Con la excusa de estar haciendo publicidad de su libro… [Disculpen que nos entra la risa] Con esa excusa, ya que su grupo editorial tiene parte en Antena 3 Televisión, ha acudido al programa de Susanna Griso, como había hecho antes en La1. En ambos casos estaba jugando en casa porque hay que promocionar su libro… [Disculpas, otra vez la risa] y porque Griso no es que sea una entrevistadora incisiva, más bien lo contrario. Valiente hubiese sido acudir con Carlos Herrera u otros, pero en este juego de luces y contraluces que impiden ver lo real parece que Antena 3 es un sitio peligroso.
A cada entrevista, o algo parecido, que acude suele dar alguna exclusiva, o eso piensa él, tipo hacer un grupo de trabajo junto al PP para reformar el CGPJ. Que esos titulares se lleven por delante el resto de la entrevista. Lástima que eso no suceda y sí se preste atención a todo lo que dice y cómo lo dice. Es muy gracioso ver cómo se le hincha la vena de la cara (siendo más precisos es el músculo) cuando le están preguntado cosas que son obvias respecto al contexto actual. Se le nota tenso porque va a mentir. Eso le sucede siempre que miente o le están dando estopa. Como lo segundo no iba a ocurrir pues ya saben.
Más allá del discurso creado por la Oficina de ideas geniales de Moncloa, eso de que en toda Europa hay amnistías (aunque evita explicar qué tipo de las mismas), de que amnistiar es perdonar (¡Ah! ¿Que los españoles tenemos que perdonar a los secesionistas por cometer ellos delitos?), de que todo va a ir mejor porque lo dice él (como lo decía hace seis meses cuando negaba la amnistía), lo mejor de todo es dejarle hablar. La Amnistía, siendo inmoral, no es lo peor de lo que viene contando. Hay que dejarle hablar porque así se le notan las carencias y el no tener claro hacia dónde va a llevar a España.
El gran macguffin de la Amnistía, en el que han entrado con todo PP y Vox (como idiotas cabe añadir), le sirve para seguir con ese discurso agonista de buenos y malos. Ha llegado a incluir a una serie de cristianos (llamarles católicos igual es demasiado) que van rosario en mano como si Dios tuviese alguna preocupación por las tonterías de los hombres. Todo el nacionalcatolicismo que le enfrenta le viene de perlas, no para hacer un referéndum (que no podrá hacerlo, se ponga como se ponga y por mucho que invoque los estatutos de autonomías, sin saber de lo que está hablando —ahí las carencias se le notan mucho), sino para aplicar el proceso de transformación económica que le han dictado para España. Algo mucho más grave y con consecuencias destructivas para todo aquello que esté fuera de Madrid, Málaga, Barcelona y País Vasco.
El discursito de la transformación digital (como si las empresas no estuviesen ya casi transformadas a ese respecto, pues ahorra mucha mano de obra) sirve para acabar con la soberanía alimentaria española, por ejemplo. Sirve para que el mundo rural acabe siendo un lugar de paseo de urbanitas los fines de semana. Sirve para mandar a los universitarios fuera de España y quitarse una clase intelectual que pueda rebelarse. Sirve para muchas cuestiones que están encima de la mesa de la Unión Europea o la OTAN. Patatas israelíes en vez de manchegas. Tomates marroquíes en vez de murcianos. Cerdos chinos antes que extremeños. Turbinas koreanas en vez de castellanas. Y el aceite a 10 euros el litro para que los grandes fondos especuladores hagan dinero.
La pandemia demostró que España había ido demasiado lejos con la desindustrialización del país. Ante esto el presidente y su cohorte de pelotas no toman el mando en el apoyo a algo mejor para el país (lo que venden como grande es una fábrica de baterías para coches eléctricos sin tener enchufes donde conectarlos), sino en digitalización. Como si los españoles (menores de 55 años, especialmente) no supiesen utilizar esa tecnología. Nada de autonomía industrial (en lo básico), nada de empleos de alta cualificación, nada de investigación con valor añadido… Y todo esto lo viene diciendo el presidente del Gobierno en las entrevistas pero no parece que les interese a unos y otros pues no “vende” tanto como la bronca.
Hay que dejarle que hable de todo lo que le apetezca porque así se podrá conocer lo que opina sobre lo verdaderamente importante en España. Un 12% de paro (sin contar el camuflado en los fijos-discontinuos) y se tienen que traer migrantes porque… no es que los parados estén en casa rascándose los pies. El Gobierno no habla del problema enorme con los desempleados mayores de 45 años (incluso menos) a los que nadie contrata. ¿Han visto algún plan? No, ni lo verán (eso sí, todos los trabajadores de esa edad o más acojonados porque saben que es ir a la ruina). Un 25% de las familias al borde de la pobreza. ¿Están preocupados? No lo parece.
Lo peor de todo esto es que tampoco los otros (PP y Vox) están preocupados por ello. Sale la niña del exorcista hablando de bajar impuestos como si fuese un maná (nada dice de reducir gastos en su institución) pero ni un solo plan concebido en favor de las personas. Tampoco los sindicatos aparecen para denunciar estas cosas en las reuniones políticas. Mejor llevar un foulard bonito que cagarse en la madre que parió al Gobierno, no vaya a ser que gobierne la derecha. Y la derecha económica ya está gobernando.