No es la primera que se hace esta afirmación en estas páginas, ni será la última, Vox no es católico pese a lo que quieran decir. Apesta a herejía por los cuatro costados, da igual luteranismo, que calvinismo, que evangelismo estadounidense, toda su posición religioso-moral acaba en algo distinto al catolicismo, esto es, a la Iglesia católica, la única verdadera y fundada por Jesucristo. Lo intentan constantemente, incluso sacan a pasear a numerosas personas que están vinculadas al Opus Dei para aparentar ser muy mucho católicos pero al final del camino, como si se golpease constantemente un yunque, aparece la herejía.

Santiago Abascal se sorprendía, en una entrevista en uno de sus medios preferidos —no se atreve con otros más independientes, y no no son ni El mundo, ni El país—, de la posición de la Conferencia Episcopal Española respecto a la libertad de la práctica religiosa. En este caso de islámicos que querían celebrar sus cosas de islámicos en un polideportivo municipal y les ha sido prohibido por cuestiones religiosas —las sanitarias hubiesen tenido mucho sentido—. No le han gustado las palabras de los obispos —incluso sus comandos de analfabetos en redes sociales han querido hacer ver que eso de las Conferencias Episcopales es una cuasi herejía del «maldito» Concilio Vaticano II, olvidando la tradición y luchas de los obispos «nacionales» en la edad media, por ejemplo—.

Más allá de defender lo que viene en el artículo segundo de la Constitución Española —tampoco les gusta la constitución, cierto—, han defendido la doctrina católica de la tolerancia. El undécimo mandamiento expresado por el propio Dios en boca de Jesucristo «amaros los unos a los otros como yo os he amado». No dijo «amaros los unos de un solo tipo a los otros de un solo tipo», no, era un amor completamente abierto al otro, porque sin el otro no hay un yo posible y que camine hacia la salvación. Es como el meme de Spiderman donde aparecen dos o tres y se señalan entre todos, amar sólo a los que son como yo, ergo yo mismo, no es esa donación completa de la persona hacia el otro. Igual no se han leído esa parte de la Biblia y se quedan con las partes de las guerras y el fuego del Antiguo Testamento, igual.

Para no parecer que esto lo ha escrito Sacerdos ad Aeternum —que tampoco le gusta a los voxeros—, nada mejor que recurrir a los teólogos y no los más progres precisamente. El cardenal Angelo Scola habla de una «nueva laicidad» que consistiría en un «espacio, ciertamente no confesional, en el que, sin olvidar la tradiciones, cada uno pueda aportar su propia contribución a a edificación del bien común y respetuosa de la confrontación y del reconocimiento» Esa confrontación se lleva a cabo entre secularistas/laicistas radicales y religiosos, es decir, permitir que lo religioso esté plenamente asumido en la esfera pública, en toda la esfera pública. De ahí que lo principal sea el reconocimiento del hecho religioso pues los no creyentes deben reconocer «el beneficio que toda religión aporta a la comunidad» —en Buenas razones para la vida en común, Editorial Encuentro—. Al final es poder hacer que la fe se haga cultura, como afirmaba Juan Pablo II.

¿Les parece mal? Habrá que escuchar a Benedicto XVI. «La intangibilidad de la dignidad humana significa también que esta dignidad vale para todo ser humano, esta dignidad vale para todo el que tenga rostro humano y pertenezca biológicamente a la especie humana» —en La nueva Europa. Identidad y misión, Biblioteca de Autores Cristianos—. Esto supone que la Iglesia católica atiende a cualquiera que necesite ayuda sin mirar el credo que profese, ergo, no se defiende la inmigración per se para conseguir paguitas —como las que ha estado trincando Abascal, por cierto— sino que actúa siguiendo la doctrina fundamental del catolicismo. ¿Supone eso un relativismo moral y social? No. Ni la CEE, ni la Iglesia católica en sí se han escondido al hablar del peligro que supone el islamismo radical y el terrorista, sino que si están pidiendo que en todos los países, principalmente asiáticos e islámicos, exista esa libertad religiosa que profesan.

