El madridismo lleva llorando dos semanas por el caso Negreira. Bueno, en realidad lloran por cualquier cosa cuando las cosas no les van bien. Con tal de no mirar al palco por la escasez de fichajes o el fracaso de algunos de ellos, se lanzan a señalar a los arbitrajes. El caso Negreira terminó en 2018, por ende ahora deberían ser imparciales pero ellos siguen quejándose. Todo es producto del ansia viva que les corroe por dentro. Al basar toda su existencia en ganar y que los demás no ganen (esto segundo casi más que lo primero) les sucede que acaban viviendo en una depresión constante.
Lloros y más lloros cuando, objetivamente, han sido el equipo más beneficiado de la historia de España. En unas ocasiones por conchabeos con la Federación, en otros con algún que otro Gobierno y otras, las más recientes desde luego, por el control de los aparatos ideológicos del Estado, en especial la prensa. ¿Recuerdan el penalti inconstitucional? Normal que el FC Barcelona buscase alguna vía para librarse de esa tendencia al control total. De forma ilegítima e ilegal, desde luego, pero visto el control de los distintos poderes del fútbol por parte del equipo blanco…
Pues todos esos lloros se volatilizan cuando se advierte que Casemiro está siendo arbitrado, ahora sí, con ecuanimidad. En menos de una temporada lleva las mismas expulsiones que en toda su etapa en el Real Madrid. Una por agarrar del cuello a un contrario (eso aquí los Teleñecos de la noche lo tratarían como una acción de cariño) y otra por rebañar la pierna de un jugador. Una jugada típica de Casemiro, ir al suelo con la pierna levantada, que en España los árbitros valoraban como simple lance del juego. Y no es porque los árbitros españoles sean más condescendientes, las estadísticas dicen que es en La Liga donde más se expulsa a jugadores por tarjeta roja.
La unión de prensa y el poder empresarial han permitido al Real Madrid de su florentineza tener el control del colectivo arbitral. Les someten diariamente a la conversión ideológica; les advierten de que pitar en contra (que no es lo mismo que equivocarse) supondría una campaña terrible en redes sociales (curioso descubrir la granja de bots musulmanes madridistas que han actuado contra Alaba y Javier Tebas) y en prensa hasta que no puedan hacer vida normal; les señalan como si fuesen unos apestados; y desde la Federación se traga con lo que sea pues hay que facturar. En Inglaterra, más allá de las posibles polémicas, se trata a todos los equipos de forma similar, con los mismos errores y aciertos. Los codo-nuca típicos de Casemiro son catalogados de falta, algo que habrá sorprendido al propio jugador, acostumbrado a dejar los cuellos y los tobillos rivales dormidos.
No hay más que ver las imágenes del partido del Real Madrid contra su equipo casi filial, el Español, donde Carvajal se desentendió del balón para hacer una carga hombro-pecho (otras veces es hombro-espalda) a un jugador del equipo barcelonés y fue sancionado con falta. Se sorprendió airadamente el jugador madridista por una jugada clara de falta pero la cual no le acostumbran pitar. Están tan fuera del reglamento que cuando se encuentran con un árbitro normal, se sorprenden y comienzan a llorar. Cuando se iba llorando Casemiro tras su expulsión de ayer, debía ser por haber dejado la protección madridista.
Florentino Pérez está en su particular Blitzkrieg contra el mundo del fútbol y el de los lloros (¿de equipo pequeño?) es uno de los diversos frentes en los que está lanzando su guerra por el dominio total del fútbol. Cuando menos del fútbol español. El camino hacia una dictadura blanca donde tras controlar los medios de comunicación y el poder estatal (¿han escuchado al secretario Franco decir algo más que las estupideces para salir del paso?), ahora quiere tomar el control de La Liga. Al quedar dañada la Superliga con dos supuestos equipos tramposos, debe destruir todo para dominar. Normal que tenga a toda la plantilla de periodistas atacados, justificando lo injustificable, lanzados contra Tebas, Laporta y demás dirigentes deportivos…
Eso sí, ni hablar de quitar puntos al Barça o algo por el estilo. ¿Por qué? Porque eso supondría que el Atlético de Madrid obtendría tres ligas de esas. Y si hay algo a lo que tiene más odio en esta vida es al equipo rojiblanco. Ni los comunistas le caen tan mal como cualquier persona del Atleti. Es superior a sus fuerzas. De ahí que las amenazas de los medios nacionalmadridistas vayan en la dirección de quedar expulsados de competiciones UEFA y alguna multa. La desaparición no porque le interesa el duopolio para hacer dinero. Debe existir ese malvado schmittiano. Necesita un enemigo, que además es catalán. Otra cosa es que su deseo es pintarle la cara siempre. Quiere hacer de La Liga la Bundesliga y poder dedicarse a otros sueños húmedos.
Bien explicao