Decía hace pocos días Juan Carlos Rodríguez Ibarra que él nunca había conocido eso que se da en llamar “Ferraz”. Tiene razón el veterano político extremeño, llamar a la sede central de un partido por el nombre de la calle en la que está —da igual Génova, que Ferraz— es un proceso de carismatización que, además, suele utilizarse para ocultar a quienes toman decisiones. Da igual que sean los propios que las toman o los que las critican. Así lo ha hecho Luis Tudanca en su comunicado de protesta ante el impedimento por parte de la Ejecutiva Federal, esto es, el general secretario, de celebrar el proceso congresual castellano-leonés.
Tudanca afirma que Ferraz les ha impedido, por una decisión subjetiva, celebrar sus primarias y congreso tal y como deseaban pese a estar dentro de la normativa vigente. Esconde que no es Ferraz, ese ente, sino Pedro Sánchez y sus esbirros quienes impiden actuar conforme a lo legalmente establecido. Lo que es posible que Tudanca conozca son los motivos por los que se le impide a él y a cualquier otra federación celebrar los procesos de primarias y congresuales. No quiere que nada, ni nadie pueda ensombrecer su figura, su momento estelar, su congreso de elevación del propio narcisismo… y, por qué no decirlo, evitar posibles críticas en los procesos congresuales.
Muchas personas se enrabietan cuando en esta tribuna, o en otras, se dice que Sánchez es un dictador pero las pruebas son evidentes. Para suspender el proceso congresual de Castilla y León se dice en la resolución que se basa en cuestiones subjetivas. Lo que traducido al lenguaje común significa porque les ha dado la gana, porque son los que mandan, porque así son las cosas y si no quieres lentejas las tienes para cenar. Una decisión sin base en la legalidad y basada tan solo en el deseo primitivo y narcisista de Sánchez.
Necesita hacerse la víctima durante el tiempo que dure el proceso, especialmente en el 41º Congreso para ocultar las críticas por lo amoral del comportamiento de su esposa y él mismo; por sus pactos contra natura con el secesionismo catalán y los etarras camuflados; para que nadie señale que siendo un partido socialista tenga a la clase trabajadora al borde la máxima misera económica. Necesita que le alaben y aplaudan hasta sangrar las manos porque su ego no concibe otra cosa pues, en su fuero interno, piensa que lo está haciendo como nadie antes.
Como ser amoral que es no acepta críticas porque los demás carecen de razón moral y ética para criticarle pues ÉL es quien determina lo que es bueno o malo en cada momento. El Calígula de Albert Camus es un principiante comparado con el Calígula monclovita. Su personalidad autoritaria es la que le ha llevado a dejar el PSOE como un solar —el escritor Daniel Múgica le cataloga de okupa interno—, a perseguir a periodistas y a impedir que otros militantes puedan ejercer sus derechos. No ha sido Ferraz sino Sánchez. Hay que dejarlo claro desde ya.