Las redes sociales y el periodismo basura han cambiado completamente la forma en que las sociedades se conforman. Si ya la postmodernidad en sus comienzos, como espíritu de época, suponía mandar la racionalidad al foso séptico de la Historia, se negaba cualquier tipo de posibilidad de alcanzar la verdad, se negaba cualquier elemento religioso (creencia de fe o civil), su unión con lo digital ha terminado por configurar las mentalidades pobres de la actualidad. En todo ello, no lo olviden, el capitalismo en su última transformación (financiero-globalista) ha tenido mucho que ver. El mundo es pequeño y las mentes deben serlo también.
Las amenazas al sistema, si es que existen, ya no surgen de temidos seres armados con el Manifiesto Comunista, ni con el materialismo histórico, ni con el materialismo dialéctico, ni con ningún tipo de materialismo; ahora las amenazas al sistema son las personas racionales, lógicas, tradicionales… Usted o su vecina la del quinto (por rememorar la película española). Es por ello que se debe recurrir a cierta memoria colectiva casi olvidada. Cuando hunos y hotros hablan de comunistas o de fascistas son perfectamente conscientes de que ni hunos son fascistas, ni hotros comunistas. Claro que existen fascistas y comunistas en el mundo, deben ser siete y el señor que les cuida los abrigos al entrar en un boîte. La mayoría de personas, más entre las capas más jóvenes, no son capaces de definir mínimamente qué es cada cosa.
Elon Musk califica a Kamala Harris de comunista sabiendo perfectamente que ni de cerca lo es. No es que sea idiota Musk al hacer eso —idiota lo puede ser, según lo que piense cada cual, por muchas otras cuestiones— sino que está utilizando una vieja estratagema de los empresarios estadounidenses para impedir el desarrollo sindical, fuerzas alternativas a lo “liberal” a comienzos y mediados del siglo XX. A ello se sumaron el 90% de los protestantes estadounidenses y siguen con la matraca en la actualidad, pese a las bajas que vienen sufriendo. Es un discurso muy orientado al medio-oeste estadounidense y sus miedos frente a la globalización de la que, por cierto, Musk y sus amigotes son parte importante en la dirección. O ¿piensan que los coches eléctricos ecochupis para potentados que vende Eloncio se van a imponer con gobiernos de derecha tradicional?
Está actuando así, no en favor del libre mercado como dice, sino en favor del proteccionismo frente a los automóviles eléctricos más asequibles que llegan de otros lares. Lo que han hecho siempre los poderosos en EEUU, colocar lo mío por armas e ideología y si no puedo, el libre mercado es lo que yo digo que debe ser (¿han olvidado las peleas con los productos japoneses?). Un discurso, como el de Donald Trump, en favor de la ideología dominante global que debe ser la ideología dominante estadounidense. Ya llevan décadas metiendo cultura yanqui con películas, series (de niños a adultos) y libros académicos. ¿Qué es la el postestructuralismo francés, el cual dio lugar a lo woke y lo postmoderno, sino un producto rediseñado en las universidades estadounidenses? Harris y Musk defienden, en lo central, lo mismo. Como hacen Sánchez y Feijoo.
En España sucede lo mismo, la generación de una falsa división social entre rojos y azules,, potenciada por todos los medios de comunicación de hunos y hotros, lleva atener un presidente del (des)Gobierno rodeado de chusqueros de la política, especialmente Óscar Puente (el golfista obrero), que no hacen más que repetir que viene la ultraderecha o los fascistas. Cualquiera que les niegue el saludo ya es fascista y si es muy obvio que es de izquierdas, neorrancio o nazbol. Por el otro lado, ahí tienen a Isabel Díaz Ayuso, quien aprendió el lenguaje protestante estadounidense de José María Aznar y Esperanza “la ranas” Aguirre. Su asesor áulico conoce bien cómo funciona el sistema y lo utiliza en su provecho. «¡Que vienen los comunistas! ¡Que vienen los colectivistas! (para personas más ilustradas)».
Con estas estratagemas las dos supuestas fracciones en lucha no hacen más que impedir o acallar las voces críticas que puedan llegar de ambos lados del sistema. Ya no los comunistas, sino unos socialdemócratas consecuentes son un peligro para el sistema. La derecha identitaria también queda acallada por el otro lado. En ambos casos, paradójicamente, además de elementos de subjetividad o identidad, existe un profundo análisis materialista de la actualidad. Lo que produce miedo al sistema no son los penes lesbianos, ni el cristianismo a la carta individual, ni esas cosas de rojos y fachas, no. Lo que le da pavor es que, en la lucha de clases en la teoría o la batalla cultural, los análisis materiales ganen fuerza. Y con análisis materiales no se hace referencia a todas esas estadísticas, que acaban diciendo lo que quiera el gobierno de turno, sino al análisis que muestra los padecimientos y la realidad.
No es por ello extraño que muchas personas de izquierdas hayan vuelto su mirada hacia aspectos identitarios y religiosos (catolicismo principalmente) y muchas personas de la derecha identitaria lean igualmente a Marx o a Donoso Cortés. Al final, buscando aquellos aspectos en los que la propia tradición estaba huérfana, se produce cierta convergencia intelectual y vital. Es tan sencillo encontrar a una persona de izquierdas quejándose de la “invasión de lo migrantes”, como alguien de derechas lamentando la deslocalización y el financiarismo empresarial. Desde luego ambas posturas tienen finalidades distintas, pero convergen en numerosos aspectos del análisis social.
A esto le tienen pavor Musk, Harris, Ayuso o Sánchez. Ellos y ellas son los guardianes del sistema y todo lo que hacen no es más que paripé. Los que parecen malos, o son así catalogados, no lo son en realidad. No hay un enemigo comunista a las puertas de su casa, como tampoco van a venir escuadras de camisas negras por su ciudad. Sin embargo, usted mira mal a su vecino por facha o comunista porque se lo dicen quienes no son más que los encargados del cortijo. Si a usted hace veinte años le hubiesen hablado en términos de peligro fascista o comunista se hubiese muerto de la risa ¿por qué hoy sigue el juego a la banda de truhanes que utilizan ese discurso? Ellos no son idiotas, ni ignorantes y ¿usted? Ponga algo de su parte para que no le engañen y le sigan subiendo el precio de la comida… los hunos y los hotros.