Eso deben estar preguntándose los votantes de la formación naranja. ¿A qué va Albert Rivera al Congreso? Pues salvo a montar el guirigay cada vez que acude poco más. En ningún momento le escucharán defender principios liberales, si es que sabe qué es ser liberal más allá del cliché espectacular y electoral, ni hablar del tema concreto que se debate en ese mismo momento, como le pasó ayer en el parlamento español. Se hablaba de la Unión Europea (o temas internacionales que tienen importancia en este mundo global) y a eso le ha dedicado tres frases. Sí. Ni más, ni menos. Y lo peor es que son tres frases que visitan los lugares comunes y que contradicen lo que está haciendo su partido en las comunidades donde comparte poder y allende las fronteras.
Para Rivera el parlamento es la justificación semanal para poder acudir a los programas de televión de la mañana a dar la tabarra con su discurso populista. Ayer, día de la Diada, como no podía ser de otra forma, el dirigente naranja aprovechó para hablar de su tema favorito “¡Que malos son los independentistas!” (esos con los que pacta el sanchismo, como coletilla). En cuanto cruza las puertas del parlamento rápidamente habla de ETA, independentismo, sanchismo o lo mal que está España al no tenerle a él mandando. Si él gobernase todo sería perfecto, como su partido que no acepta a personas gordas y feas, y el maná caería del cielo para saciar al pueblo español. Aunque la realidad es que cada día que pasa a Rivera se le está poniendo cara de Salvini. Con un añadido que no tiene el italiano, a Rivera le han puesto la cruz desde la clase dominante por no hacer caso a quienes le han puesto ahí.
“Los catalanes decentes que cumplen la ley no pueden celebrar la Diada” ha dicho Rivera. Lo que no ha dicho es si siente que aquel 11 de septiembre se constituyó el pueblo catalán como distinto en todo al español. Algo que sería una contradicción con su discurso españolista. Igual le apetece celebrar el Aberri Eguna que es similar y lo tiene escondido en su fuero interno. La verdad es que la Diada le importa un pimiento almeriense, lo que quiere es meter el dedo en la llaga e inocular odio contra todas esas personas que no piensan como él. No tolera a todas esas gentes que no siguen lo que ha ideado junto a su comandita naranja de “intelectuales”. Como Franco no toleraba a los rojos, judíos y masones, por ejemplo. Es el mismo mecanismo mental que lleva inmanente el totalitarismo. Ya le ha dicho Sánchez que le quitan ETA y el 155 y su discurso se queda vacío.
Vacío como lo que ha manifestado respecto al tema a tratar. “No sólo hay que copiar y pegar lo que hace la Comisión Europea, sino preocuparse también de sectores como la agricultura, la automoción o los derechos y libertades de quienes viven en el Campo de Gibraltar” ha dicho sin que se le caiga la cara de vergüenza. Él, que viene apoyando todos los tratados comerciales firmados por la UE y que han perjudicado al campo español, tiene la cara de pedir al presidente del Gobierno que se rebele contra la Comisión Europea. ¿Cuándo ha protestado Rivera por el boicot de EEUU a la aceituna de mesa española? Ni una sola vez, si es que sabe que existe, porque Ciudadanos está a lo que diga el Imperio. ¿Cuándo ha protestado por el veto de Rusia a los productos españoles que tanto perjudican a Almería por no salirse ni una coma de los deseos de Trump? Mudo. ¿Cuándo se ha preocupado de lo agrícola en toda su vida? Realmente de Europa le preocupa que la Euroorden no sirva para meter a Puigdemont en la cárcel, el resto que hagan lo que quieran que él lo firma, pegando codazos si hace falta para hacerse la foto.
Por suerte para la población española a Rivera le quedan dos telediarios de seguir negándose a pactar con Pedro Sánchez. Para la clase dominante es culpa suya que a día de hoy no haya un gobierno estable con suficiente mayoría para lo que ha de venir, una nueva crisis económica. Que apoyen ahora a Podemos es circunstancial, porque les interesa quemar a toda la izquierda. Pero viene derivado de la negativa de Ciudadanos a juntarse con el presidente del Gobierno y no querer acordar con Pablo Casado en España Suma. Si hay elecciones, como parece, piensan aguantarlo por si hay suerte y las tres derechas suman, pero una vez que pasen y Rivera y su alegre muchachada vuelvan a no querer juntarse con el PSOE (si diese la suma), le notificarán el despido sin indemnización. Y no le quedará otra que volver a La Caixa.