Este fin de semana se ha conocido que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha sido reelegida secretaria general del PSOE-A al ser la única candidatura que obtuvo los avales suficientes. Esto supone un conflicto ético, o más bien estético y de poder, para los sanchistas andaluces. Aquellos que tras el recuento de las primarias del PSOE pedían sangre y la cabeza de Susana. Siguiendo su propia lógica mental, que igual ni es lógica, ni mental, sino visceral, la elección de los delegados debería seguir su propuesta de 50-40-10. Esto es, como sólo Díaz ha obtenido los avales suficientes, debería tener el 100% de los delegados congresuales.
Cuando en política se trabaja con apisonadoras y con deliberación y diálogo pasan estas cosas, vas de listo y te acaban dando con un tablón en los dientes. El sanchismo andaluz debería quedarse en su casa durante el próximo mes y dejar que el susanismo elija libremente delegados, ejecutiva y su parte del Comité Director. El primero Gómez de Celis y luego el alcalde de Dos Hermanas y demás antisusanistas. Porque no es que sean sanchistas, es que son antisusanistas que es una cuestión bien distinta y, por ello, deben estar ahora rumiando cómo amargarle el Congreso a la sevillana.
Si no acudiesen, que es complicado porque les gusta una foto con el puño arriba, ese que llevan décadas sin levantar, más que a un niño un helado, tampoco pasaría nada. Están velando armas y guardando el odio que llevan dentro para los congresos regionales. No es que exista un pacto entre Díaz y Sánchez, porque en la famosa reunión de seis minutos no se articuló ningún pacto sino “esto son lentejas”. Sólo pidió Díaz, desde los medios de comunicación, que se dejasen tranquilos a los territorios. El sanchismo no ha presentado batalla porque, al menos, saben contar y se sabían derrotados. Y comenzar la era sanchista con otra derrota más traería recuerdos, que se quieren borrar, del pasado. El de Sánchez perdedor de elecciones.
Se espera que la batalla se plantee en los territorios por tanto. En especial tienen fijada Málaga entre ceja y ceja el sanchismo. Eso de que Heredia, con mucha razón y poco lenguaje correcto, dijese que para hablar del partido internamente una diputada (“la hija puta esa”) debía afiliarse lo llevan clavado a fuego en las carnes. El sanchismo, con su carácter bonapartista y populista, copia lo malo. Y entre lo malo está en tomar cualquier crítica como si fuese la mayor ofensa hecha a la humanidad. Por tanto, Málaga será uno de los centros de combate, como Almería, Huelva o, incluso, Sevilla.
¿Por qué esperar? Porque quieren ganarle a Díaz las provincias y desde ahí hacerle la oposición interna hasta verla hundida y derrotada. En la conformación del aparato sanchista (¿pensaban que las bases iban a impostar?), se quiere en Andalucía hacerse con el poder en las provincias y controlar desde allí el Comité Director y el Comité Federal. Cuestión bien distinta es que el susanismo se deje. Según nos comentan fuentes internas del PSOE-A “si quieren guerra la tendrán” y la perderán advierten algunos.
El problema es que con estas batallas “a muerte” Andalucía puede convertirse en una isla dentro del socialismo español. Y habría que valorar qué repercusiones tendría en el voto en las distintas elecciones. Igual a Susana la apoyarían mayoritariamente y a los demás no. Cuando se juega con fuego, te puedes quemar.