Los enemigos de Benedicto XVI no han tenido ningún reparo en atacar al papa emérito en el momento en que ya no podrá defenderse. Ya estaban envalentonados, como se contó ayer, desde que Francisco I –siguiendo la línea marcada por su antecesor, todo cabe decirlo– comenzó con la limpieza de la casa de los católicos. Aprovechando que estaba recluido en el monasterio Mater Ecclesiae, intentaron ajustar cuentas sabiendo que ya no respondería por su compromiso de guardar silencio. Se creen vencedores de un juego de poder que, para su desgracia, no está ni en su fase primera.
El secretario de Benedicto XVI desde 1996, Georg Gänswein, ha advertido que en este mismo enero se publicará, primero en Italia, un libro donde se espera que “cante la Traviata”. En algunas entrevistas a distintos medios italianos o católicos, el secretario ha venido, desde hace tiempo, señalando cómo alrededor del hoy fallecido pontífice se han contado muchas mentiras de forma interesada. Por ello, en el libro piensa contar toda la verdad. Ese “el diablo ha actuado contra Benedicto XVI”, que han publicado los diarios generalistas, tendrá cara en breve.
Es muy posible que el obispo alemán deje de ser prefecto-secretario de la Casa Pontificia, cargo que casi no desempeñaba por estar al lado del emérito, pero seguramente parte de la Curia va a llevarse su parte. Cuentan los que conocen las interioridades del Vaticano, que Gänswein ha tenido que luchar bravamente para que a Benedicto XVI se le otorgase la pompa que todo pontífice recibe. Parece ser que no estaban muy por la labor de prestarle un último adiós digno de cualquier sucesor de san Pedro. Así se las gastan en Roma.
El libro contará, tal y como ha revelado la editorial, la verdad sobre las “miserables calumnias y las oscuras maniobras que han tratado en vano de arrojar sombras sobre el magisterio y las acciones” de Benedicto XVI. La facción “progresista” ya acusa al secretario alemán de pretender interferir en el pontificado de Francisco I, cuando seguramente quienes salgan marcados sean otros o muchos. Progresistas, conservadores y ultramontanos. La eliminación de la misa tradicional por parte del actual pontífice les causó tristeza a Benedicto, y así lo contó no hace mucho Gänswein. Pero más allá de eso y algún que otro aspecto menor, no se espera que dirija sus críticas al actual pontífice.
No será el único que piensa hablar. Massimo Camisasca, de quien se ha comentado un libro en estas mismas páginas y obispo emérito de Reggio Emilia, ha denunciado sin rubor que ha existido una trama contra el Papa emérito dentro de la propia Iglesia. Señaló a los sectores liberales de la propia casa, en clara connivencia con algunos actores de la sociedad civil. Como les contábamos ayer, la batalla por debajo de los pies de Francisco está en auge ahora que Benedicto se encuentra en los brazos del creador.