Antonio Hedilla ha dicho en redes sociales “los Barzini odian a los Corleone y los Corleone odian a los Barzini, pero cuando el FBI se mete entre medias, los Corleone y los Barzini son aliados”, en referencia a la no participación del Real Madrid en el comunicado conjunto de La Liga por los sucesos del caso Enríquez Negreira. Sería muy cierta esa frase si entre los Corleone y los Barzini no hubiese un negocio enorme. El odio que lanzan el nacionalmadridismo y el nacionalbarcelonismo no es más que la tapadera de algo mucho mayor: el duopolio para llevarse la parte del león.
A los “chicanos” y “negros”, como Miguel Ángel Gil, les dejan migajas para que el negocio grande no se vea enturbiado. En cuanto intentan asomar la cabeza, meter canales de droga nuevos o hacerse con casinos y tráfico de armas, les mandan a sus “hombres” en los medios para hacerles ver que se están equivocando de camino. De ahí esa campaña permanente contra el Cholo Simeone, contra la afición del Atleti (en la que hay bastante mononeuronales que pican en las trampas nacionalmadridistas) y de desprecio constante. En cuanto asomó la cabeza un poco más de lo habitual (¡Lo que les gustaba a los padrinos el Atleti pupas!), ya han dado el cogotazo.
Duopolio
Joan Laporta, el padrino Barzini, y Florentino Pérez, el padrino Corleone (pues controla a la clase política), tienen un gran negocio juntos: competir el uno contra el otro para sacar más dinero que los demás; para hacerse los equipos referencia en sus respectivas comunidades sentimentales o nacionales; para dominar todo el deporte; para que La Liga sea el descanso dominical en su lucha por la Champions; para quedarse con todo y no dejar nada a los demás. Ni las mentes libres.
Todo el entramado deportivo, especialmente el mediático, está montado sobre ellos dos. Da igual la liga que se esté jugando, el deporte que se esté practicando, todo es duopolio. No cabe nada más. Que un chaval (Álvaro Bautista) del Atleti gana el campeonato del mundo de Superbikes, escondida la noticia. Que un chaval no gana nada en la NBA pero es ex (Luka Doncic), primera plana todos los días. Hasta se privilegia la liga saudita porque juega un ex, como en su momento se intentó con la francesa, por delante de equipos españoles.
Conquistar las mentes, para conquistar el bolsillo
De esta forma las únicas ideologías e idolatrías permitidas son las madridistas y las culés. Los aparatos ideológicos se turnan en acrecentar el pensamiento único porque el mismo conlleva pingües beneficios. Publicidad, mercadería, patrocinadores, etc. Y lo más importante, un nutrido grupo de seguidores (especialmente los de “soy del Elche y del Barcelona/Madrid”) que apoyen ese negocio. De ahí que en programas como los teleñecos de la noche todo gire en torno a ese duopolio. Hasta los que son, supuestamente, de otros equipos han de decantarse por unos y otros.
Este pique eterno, sustentado por La Liga y la RFEF, no sólo sirve para tener más visualizaciones televisivas (todos los horarios y calendarios dependen de los deseos del duopolio), sino para extender la marca de los dos equipos más allá de las fronteras. Conquistar seguidores en la India o en Argentina (había un programa en DIRECTV donde el duopolio era el elemento único) para que compren sus partidos, sus camisetas y su mensaje. El resto de equipos ni cuentan o son considerados lo que son, meros espectadores. Pero como les va bien a los dueños para cuadrar cuentas, pues a tragar con ello.
La Superliga
Y por último el GRAN NEGOCIO que se ha inventado Pérez: la Superliga. Que no es un campeonato donde se sea más justo con la competición reduciendo el número de equipos que no han ganado sus respectivas ligas, no. Es un campeonato donde los más poderosos se van a llenar el riñón de millones para poder fichar lo que quieran y devastar a los equipos más modestos o menos pudientes. Una especie de Foro de Davos o Club Bilderberg pero del fútbol.
Aquí el casi único aliado que le queda, habrá que ver los nuevos dirigentes de la Juventus qué deciden, es Joan “Barzini” Laporta. Que no es que sea un gran apoyo, pero es ya el único que le queda para sostener la megalomanía. Ambos, además, tienen reformas de sus estadios, nada baratas, que hay que pagar y necesitan dinero para sus “familias”. De ahí que haya silencio en la casa blanca, de ahí que se oculte que el problema con lo de Enríquez Negreira (recuérdese que estaba bajo los auspicios de Ángel María Villar) no es que favoreciese al Barça sino los posibles perjuicios a los demás equipos.
No tienen cara ni “na”
La tontería de dar emoción a La Liga casi le cuesta dos títulos al Atleti (que le digan al teleñeco Jota Jordi que si no le atracan al Atleti las jornadas anteriores, el partido Barça-Atleti no habría servido de nada y habría llegado más descansado a la final contra el Real Madrid). En esa liga donde el Real Madrid queda a un punto y el Atleti a tres habría que revisar los partidos y cómo algunos trencillas condicionaron el juego (que es otra forma de adulterar el juego sin necesidad de pitar penaltis). Y quedan sospechas sobre finales con Sevilla y Alavés.
Queda claro que “algo huele mal en Dinamarca” y no es por falta de desodorante, porque de éste han venido y vienen abusando desde años. Unos condicionan a los árbitros mediante los medios, otros mediante los “amigos”. A saber qué no se habrá tapado durante todo este tiempo. ¿Dopaje? ¿Compra de equipos? ¿Comisiones políticas?