Está la derecha activista en España asombrada porque partidos abiertamente burgueses (PNV y Junts), aunque secesionistas, no tenga la más mínima intención de pactar con el vencedor de las elecciones generales: Alberto Núñez Feijoo. Siempre habían pactado; siempre se había lamido los culos; siempre habían acordado entregar más y más competencias y dinero a los secesionistas; siempre hacían lo mismo que ellos en las autonomías peperas, allí donde existe otra lengua junto al español; siempre habían sido lo mismo. ¿Cómo es que ahora no pueden los burgueses de toda España entenderse y hacer presidente a un galleguista?
Tampoco entienden en el todo Madrid, ese sitio inexistente pero donde parte de la élite española toma decisiones por todos, que PSOE y PP no puedan llegar a hacer una gran coalición. Los poderes económicos no lo verían mal (podría ser con la fórmula del portavoz oficioso de la coalición dominante, Pedro J. Ramírez). Sería un gran avance democrático para el sistema español. Bajaría los decibelios políticos. La Unión Europea y la OTAN lo aplaudiría con las orejas –bueno Joe Biden no, pero porque está gagá y sobando mujeres de todas las edades y no se entera de estas cosas–. La paz social estaría garantizada. Entonces, ¿cómo es posible que los partidos del sistema no se puedan poner de acuerdo para sostener el sistema?
Curioso que esta pregunta se la estén haciendo en numerosas redacciones de periódicos, radios y televisiones. Curioso que ninguno sea capaz de averiguar los porqués. Curioso que entre todos los directores de rotativos, radios y televisiones no se percaten. Igual es que entre todos los columnistas, directores, doxósofos, abogadillos con ínfulas intelectuales y demás ralea, la que hace años que no baja al barro de la noticia, no se han percatado de que ellas y ellos son parte del problema.
En los últimos cinco años toda esta gente, PP y sus escuadras mediáticas, no han dejado a nadie a salvo de los insultos. Y ¿ahora se asombran que nadie quiera pactar? A Pedro Sánchez le han llamado “dictador”, “autócrata”, “traidor”, “presidente ilegítimo” (pese a ganar las elecciones de 2019), “inútil”, “doctor mentiras”, “doctor muerte”, “felón”, “hijo de puta”, “amigo de los terroristas”, “casado con un tío con un rabo enorme”, “gastoso”, “incapaz”… Algún calificativo puede que sea cierto, pero todo eso multiplicado por una o dos veces al día, durante 365 días al año y durante cinco años, imaginen. Normal que Sánchez no quiera saber nada con el PP y su recua de escribanos subvencionados.
A Sumar-Podemos-IU-resto-de-amiguis-brilli-brilli tampoco les han dejado sin insultar. Que si comunistas –esto un verdadero insulto para los comunistas–, que si maricones, que si esto, que si lo otro. Los partidos vascos todos una mierda, felones, terroristas e hijos de puta que habría que erradicar, por las buenas o las malas, de la política española. Los partidos catalanes, tres cuartos de lo mismo. Solo había que escuchar a ese teleñeco que tenía el PP en el Congreso, Carlos García Adanero, lanzando improperios cada semana. Y todo ello jaleados por columnistas de todos los periódicos de derechas.
¿Cuántas columnas sin insultar (a la inteligencia no, eso es casi siempre) se han lanzado desde El mundo, ABC, OK Diario, Vozpopuli, El debate, The objetive, Libertad digital? ¿Cuántas horas de programación no han tenido un recuerdo insultante o con mentiras para el gobierno y aliados en COPE, Onda Cero, El programa de AR, El Cascabel, Espejo Público…? Es que es leer la nómina de tertulianos y columnistas y comenzar a vomitar por la carencia de toda inteligencia o raciocinio: Jorge Bustos, Juan Carlos Girauta, Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera, Antonio Naranjo, Ramón Pérez Maura, Rosa Díaz, Alfonso Ussía, Zoé Valdés, Ana Samboal, Arcadi Espada, Carlos Cuesta, Juanma “Gárgamel” Rodríguez (o el hombre que no ha yacido con mujer) y así hasta completar casi una centena de todos los diarios, radios y televisiones.
Cierto que desde el otro lado no se han quedado cortos, pero con menos intensidad y con cosas tan de niño pera como “fachas” o “fascistas”. Han dado más cera a las feministas que a los de derechas. Y también hay columnistas que son tan simples como los de arriba: tipo Antonio Maestre, Rafael Narbona y cualquiera de los que escribe en Público. En El país ahora solo escriben personas mohínas, líquidas y que aparecen por allí a vender su libro. Son menos faltones, algo que no le gusta a Esperanza Aguirre que ya ha declarado que se ha descalificado poco a todos esos que no son el PP. Parece ser que investigar a las familias de todos los políticos, los que no son los suyos, para inventarse cosas oscuras no es suficiente.
Si todas esas personas que dirigen el PP y son los que subvencionan a los escuadristas mediáticos hiciesen algo tan católico como el examen de conciencia igual solo igual, se percatarían que no han dejado a nadie sin insultar en España. Ni a Vox desde algunas tribunas. Le cogieron el gusto al insulto con el sinsorgo Pablo Casado y no han parado hasta llevar a Feijoo a la ruina. Si hay división en España es, en buena medida, por su culpa. En vez de parar, mandar y templar, se lanzaron al salvajismo pensando que iban a arrasar. Que los españoles son medio gilipollas y se entregarían a lo que les dijesen. Y los españoles, de un lado u otro, son más inteligentes que los que tienen columnas, ocupan direcciones y están al frente de los partidos.
En realidad sí que hay una persona a la que no han insultado (cuando alguno lanza alguna cosa es porque va con el cazo a ver si le dan la sopa boba). En ningún sitio. Ya saben, ÉL. El ser superior. El mandamás. El tito Floren. El verdadero vencedor de las elecciones porque todos están a su servicio. Ni Ana Botín ha conseguido eso.