Se desconoce todo sobre sus creencias trascendentales. Si las tiene nunca las ha hecho públicas. Lo más probable es que no las tenga pues, en un sentido muy nietzcheano, se siente un superhombre que viene a explicar al mundo la verdad. Por lo tanto, la verdad no puede estar en otro lado que no sea su persona, ÉL con su mismidad. Lo que sí hay que reconocerle es que es el “puto amo”, el “1” en lo que respecta a utilizar a otras personas para lograr dar cierta autoridad a sus propios fines.
A José Antonio Pérez Tapias le utilizó para dotarse de cierto aura de izquierdista (ni lo ha sido, ni lo será) y de republicanismo amorfo. A Manuel Escudero le utilizó para que le construyese un programa económico —que él pudiese entender pese a ser economista y supuesto doctor en la materia—, sabiendo que iba a aplicar cualquier medida que le impusiesen los poderes fácticos. A Reyes Maroto para que la banca no se asustase. Ahora le ha tocado al papa Francisco para justificar sus ataques contra Israel y la comunidad occidental por vender armamento en la guerra contra los países fronterizos con los sionistas.
El pasado viernes, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, acudió a la Ciudad del Vaticano —curioso no hiciese hueco para hablar con el gobierno italiano (debe ser que no le quieren ni ver)— para verse con el romano pontífice. Allí se entregaron varios presentes —una especie de imanes para la nevera para el Papa— y hablaron de la paz en el mundo y la llegada de inmigrantes. Le vino de perlas a su sanchidad, no confundir con su santidad aunque le gustaría que le hiciesen santo o dios, para poder esconder las miserias de su gobierno. Y no precisamente las de sus socios, esos que son capaces de manifestarse contra ellos mismos o los ex-ministros republicanísimos que ahora pierden el culo por acudir a las recepciones reales (¿Verdad Albertito Garzón?), sino las de sus amigos, los fieles con los que se hizo con el poder del PSOE y le ayudaron a destruir toda democracia interna.
Ha debido pensar el presidente que, ya que el Papa ha hablado del fin de los conflictos bélicos, de todos no solo los que le interesan a su sanchidad, era buen momento para calentar a la prensa prosionista y lanzarse a pedir el no envío de armamento a Israel. Le hace quedar como un izquierdista, que no lo es como se puede ver en el tema de la vivienda, y sale por peteneras respecto a los casos que señalan a su compungida mujer— y sus colegas.
Es un maestro en el arte de desviar la atención… El problema es que esta vez no le va a resultar porque es tal hediondez de lo que le rodea a él mismo que ni utilizando el comodín anti-israelí le va a servir. Entre otras cosas porque España saca mucho dinero vendiendo cosas de guerras a Israel. Eso sí, el tipo lo intenta, así pisotee al Papa o a quien se ponga por delante.