Las elecciones generales de 2000 ofrecieron al Partido Popular una mayoría absoluta enorme. Dijeron que se refrendaba la buena acción de gobierno de José María Aznar y su presencia en los foros internacionales. A ello habría que sumar la incomparecencia del PSOE con esa extraña alianza con IU y el pobre cartel con Joaquín Almunia quien se cargó por el camino a Josep Borrel, elegido en las primera primarias de los socialdemócratas. Pero, después de las afirmaciones al diario El mundo ¿no cabría sospechar que algo sabe sobre la forma de adulterar unas elecciones pasando por encima de todos los controles democráticos?
En una entrevista, donde dibuja un futuro apocalíptico, Aznar ha señalado a Pedro Sánchez como el mayor peligro para la democracia, capaz de hacer involucionar el sistema y transformarlo en una confederación plurinacional. ¿No es ya una confederación plurinacional de «Pujol enano, habla castellano»? Cuando no se tiene ni idea de ciencia política pueden pasar estas cosas, pasar por altos ciertos matices constitucionales que se olvidan y se utilizan para desarrollar teoría conspiranoicas. Y de conspiraciones sabe un montón Aznar el de «las armas de destrucción masiva» y «ha sido ETA».
Sin embargo, esto ha tenido menos repercusión que su la siguiente frase: «Cuando uno es capaz de adulterar unas elecciones en su partido, ¿por qué no va a ser capaz de alterar unas elecciones generales?». Cuatro votos metidos de estranjis en una urna no es adulterar las elecciones primarias de un partido, algo que sabe bien porque en el suyo se rellenan las urnas cuando no acuden muchos afiliados a votar al único candidato. Peor hubiese sido que gracias a donaciones y las tarjetas de crédito de algún potentado se hubiesen dado de alta a numerosos afiliados pagando un solo euro para votar a Sánchez. Y eso no ha pasado ¿o sí? Lo que no queda claro es cómo puede saber el ex-presidente la forma de alterar elecciones.
Vayamos con las suposiciones de los conspiranoicos e imbéciles de las redes sociales. El voto por correo puede manipularse a una escala muy baja, un pueblo, siempre y cuando haya conchabeo del trabajador de Correos. Si en España hay unas cinco mil oficinas de Correos y en muchas operan más de dos trabajadores, igual habría que comprar a mucha gente sin que se supiese. O se podrían robar todos los votos y cambiarlos por otros pero sin saber quiénes han votado por correo es complicado. «Es que las últimas elecciones hubo mucho voto por correo y eso es sospechoso» dicen los conspiranoicos e imbéciles. ¿En qué fecha se celebraron? En pleno verano, con muchas personas ya de vacaciones o en sus lugares de residencia veraniegos. No dan para más.
Segunda opción, que también es de las favoritas de conspiranoicos e imbéciles —de esos que han visto cómo las zapatillas con rosca para los cordones son su salvación—, Indra manipula los datos. En España hay más de sesenta mil mesas electorales, la cuales son cubiertas al 99% por PP y PSOE con apoderados o interventores. Hay más de ciento ochenta mil ciudadanos elegidos por sorteo que son miembros de esas mesas, cuentan el voto y firman las actas electorales. Por encima de ellos hay 303 juntas electorales de zona, 50 juntas electorales provinciales y la junta electoral central. Indra podría ofrecer unos datos distintos mediante un hackeo de sus ordenadores o por indicación de Sánchez, sí. Pero los datos correctos están en las actas las cuales son verificadas por los demás partidos, las personas que están en las mesas electorales y los jueces que cotejan los datos.
¿A cuántas personas habría que sobornar para dar un pucherazo? Esto incluye a los apoderados del PP, de Vox, de Sumar, de Podemos y de Falange. El PP sabe casi al instante el resultado de todas las mesas según van cerrando, ¿cómo callar al principal partido y aspirante a gobernar? Indra podría decir misa, pero las actas son las que son. Por lo tanto, los resultados tampoco pueden manipularse por este camino. Entonces ¿a qué tipo de alteración desconocida, igual sólo lo saben los presidente de gobierno, podría acogerse Sánchez según dice Aznar? Salvo un golpe de Estado, para el que no se necesitan elecciones, no cabe posibilidad de ello. ¿Por qué habla así el ex-bigotitos?
Aznar es el «hombre de EEUU» para España. O al menos lo era durante buena parte del siglo xxi. Además de los lobbies sionistas que ha promovido y de los que participa, se le ha vinculado a organizaciones (NED) del gobierno estadounidense que se dicen vinculadas a la CIA. Últimamente se le ha visto —así lo pone en su página web— con ciertos personajes del evangelismo político, algunos de ellos pertenecientes a La familia —lean el magnífico libro de Jeff Sharley sobre ello y que ha editado Capitán Swing en España—, una especie de yunque yanqui donde su única prioridad es controlar todos los mecanismos de poder. En su ideario, además de ejecutar el reino de dios —en minúscula porque Dios no creo que participe de estas cosas—, son los principales promotores de la destrucción de los procedimientos democráticos y de las bases que lograron, tras la segunda guerra mundial, el auge de occidente.
Aznar no está sino haciendo lo que hacen en otros países, gritar como posesos que se va a acabar la democracia, los valores propios, la nación o lo que se les ocurra con cierto gancho político, para hacerse con el poder y ponerlo al servicio de intereses económicos nada nacionales. No, estos no son los populistas à la Meloni, son otra cosa. Que Sánchez es un ególatra, un chisgarabís, un mierdecilla, un entregado, un lo-que-quieran-llamarle con corrupción hasta las cejas, sí. Ahora bien, que pretenda hacerse dictador y tenga la capacidad de alterar las elecciones, ni de cerca. De hecho ya le pillaron cuando aquella urna oculta con votos detrás de unas cortinas.
Que tiene aura de dictador, sin duda, miren lo que ha hecho dentro del PSOE donde no queda ni rastro de democracia interna, pero que sea capaz de instaurar una dictadura es prácticamente imposible. Entre otras cosas por incompetencia manifiesta. Vamos a ver, ¡que en todas las que ha hecho le han acabado pillando! Aznar con esas palabras no quiere acabar con Sánchez en sí, no quiere que Alberto Núñez Feijoo sea presidente, no, quiere controlar ciertos resortes del poder, de ahí sus buenas palabras con algunas personas de Vox, por su centro revolucionario, para seguir trincando. Ha visto que zapatitos se está forrando a lo grande y él quiere su tajada y servir a sus amigos bandeja de oro para hacerse con la riqueza de España. Y para ello nada mejor que recurrir al lenguaje, que tanto le gusta, del evangelismo estadounidense. Salvo que conozca una forma de manipulación y ya la utilizara en 2000. ¿La conoce señor Aznar?