Si ayer se analizaba en estas páginas que con tantas tonterías y promesas que se saben imposibles o falsas la izquierda ponía muy difícil votarla, hoy corresponde hacer el mismo análisis con la derecha. Pueden imaginar que ese desasosiego es más producto de las personas que ocupan los cargos que el sistema en sí, aunque insistan unos y otros en que el sistema es un régimen insoportable. Insoportables son ellas y ellos, por lo que se puede decir que es más un problema del sistema de partidos que del sistema institucional. O del sistema mediático donde es tan complicado encontrar una noticia y no algo panfletario, en busca de la paguita-subvención o de las visitas fáciles.
El sistema institucional puede ser bueno, aunque quepan reformas, pero si las personas que están al frente de esas instituciones son incompetentes, negligentes o estólidas, aunque se viviese en la Utopía de Tomás Moro sería complicado vivir. La derecha, que se presenta como defensora de valores y principios, los cuales se presentan como probados por la historia, en realidad es tan falsa como la izquierda. Y si hay incompetentes en la zona zurda, también los hay en similar proporción en el lado diestro. Sólo hay que ver a dirigentes políticos como Francisco Núñez, más conocido como Paco bulos en La Mancha, que son capaces de ofertar la construcción de colegios a un precio total de 50.000 euros.
Ayer mismo, cuando este artículo ya estaba pensado, Pedro Trevijano publicó un muy interesante artículo en Religión en Libertad donde, sin citar a nadie, exponía los principios básicos y doctrinales del catolicismo que habría que valorar para votar por unas opciones u otras. Sin duda merece que lo lean en su totalidad, para este análisis sirve de apoyo para comprobar el fariseísmo de la derecha. Un fariseísmo que se basa en exponer cierta doctrina para hacer justamente lo contrario. En el tema del aborto o la eutanasia (aquí se escribió sobre la preocupación por esa sociedad de la muerte) es conocido que pese a haber interpuesto recursos constitucionales, en realidad el PP no va a hacer nada. Entre otras cosas porque está de acuerdo con ese tipo de legislación. En Vox aúllan pero no apretarán para eliminar la legislación si se está apoyando al gobierno.
La ideología de género, que nada tiene que ver en sí con el feminismo, tiene preocupada a la derecha (bueno y al feminismo). La Ley transgenerista no será derogada por el PP pues como partido ha generado legislación autonómica similar. Incluso con multas de hasta 200.000 euros por decir que no existen las lesbianas con pene, o cualquier cosa parecida. Vox dice que sí, pero ha tragado con todo en aquellas comunidades donde gobierna del brazo del PP. Ya se verá. Hay mucha pasta de las farmacéuticas en juego y tocar a la clase dominante nunca ha sido lo suyo.
Hoy ven a las derechas cabreadas por los acuerdos de Pedro Sánchez con los etarras. Normal porque asquean a cualquiera que tenga algo de ética o moral en su interior. Pero cabe recordar que la Conferencia Episcopal Española ya advirtió que “quien, rechazando la actuación terrorista, quisiera servirse del fenómeno del terrorismo para sus intereses políticos cometería una gravísima inmoralidad”. En el PP son especialistas en ello y parece que en Vox también. Utilizar a las víctimas en su favor y de forma torticera en numerosas ocasiones. Total, con lo que permite Sánchez ya es suficiente. Y tragarán con el PNV o con Junts (o como se llamen los pujols o puigdemonts) porque eso han hecho siempre.
Y si piensan que ir con la bandera ya les hace patriotas se equivocan. Son muy, en el PP, de colocar banderas y más banderas allí donde gobiernan. Luego en temas trascendentales para los españoles acaban bajándose los pantalones con EEUU o con la clase dominante globalista (jamás han puesto pega alguna a los acuerdos comerciales que dañaban a los productos españoles, como pasó con la oliva negra de mesa, el aceite embotellado o a granel, o los vinos y hortalizas). Españoles de cartera, la suya. En Vox, viendo su programa económico, no se aprecian diferencias. Es más, son bastante más liberales libertarios que en el PP, donde queda algún demócrata-cristiano que suele advertir de los excesos… hasta que le quitan de las listas y le mandan a cualquier sitio donde no moleste (como ha sucedido en Madrid).
Y lo peor de todo, ni por asomo PP o Vox hacen el mínimo esfuerzo de hablar de la Doctrina Social de la Iglesia. Eso son cosas de rojos, que diría Isabel Díaz Ayuso. Respecto a esta última, que tiene a los votantes de derechas orgasmeando porque mete caña a los rojos, nada mejor que comprobar, por dos ocasiones, su incultura pues fue la Iglesia Católica (apostólica y romana) la que estableció lo de la Justicia Social. No Stalin o alguno parecido, no León XIII con su Rerum novarum y Pío XI con su Quadragesimo anno. Las críticas de Juan Pablo II o Benedicto XVI al capitalismo y el liberalismo (con sus dos caras) no existen en sus cabezas. Creen que con dar “paguitas a los curas” vale.
Mientras tanto acaban haciendo lo que hacen todas las derechas en occidente, extraer los recursos de los más pobres (clase media y clase trabajadora, si es que hoy existe una clara distinción) para que los más ricos sigan aumentando sus cuentas corrientes. Y si hay que destrozar la sanidad, se hace de forma que los “amigos” que tienen hospitales privados o empresas gestoras se llenen los bolsillos cobrando más que el coste del servicio en lo público. Cuando desde cuentas en redes sociales se habla de lo estúpidos que son los votantes de izquierdas habría que decirles que se miren al espejo antes.
Desde todos los lados han querido montar esta guerra incivil para ocultar sus miserias y lo están consiguiendo. Ayer, en redes sociales, muchos usuarios decían que estaban poniendo difícil votar. Y no eran de esos que están escondidos. Más bien personas de todo signo que, siendo más o menos racionales, entienden que España no merece esto. Se hace complicado votar a unos y otros porque al final del camino el que termina mal es el español.