículo podría costar una cantidad similar a quien esto escribe de estar aprobada la ley (libertad de expresión saliendo por la puerta de la democracia queer).
Saben perfectamente lo que pasa
De todo esto han advertido asociaciones como Amanda (de madres y padres de críos trans), Contra el borrado de las mujeres, la Iglesia católica, asociaciones jurídicas, colegios de médicos… En privado lo han criticado desde el Consejo de Estado y el Tribunal Constitucional. Vox y PP como no entienden bien de qué va todo se han quejado pero, cabe destacar, que el PP ha presentado y aprobado leyes similares para protocolos queer/trans que han llegado hasta a colegios católicos. Una salvajada que pone a los niños y niñas en manos de personas que forman un lobby y está muy bien financiado por la industria farmacéutica. Porque claro, todo esto de los deseos se financia con presupuestos públicos.
Irene Montero es plenamente consciente de todo esto. Lo conoce al dedillo. No puede esconderse. Su cuchipandi bastante tiene con saber vestirse por las mañanas, pero ella lo sabe. Tanto como para olvidar el “ellos, ellas, elles” en la última semana de furia desatada por el error gravísimo de la ley “Sí es sí”. Como lo sabe Pedro Sánchez porque se lo han dicho un buen grupo de feministas del PSOE y Carmen Calvo. Son plenamente conscientes de todo lo que puede pasar pero les da igual porque están entregados a los lobbies que financian todo esto y que ponen muchos millones de euros en chiringuitos para ex-políticos. Saben que el feminismo lo que quiere es acabar con el género, pero hay que acabar con el feminismo ilustrado, racional y lógico para seguir con la cultura de la cancelación y la dictadura del bien.