La incultura e idiotez mental de opinólogos, doxósofos, analistas, columnistas de la nada o, simplemente, directores de periódico, roza en España unos niveles tan altos que se podría decir que en eso somos potencia mundial. Da igual donde miren, escuchen o vean, allí habrá un inilustrado diciéndole lo que ha de votar, incluso contra cualquier sentido común o elemento racional. No verá información sino persuasión y espectáculo.
La moda en todos los medios de comunicación, da igual El país, que Vozpopuli, que ABC, que El diario, que el muy católico El debate es señalar que votar a este o aquel político de escalón menor al del Estado es dar o no dar la razón (aunque más parece la sinrazón) a Pedro Sánchez o Alberto Núñez Feijóo. Ese madrileñismo y/o barcelonismo del pensamiento inane es autoimpuesto por columnistas mascachapas que, mientras por un lado te piden que ejerzas el raciocinio, por el otro exigen ser completamente irracional para cumplir sus deseos más húmedos y los de sus amigos. Una orgía de la estupidez columnista que cabe denunciar.
Si mi alcalde (o alcaldesa, aunque como las conocidas son menos y tienen cierto color, el titular ha requerido del masculino neutro para evitar prejuicios del lector) es un tipo que tiene la ciudad o pueblo limpio; si tiene unos servicios municipales excelentes y adecuados a la población existente (nótese que no es lo mismo una ciudad madrileña que una pequeña ciudad manchega o andaluza); si no abusa con los impuestos y tasas; si la delincuencia está controlada; si se vive bien y sin interferencias políticas; en resumen, si lo está haciendo bien ¿por qué he de dejar de votarle, según cuentan los columnistas mascachapas, por ser del PSOE o del PP?
Si en su pueblo o ciudad tiene un alcalde del PSOE que lo hace bien, mucho mejor que el que hubo del PP, ¿por qué ha de penalizarle para supuestamente quitar a un Sánchez que no se presenta en estas elecciones? El argumento de los “listos” que escriben columnas no se sostiene racional, ni instrumentalmente. Como claman algunos medios, por cierto con más ahínco aquellos con publicidad de Clece, hay que cargarse a Emiliano García-Page para dar en los morros a Sánchez. Si a usted le va bien con Page ¿va a ser tan estúpido de hacer caso a los rufianes de las ondas y los mascachapas de las columnas? Lo mismo podría servir para Isabel Díaz-Ayuso, Ximo Puig, Javier Lambán o la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón.
Llegan unas elecciones municipales y autonómicas y el ciudadano normal debe valorar si su presidente o presidenta, alcalde o alcaldesa, lo viene haciendo bien y de acuerdo a sus intereses personales (la parte egoísta del voto) y generales (la parte de bien común del voto). Alguien de derechas tendrá unos intereses y alguien de izquierdas otros, porque es obvio que nadie está completamente libre de ciertos prejuicios. Ahora bien, los columnistas y odiadores de las ondas le piden a usted que no haga caso de sus intereses y que lo principal es echar a Sánchez de Moncloa o impedir que llegue Feijóo. Cuando llegue ese río habrá que cruzar ese puente.
Ahora se está ante el río autonómico y municipal. Y usted, haciendo uso de su raciocinio, puede votar al PP en el pueblo y al PSOE en la comunidad. O a Vox, o a Podemos (si es que quedan candidaturas), o a Falange Española. Da igual, usted puede votar buscando lo mejor para sus intereses a nivel municipal o autonómico. Luego, cuando toque echar a uno o elevar a otro, decidirá qué es lo que mejor le conviene. Decir que en estas elecciones se juega el futuro nacional es hacerle el caldo gordo a aquellos que realmente sí se están moviendo por intereses particulares, en primer lugar las subvenciones de ciertas comunidades, partidos o empresarios.
Como decía José Luis Cuerda, habrá que ponerse un cartel que ponga “No soy gilipollas” porque los columnistas, analistas de la nada, mascachapas mediáticos y directores de periódico o programa de radio están convencidos de que lo somos. Y la realidad es que para gilipollas, ellos. Vote usted lo que quiera, pero vote en favor de lo que le conviene a nivel municipal o autonómico. Si le cae mal Sánchez, no es el único, no le vote en las siguientes elecciones; si le cae mal Irene Montero (como al 75% de los españoles), no la vote en las elecciones generales; si piensa que Feijóo es lelo, no le vote en las elecciones generales; si cree que Adrián Barbón es nefasto, no le vote en autonómicas; si piensa que José Luis Martínez Almeida es un incapaz para gestionar (pese a ser facha, como dijo, y vendido al madridismo florentino), no le vote en las municipales.
Vote lo que vote no piense que por echar a uno del PSOE Sánchez va a dejar de ser presidente, igual hasta provoca una reacción favorable. En 1993 intentaron lo mismo y Felipe González aguantó el tirón. Curiosamente muchos de los que pedían aquella estrategia son los que la piden hoy. Al revés, si cree que Feijóo no debe llegar a Moncloa actúe en consecuencia. Antes de votar piense si este del PSOE o del PP le viene bien, que igual por matar a un Page para cargarse a Sánchez, al final lo que están haciendo es allanarle el camino para su perpetuación al frente del PSOE. Si usted, en cambio, es uno de esos mononeuronales que sólo hace lo que dicen sus medios de referencia, allá usted, es legítimo hacer lo que otros quieren que haga, pero no venga dando lecciones de libertad.