Son tiernos cual cervatillo. En cuanto se quedan sin noticias de su tema preferido, enredan en otros clubes a ver si molestan un poco. Y si ese otro club ha encadenado cuatro victorias seguidas más, porque hay que intentar generar mal rollo. Ya lo intentaron el otro día con la foto “madridista” de la plantilla para la temporada actual del Atlético de Madrid, ahora toca el Cholo Simeone.
El mecanismo se parece a aquel que utilizaron durante la conspiración contra Felipe González y que denunció Luis María Anson. Cualquier medio pequeño pero que parece respetable suelta la perla, si el rumor se extiende e impacta en redes sociales, los medios grandes del deporte se hacen eco utilizando, como no podía ser, a los expertos en el equipo blanco. No a los redactores del Atleti o del Barça (cuando les toca) sino a los del Real Madrid. Fichajes extraños, ventas sorprendentes y siempre, siempre la continuidad del Cholo. Y todo porque saben que, más allá de no darles ni un milímetro de declaraciones —ahí tienen a los teleñecos de la noche con sus preguntas incongruentes y maliciosas en cada rueda de prensa—, es la personas que fastidia, en cierto modo, el duopolio que desean instaurar. Por ello los del duopolio registraron la marca “El clásico” a primeros de 2023.
Ayer mismo volvió a salir el tema de la salida del Cholo Simeone y la búsqueda de sustitutos a final de temporada. Otra más. El problema es que los nombres que facilitaban mostraban claramente que con el personal del club no habían hablado. Era todo una especie de invento sobe rumores y cuestiones que eran más o menos conocidas. Que si a Miguel Ángel Gil le gustan Luis Enrique y Emery; que si a Bucero le gusta Julen Lopetegui (¡¡¡Lopetegui!!!) porque fue su agente; que si a Enrique Cerezo le gusta… a saber y dependiendo de la hora del día, pero le apuntamos Marcelino pan y vino (guiño, guiño). A Andrea Berta le gusta Torres, algún italiano raro o Jürgen Klopp, justo ahora que ha firmado un contratazo para tocarse los dídimos en un despacho e irse los findes a Baleares.
Una lista de entrenadores que provocan la risa en su mayoría pero que sirven de alimento para todos esos anticholistas que moran entre la afición rojiblanca y que alimentan a las hordas nacionalmadridistas. Curiosamente se va a ir, como han dicho algunos periodistas que cubren al Atleti, este año que se juega el mundial de clubes durante buena parte de julio. ¡A cambiar de entrenador en mitad de la competición! Casos se han dado de destituciones durante un campeonato de este estilo, pero en lugares donde lo normal no suele ser lo habitual.
Si al menos Jude Bellingham hubiese metido un gol y no se hubiese quedado con una preasistencias, un pregol, un poste y un robo de gol que le hace un rojiblanco como Conor Gallagher —lo del robo del gol es otra más de las bravatas nacionalmadridistas—; si al menos el “clásico” del fútbol femenino no hubiese sido otra goleada por 0-4, que no es mal resultado después de las manitas, los seis, los siete o los ocho que les calzan habitualmente; si el campeonato de Moto GP lo hubiese ganado uno de su equipo y no uno del Atleti… ¡Ah! ¿No se han enterado de que Jorge Martín es del Atleti? Si hubiese sido de ese equipo que siempre adjetiva cualquier noticia seguro que estaría todo el rato en los destacados de las webs, pero hay que rebuscar para encontrar a un campeón del mundo de motociclismo. Que igual no es ni buen patriota, no como todos esos que ustedes saben y que se pirran por sentarse al lado del padrino.
Ya han tenido su momento de gloria y habrá que esperar que inventan hoy ya que en la selección no hay jugadores de su equipo (casi tampoco hay españoles en su equipo). Habrá que esperar a esas potencias mundiales que son todas las selecciones donde juegan, o lo intentan, sus jugadores. Lo de los fichajes como que no toca porque no hay dinero por el gastazo del estadio y el fichaje de la tortuga —es paradójico que el jugador francés ha pasado de ser gratis total a haber supuesto un gasto enorme (los 130 millones de prima que llevan ocultando desde la presentación)— y no hay que decir la verdad a los aficionados. Entre otras cosas porque les puede costar el puesto de trabajo.