Tras lo sucedido el 29 de octubre de 2024 en la Comunitat Valenciana el “pueblo” español se unió tanto en la solidaridad como en el señalamiento de los posibles culpables. Día tras día, durante esa semana, fue haciéndose patente que esa primera forma de sabiduría rudimentaria no era algo que solo fuese producto del sentimentalismo del momento, todos estaban dando un profundo asco: políticos buscando salvar su poltrona, medios comprados por esos políticos y columnistas —porque no se les puede catalogar como intelectuales cuando son los prejuicios y los intereses pecuniarios los que prevalecen—. Sin embargo, el paso de los días, el hastío ante la negligencia y volver a los quehaceres de cada cual ha servido a esa élite incapaz para volver a lo que desea, tener a los españoles divididos para sacar rédito de ello.

Todo debe verse como una dialéctica de buenos y malos, la tesis como se adelante en el título es dividir, para asegurar que el gatopardismo permita a todos mantener los beneficios personales y empresariales de los que disfrutan. La ciudadanía española había marcado un camino hacia el bien común; había entendido que, más allá de quien ocupe la poltrona, las cosas se deben hacer bien para beneficio de todos; había y sigue constatando que la clase política solo está a sus propios intereses (Mazón de “comida”, Ribera estudiando…) y si no pasan más cosas es por pura casualidad. Esa unión y comunión de almas, que aún persiste en el inconsciente colectivo español, se debía quebrar porque ni hay interés en el bien común —desde luego no tienen interés en debatir qué puede o no ser eso—, ni hay intención de que quepa la posibilidad de una ciudadanía culta y crítica. Aborregados y divididos todos.

Si piensan que eso puede ser una exageración, piensen en lo siguiente. ¿Creen que Pedro Sánchez tendría aún todo el apoyo que conserva si no fuese por la división y esa falsa lucha contra el fascismo? ¿Creen que el PP sería alternativa real si no fuese por la confrontación con lo negligentes que se han mostrado en la gestión allí donde gobiernan? ¿Piensan que las alternativas de los costados tendrían alguna posibilidad de no ser por la división pues han demostrado que solo se guían por la demagogia barata de ideologías bastardas? ¿Creen que alguien haría caso a grupúsculos de protestantes como Noviembre Nacional de no ser necesarios para esa división? ¿Creen que los medios de comunicación sobrevivirían de no estar empeñados en aumentar esa división para obtener más lectores y más subvenciones de aquellos por quienes se posicionan?

La división, que no es solo producto español, es el modelo de gestión política y mediática en los últimos tiempos. No quieren en todo occidente una ciudadanía ilustrada y que presione en pos del bien común porque eso es peligroso para los intereses de la clase dominante. La única forma es la división social. Ganan los políticos incapaces, negligentes y que han hecho del servicio público su profesión; ganan los medios de comunicación que solo se dedican a la ideologización, en el mejor de los casos, o a la reinterpretación interesada de los hechos o de la verdad; ganan los poderosos porque sus intereses contra el bien común no son puestos en duda nunca; pierde la ciudadanía sufriendo las desgracias, padeciendo la pérdida de poder adquisitivo y el verse tratado como una mera máquina de extracción de dinero para sufragar la fiesta de otros.

Se preguntaban algunos, ciertamente con bastante mala leche, en las redes sociales si los de izquierdas estaban siendo tan duros con los “suyos” como ellos con el PP. Claro qe los hay, a miles, solo hay que fijarse. Piden dimisiones a diestra y siniestra pero lo que no hacen, algo que también sucede con personas de “derechas”, es entrar en la trifulca de la división propagada por políticos, buleros y medios de comunicación “serios”. Nunca como antes en España ha habido tal unión de convicciones entre los españoles contra la clase dominante. Dimisiones en cadena, primero unos y luego otros. Salvo los que tienen enormes prejuicios y están completamente ideologizados, el resto de españoles están hasta los dídimos de toda esta tropa, lo que pasa es que los menos gritan y gesticulan más. Y cuando hay gritos las voces claras y que aportan la verdad, la razón del pueblo y la lucha por el bien común quedan ocultas en la algarabía. No hay que dejarles que dividan para seguir venciendo.

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