La tolerancia no es cualquier tipo de multiculturalismo à la woke pues, como bien sabía el papa Ratzinger, «la multiculturalidad, que es alentada y favorecida continuamente y con pasión, a veces es sobre todo abandono y rechazo de lo que es propio, huida de las cosas propias. La multiculturalidad no puede subsistir sin constantes en común, sin puntos de orientación a partir de los valores propios», por ello cuando defienden el derecho del otro a manifestar su posición, está defendiendo el propio derecho a mantener lo propio. Por supuesto que a la Iglesia le encantaría que toda Europa fuese cristiana, católica, pero eso no es posible porque la verdad no se impone por la fuerza —como bien aprendieron en la práctica—.

Para Abascal el catolicismo no es la Verdad que debe ser llevada al otro sino una cosa útil a sus intereses particulares y/o partidistas. Ante ese cristianismo utilitario decía Benedicto XVI: «Allí donde se sitúa la utilidad por encima de la verdad, vemos que el hombre se convierte en esclavo de la utilidad y de los que pueden decidir acerca de lo que es útil» —Fe, verdad y tolerancia, Ediciones Sígueme—. Para los voxeros de todo pelaje, lo católico no es más que un útil para poder llegar a fines que no son compatibles con la doctrina católica, quieren decidir lo que es útil en lo católico mediante la construcción de una teología política que, como sucedió con la Teología de la liberación, estaba prostituida por algún tipo de ideología. En realidad una teoría del poder revestida de supuestos principios morales-religiosos pero que no es más que poder. Romano Guardini ya prevenía sobre ello: «Estar en posesión de un poder que no se encuentra determinado por la responsabilidad moral y dominado por el respeto a la persona, significa sencillamente la destrucción de lo humano» —El poder, Ediciones Cristiandad—.

Este tipo de «teología política» que gusta practicar en Vox no es más que las traslación de lo que viene sucediendo en EEUU desde hace años y, últimamente, en numerosos países latinoamericanos, así como en países excomunistas. Para ocultar que se está al servicio de intereses nada patrióticos y bastante globales se acaba por adoptar tradiciones rancias, nacionalcatolicismo —que es más nacional que católico—, todo ello con un ansia suprema por el capitalismo como único mecanismo de equilibrio social. Algo que desde León XIII ha rechazado la Iglesia católica. De ahí les viene su deriva protestante. Si te va mal en la vida es porque dios no ha querido que seas así y debes ser, entonces, esclavo del sistema pero sin quejarte porque eso es de rojos y contrario al designio divino. Una teología política que tiene poco de teología y mucho de política, de teatro con máscaras. Tras aniquilar Nietzsche a dios, estos pseudocatólicos lo han sacado de su tumba y van paseando la momia como si fuese a llover.

La Iglesia católica no cree en una teología política en sí, clara y definida pues los católicos, mientras que en lo fundamental estén unidos, en otros aspectos pueden divergir y participar en diversas áreas «ideológicas», pero que existen, existen. Ahí tienen a la Radical Orthodoxy con magníficas aportaciones de autores y pensadores católicos que no se parecen en nada a lo que expresan todos los voxeros. Ni por asomo pese a autocalificarse de tradicionalistas algunos de ellos —el anglicano John Milbank, por ejemplo—, pero es una teología política donde lo católico/cristiano no impone nada sino que se presenta con toda la libertad del mundo para impedir la completa secularización y debatir hasta en el mundo de las ciencias sociales. El cristo-materialismo de Gustavo Bueno y seguidores en realidad tiene poco de Cristo y mucho materialismo. ¿Quiere esto decir que el Islam no preocupa a la Iglesia católica? Claro que le preocupa y mucho, pero el camino del diálogo y no del venderse a la espada del emperador le parece mejor, hasta que haya que coger la espada del pontífice, porque, como dice Diego Garrocho en Moderaditos (Debate), la mansedumbre no es tragar con todo.

Y lo de recurrir a la pederastia en la Iglesia… ¿qué decir? Es más probable, por porcentajes, que haya más pederastas en Vox que en la Iglesia. Salvo que en Vox les parecerá que «las visten como putas» o «si hay consentimiento…», mientras que para la Iglesia es un completo escándalo y vergüenza que eso suceda. Es el recurso fácil y evangélico de Abascal. Si los rumores fuesen ciertos, el supuesto catolicismo de Vox es sedevacantista, no reconocen lo que la Iglesia es.

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