Con el acuerdo cerrado, aunque siempre ocurrir lo inesperado, con los participantes en el pacto Frankenstein, Pedro Sánchez obtiene su cheque en blanco para terminar la legislatura. Como ÉL quiera, cuando Él desee, con quien ÉL prefiera. Algo de lo que parece no se han percatado sus aliados que se ven muy tranquilos y contentos. Y conociendo al presidente del Gobierno, no deberían.
Las elecciones generales sólo serán en marzo-abril o diciembre de 2023. Se adelantarían siempre y cuando las encuestas que manejan en Moncloa mejorasen las posibilidades de repetir del presidente. Las encuestas a día de hoy no ofrecen esa perspectiva de poder gobernar, al menos, como hasta el momento, por lo tanto es poco previsible que se adelanten. Sólo queda la fecha de diciembre de 2023. Y si en el PP, en Vox o en la prensa de derechas piensan que no va a aguantar es que no tienen memoria. Sánchez no tiene uñas sino garras cuando está sentado en una poltrona.
¿Por qué diciembre y no junto a las autonómicas o antes de diciembre? Junto a las autonómicas no lo hará porque no está dispuesto a arriesgarse a no presidir la Unión Europea, pues en el tercer trimestre le toca por turno. Y a Sánchez lo que le gusta un sarao internacional es algo que va más allá de la responsabilidad. Es algo subliminal-libidinal. Ni estando moribundo dejaría o entregaría a otro poder pavonearse por el mundo. ¿Por qué ese empeño en presidir la Internacional Socialista? Por el ansia viva, que le corroe el alma, de estar en la pomada internacional.
Quedando claro que no habrá elecciones hasta que Sánchez deje la presidencia de la UE, los socios deberían ponerse a temblar. Si algo ha demostrado el neoliberal presidente es que su palabra tiene el mismo valor que una moneda de tres euros. Dijo que no pactaría con los sediciosos y pactó. Dijo que entregaría el partido a la militancia y es un dictador. Dijo (ponga aquí su promesa favorita) y la tiró por la taza del wáter. Así que quien piense que aguantará a Podemos hasta el final de legislatura igual debería revisar su posición. En cuanto pueda y vea que es el momento, dará la patada en el culo a las ministras de Podemos (ojo, de Podemos) e intentará reventar ese mundillo de siglas y egos.
¿Por qué está tan activo Pablo Iglesias? Más allá de mentir sobre las conspiraciones contra su persona; más allá de cubrir su cuota de ego pensando que es el libertador de España y el único intelectual patrio; más allá de salir a defender a su churri; más allá de todo eso está tan activo porque las encuestas de Podemos no son malas sino peores. Pensando que ÉL es el único activo que le queda al partido, sale a defender lo suyo propio, intuyendo que Sánchez les mandará a pastar más pronto que tarde. Porque lo va a hacer porque la “diarrea legislativa” de les podemites puede hacer que Sánchez acabe sus días con ora derrota histórica.
Le han dado un cheque en blanco para hacer y deshacer. No necesita legislar más, salvo en caso de gravedad, para lo que contaría con otros socios. Y Sánchez es un asesino en serie que no puede reprimirse las ganas de seguir dejando cadáveres a su paso. Irene Montero y Ione Belarra están en la lista de futuras víctimas. Ya no las necesita para nada. Son un estorbo. Y tiene la pistola cargada y con inmunidad total por parte de la UE (que le ha obligado a tener presupuestos) y del Congreso de los diputados. Tan sólo una alianza Podemos-PP-Vox podría echarle de Moncloa. ¿Se atreverá Iglesias a mandar a los suyos a una moción de censura de ese tipo?