No se si habrán visto un meme/caricatura que corre por las redes sociales (creo que una tira cómica de Cornellá) donde una anciana va aumentando la risa para terminar diciendo: «¡Dios qué asco!». Lo del asco queda para cada lector, pero la risotada es completamente aplicable al presidente del gobierno Pedro Sánchez. ÉL es un meme en sí mismo. Siempre que intenta quedar bien, aparentar que se rodea de lo más distinguido —cuando a los distinguidores no les importa posar a su lado—, le sale mal y queda en tal ridículo que se le inflama el músculo facial.

La persecución de Donald Trump quedará en los anales de la ridiculez personal de alguien que está representando a un país no a sí mismo. Ahora, mediante toda la prensa a su servicio (vía subvención), quiso situarle junto a las estrellas del firmamento hollywoodiense, como el guapo que se codea con los guapos oficiales y… se ha quedado con un palmo de narices. Otro ridículo más de la oficina de amanuenses monclovitas por hablar y salivar de más. Un premio, con subvención previa de 2,5 millones, de una organización de mujeres de la ONU. No se sabe si de mujeres lesbianas con pene o no, pero algo así como un premio feminista de lo más woke.

Algunos se han quejado del coste del premio pero tampoco hay que hacerles mucho caso porque esos mismos, que en otros tiempos ejercían de feladores, callaron cuando José María Aznar se compró la medalla del Congreso de los EEUU. Lo importante de todo eso y lo que causa más risa es que le traten como si Sánchez fuese feminista. Y no, Sánchez no es ni feminista, ni socialista, ni nada que le limite en su personalidad. Todo en ÉL es apariencia y el supuesto feminismo también. Utiliza a las mujeres como utiliza a los hombres para tener un servicio a sus órdenes y que le rindan pleitesía.

Si se fijan los que nunca se mueven en los ministerios son hombres de su máxima confianza, su gabinete está lleno de hombres (salvo que se autorreconozcan como mujeres lesbianas) y a Marisú la tiene como se tiene a un gracioso como amigo, entretiene a los demás. La demagogia y el cantinfleo propio de los políticos del PSOE-A le viene muy bien para despista y arengar a los menos listos de la clase. En cuanto alguna destacaba un poco, patada hacia arriba a la Unión Europea. El resto para jugar al ajedrez de las apariencias. Hoy te toca ministra de Vivienda, mañana delegada del Gobierno y algún día jefa de la Guardia Civil o concejal.

Todas a su servicio, adorándole y dorándole la píldora, mientras son comodines que hoy sirven para quitar al secretario general de Valencia, a Lambán o mañana, igual, a García-Page. En cuanto hay algo que hacer con importancia, para ÉL, las mujeres desaparecen y los hombres dominan la Tierra. Si se fijan bien, siempre se ha rodeado de asesores, tanto en sus tiempos de recuperación de la secretaría general, como en el gobierno. A ÉL le sirven los hombres y las mujeres son para aparentar pues, al fin y al cabo, todo en Sánchez es apariencia, como las actrices con las que no se hace fotos o la ética que dice tener.

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