Curioso el mundo de la política. Los pecados, por deshonrosos que sean, de los amigos o apoyos son volatilizados, ignorados e, incluso, obviados mientras que el mismo tipo de pecado en el contrario es exaltado, se exigen dimisiones y se denuncia intentado hacer llegar la muerte civil de la persona. En esto los verdaderos maestros son los del PP. Mientras en el PSOE siempre hay cierta negación de los hechos hasta llegar el momento en que el repudio es la única salida, en el PP no sólo niegan hechos sino que llegan a conceder premios y homenajes a los pecadores civiles. Sí, pecados civiles, porque de los otros ya lleva la cuenta el de arriba.
Ahí tienen el más claro ejemplo en José Luis Martínez Almeida, el pizpireto alcalde de Madrid. Le parecía horrible conceder a Almudena Grandes el título de hija predilecta de Madrid, por haber ejercido su libertad de expresión (para ver cómo los conservadores intentan cancelar al resto, consultar aquí) y, sin embargo, va a conceder la medalla de honor a una plagiadora reconocida (más allá de que publicite todas las mentiras del mundo). Ana Rosa Quintana, más conocida en los ambientes policiales como “la Villareja”, obtendrá la medalla de honor por su valerosa defensa de la libertad de expresión y de una prensa libre (¡es que te tienes que reír!). Dejando de lado lo segundo, lo de la prensa libre y la libertad de expresión, cada cual sabe perfectamente a lo que se dedica en su programa, cabe achacarle carencia de honor.
Almeida, el “pecador de vez en cuando de la pradera” pese a que todo el mundo sabe que es opusdeísta y recatado (algo completamente honorable), se ha dedicado a señalar los plagios o posibles plagios de otros, calificando las situaciones de indecorosas. Sin duda cualquier tipo de plagio es indecoroso pues supone aprovecharse del trabajo, la inteligencia y la capacidad de otros en provecho propio sin respetar la autoridad del creador/pensador (aquí David Cerdá tendría para otro libro). A Manuel Cruz, ex-presidente del Senado, le señaló directamente por no haber citado correctamente a autores en su manual de filosofía. Bien Hecho. De Pedro Sánchez hace bromas como “tesis Fake” o burlas con “doctor Sánchez”. Bien hecho. Pero a Ana Rosa le da una medalla de honor.
Por si no lo recuerdan, la presentadora publicó en el año 2000 un libro titulado Sabor a hiel. En el mismo no sólo utilizó el servicio de “un negro” (un escritor a sueldo) sino que plagió a la famosa escritora Danielle Steel, a Collen McCullogh, a Antonio Gala, o a Ángeles Mastretta. A ello añádanle que muchas partes del libro parecían sacadas de otras obras. Con toda su cara adujo que se trataba de un error informático. Cualquiera haya trabajado a finales del siglo XX sabe perfectamente que el “error” era de Ctrl+C Ctrl+V. Un deshonor que no le ha impedido ganar millones en televisión y tener acceso a una medalla del Ayuntamiento de Madrid.
¿Dónde queda la ética de Almeida? Por mucho que ayude al PP, es libre para hacerlo, ¿es merecedora de algún tipo de honor tras haber plagiado a varios autores? ¿Hasta dónde llega el fariseísmo del alcalde? ¿A quién premiará con honores la próxima vez dado que el límite moral es tan bajo? ¿Al creador de la “policía política” Fernández Díaz? ¿A Cristina Cifuentes por pagar las cremas tras ser pillada in fraganti? ¿A Rupnik, el bragueta abierta? Es comprensible que tienda a dar premios a los suyos, comprensible aunque no éticamente perfecto, pero a las personas sin honor por ser de los suyos ¿también?