Como nadie se lo va a contar… Esperanza Aguirre, antiguamente conocida como la “lideresa” o la “marquesa”, es madre de muchos hijos. Hoy no se tratará sobre los biológicos sino sobre los políticos. Hubo unos cuantos, que parecían los más listos, que le salieron rana y acabaron detenidos y/o condenados por corrupción. Tanta que aquello, además de charca, parecía pocilga, pero ella no sabía nada. Como gilipollas no es, habrá que decir que no le pillaron en nada y ya. Luego están los hijos tontos, los cuales son los que hoy copan la política española de derechas, tanto en el PP como en Vox.

Una buena parte de los votantes de derechas los aprecian mucho porque “se meten con los comunistas”. Algo que es válido para mentes cortas, tan adocenadas como las que están a su izquierda y tragan con cualquier cosa porque “viene la derecha”. Si la política tratase de meterse tan solo con el otro habría que revisar los salarios que se pagan porque hasta un niño pequeño podría ser presidente del gobierno o de comunidad autónoma. El “Y tú mas” no es política sino el estercolero en el que se viven aquellos que está de acuerdo en lo básico, en lo estructural, pero discrepan en los puntos y las comas. Eso pasa con la clase política actual, completamente entregada a la coalición dominante y en contra de la inmensa mayoría de la ciudadanía, lo que podría catalogarse como clases populares.

Si por un lado algunos engañan a la clase trabajadora con miserias en forma de salarios mínimos que provocan la miseria de los trabajadores medios; por el otro engañan a la pequeña burguesía —esa que está compuesta de autónomos y profesiones liberales— con un mundo donde el esfuerzo y la libertad construirá un mundo próspero donde podrán triunfar. Mientras tanto van destruyendo las bases del Estado social ambos grupos, unos excediendo los límites para hacerlo impracticable, otros derivando los impuestos a las empresas de los conocidos, en el famoso capitalismo de amiguetes. Eso sí, ninguno permite la libre concurrencia empresarial.

En los segundos es donde están los hijos tontos de Aguirre, cuyas estrellas destacadas son Isabel Díaz Ayuso y Manuel Mariscal. Ambos graduados en periodismo —no se mataron a estudiar por lo que parece—, ambos con cursillos CEAC de comunicación, ambos con una incultura que supera con mucho la media de la clase política, cultura que tampoco es que sea abundante. Ambos trabajaron con la superliberal, a la cual se le pagaba la luz de su casa, como elementos de difusión de mensajes polarizadores o bulos en redes sociales. Una el perro y el otro pues no mucho porque acabó en la calle. Lo curioso es que ambos hayan trabajado para la misma persona y tengan el mismo perfil cultural e intelectual.

Como todo el mundo sabe Díaz Ayuso es una gran liberal que antes se reconocía como flecha falangista. La realidad es que las mujeres de la sección femenina tenían más arrestos y cerebro que ella. Una mujer a la que no se le cae la palabra libertad de la boca aunque se mostraría totalmente incapaz de definir, con un mínimo, qué significado tiene la misma. (Por cierto, si algún día acepta que le entreviste alguien con dos dedos de frente y que no dependa laboralmente de ella, estaría bien preguntarle por esto y por alguna que otra cosa que no sea su novio, si es que sigue teniendo el mismo porque cambia bastante) Una mujer que dice ser católica y querer aumentar el número de hijos españoles pero vive en pecado (se supone que además atentará contra el sexto mandamiento), los abuelos enfermos «se iban a morir igual», es partidaria de las clínicas abortivas, el amor al prójimo no sabe qué es y, paradójicamente, no ofrece testimonio con una familia amplia (y ya va teniendo una edad que…).

Si no fuese por Miguel Ángel Rodríguez y porque en el PSOE y Más Madrid son completamente incapaces de callarse y la han coronado como la verdadera oposición al gobierno (¿cuántos millones de los impuestos de los ciudadanos se gastan en asesores, incluyendo la que tienen para el servicio de Begoña Gómez, para no saber cómo tratar a este tipo de político populista e incapaz?), estaría pidiendo favores para poder trabajar en radio macuto. Es la nulidad gestora e intelectual más grande que se había visto hasta que el otro día habló el señor Mariscal, de Vox.

No tuvo mejor ocurrencia Mariscal —solo es apellido porque carece de la capacidad para ser un verdadero mariscal— que para defender la libertad de las redes sociales recurrió a una boutade enorme, que tras el final de la Guerra Civil fue aquello una época próspera y de concordia. Ni el más furibundo franquista negaría que se represalió a los “rojos” —aunque sigue habiendo “rojos” que niegan las chekas y las matanzas indiscriminadas que también cometieron—, a lo que añadiría que era lo que había que hacer. Parece ser que no hubo nunca una dictadura, que no hubo presos políticos —unos cuantos liberales acabaron en la trena, así como hijos de/e ilustres falangistas—, que no se reprimía a nadie, que no se iba por las casas a dar de hostias a uno señor de setenta años que había sido de UGT, ni nada de eso.

Ha sido, cuando menos, ilustrativo que muchísimos historiadores y pensadores de derechas le hayan dicho de todo menos inteligente. Se lo han puesto a huevo al vividor Patxi López (el que fue a la universidad para pasearse por el campus) para afirmar que se hace apología del franquismo y que Vox es franquismo. No negando que haya bastante franquistas en Vox, porque gilipollas hay en todos lados, la realidad es que Vox no sabe ni lo que es. Por las mañanas es identitario, por las tardes es libertario y a la noche conservador. Perdón, algunos sí saben qué es Vox, un grupúsculo para que se forren cuatro.

El chaval es buen “hijo tonto” de Aguirre, no pensar demasiado y decir muchas tonterías que ya se encargarán los medios subvencionados de tapar los errores (¿A que sí Bieito?) y elevar a los altares cualquier idiotez u ocurrencia con sentido. Aunque si se piensa bien, los hijos tontos de la lideresa han podido colocarse mejor y llenarse el bolsillo abundantemente sin caer, de momento, en la corrupción. Tan solo haciendo el tolili. ¿No será que los tontos eran los otros y estos son los menos tontos? En todo caso, una parte de esa clase política que genera tanto asco a la población no polarizada.

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