«Es que los anticholistas esto…», «Es que los cholistas lo otro», es que parece que ya no se pueden criticar los partidos del Atlético de Madrid sin posicionarse o hacer banderías. Y sí, se puede porque esto no es nuevo, porque esto viene arrastrándose de varias temporadas, porque aquí culpables muchos, porque al final se busca cualquier excusa para no decir las cosas claras.
Como el Cholo Simeone ha dicho que se ha equivocado y que ha tomado nota, parece que ya no se puede criticar nada. Salvo que se ha equivocado en los cambios, el resto ya no es criticable porque se jugó bien el primer tiempo. Se llevan tantos años jugando mal, en términos generales, que lo de ayer, claro, parece el maná del cielo. Y en realidad se controló muy bien el partido pero se generó poco, muy poco. Ese tramo del partido fue como el guardiolismo exagerado de posesiones infernales pero que no llevan a nada hasta que le daba a De Bruyne por chutar de fuera del área —¿ha comentado el cuerpo técnico que no está prohibido a los jugadores?—.
Lo peor del Cholo no fueron los cambios, pueden salir bien o mal, lo peor es ese empeño en emperrarse en cuestiones deportivas, en manías, en jugadores que vienen lastrando al equipo los últimos tres años. El año pasado se fue tercero apurando casi hasta el final —bien es cierto que el Bilbao tuvo numerosas ayudas arbitrales, como ya se ha visto en este comienzo de liga—, pero es que el año anterior se fue cuarto frente al Girona. Ese fútbol infumable, ese no saber los centros laterales, ese no tener claras las marcas defensivas a balón parado, no es de ayer, no, es de hace tiempo. ¿Lo entrenan o se dedican al mate y los asados?
Ayer fue el primer partido y es seguro que alguna jerarquía mal entendida ha querido mantener el Cholo y su equipo técnico —¿hacen algo?, ¿algún periodista podría explicar qué hacen en los entrenamientos?—, pero es que hay jugadores que deberían haber salido y se quedan por a saber qué. El marido de Érica, que contra equipos andando metió dos goles en pretemporada, no está para jugar ni quince minutos de calidad y menos si tiene que ser centrocampista. ¿No lo ven como el resto de mortales? Le pegó el viejazo en las Navidades pasadas y se acabó el jugador, al menos, para jugar en un Atlético de Madrid que aspira a mucho más. Si no es capaz de cubrir una ausencia o unos minutos de Almada, mejor que vaya buscando piso en Nueva York.
Gallagher, por lo que sea, no le gusta mucho pero como no hay nadie más le pone —por cierto, que en un grupo con tantos amigos de los talismanes y demás zarandajas no se hayan dado cuenta que el inglés es talismán, pese a que no juegue perfecto…—, para quitarle inmediatamente. ¿Eso es gestión de vestuario? Y no es de ayer, lo ha hecho en otras ocasiones. ¿Como les zumbaron en las Malvinas se venga de los ingleses así? ¿La campañita de la directiva con sus amanuenses contra el guiri se suma a los cambios? Con lo fácil que es hablarlo. Alguno, para disculpar al entrenador, decía que es que estaba agotado…
Por cierto eso del agotamiento hay que explicarlo. Baena no ha jugado Mundial del Clubes ¿hay que cambiarlo por cargas y no puede jugar 80-90 minutos? La banda derecha, que ayer, y los demás días de pretemporada, estuvo nefasta, ¿no tienen reparto de cargas? ¿Dónde queda esa jerarquía del balón y el campo? Los nuevos fuera porque no los conozco a pesar de que lo hacen bien y saco a otros que sí conozco, mantengo a los cojos si hace falta y me salto todo lo que hizo del cholismo algo bueno. Porque el cholismo no es lo que se viene viendo desde hace tres años. Hace un año, el julio, ya se pidió en estas páginas que volviese a ser el Cholo de antes, del que paga al que lo merece; este año también se ha deslizado en algún que otro artículo; se llega al primer partido y… ¡¡¡agua!!! El problema no han sido en sí los cambios sino la pérdida de cholismo que se nota cada partido.
Y sobre esto se esconde Miguel Ángel Gil Marín. Simeone ha sido su parapeto muchos años, pero tres años de sacarse los ojos cansa al más fiel Sí, han hecho fichajes después de descapitalizar al equipo durante años. Lo peor de todo es que, a ojos de cualquiera, no se han hecho todos los necesarios o no se han cubierto todos los puestos. De momento se fueron ocho y sólo han venido siete, con uno que no ha entendido nadie como Raspadori —ninguna culpa tiene el chaval—, pero plantilla cerrada y a tirar con cojos, prejubilados y gente que no le gusta al entrenador por no se sabe bien qué. Si no quieren a Sørloth, se lo podrían haber dicho hace tiempo y no putearle en el campo y en la prensa. Pese a ser el pichichi en la última Liga, parece que no les gusta porque coge salmones con las manos y no hace bailecitos raros o toma mate.
Ha hecho lo de siempre, trae uno o dos buenos y el resto saldos, apaños con colegas y ofertas de mercadillo. Al final, cuando puedes vender algo son los buenos o los que te han salido buenos y te quedas con los saldos o los rodillas raras. Así ha construido un equipo que ha ido trampeando como ha podido estos últimos años porque el resto de equipos de La Liga son aún peores por los controles financieros. Al final no se sabe si las decisiones finales técnicas las toma el entrenador o la secretaría técnica, o es un «unos tú y otros yo» que destrozan la plantilla. Y, claro está, luego la no exigencia a los jugadores porque les da miedo pagar primas por títulos y al entrenador porque es el portavoz y parapeto de Gil. De ahí que, viendo la decadencia del Cholo, cualquiera se pregunte si habría alguien capaz de ser parapeto y tener los mismos resultados.
Desde luego lo que ha construido el Cholo es muy grande. Ha devuelto el ánimo de ganar a una afición desencantada por el gilismo. Cuando había choladas y se exponían sus manías se tapaban porque aquello de que el campo dictaba sentencia con los jugadores, los cuales podían pasar de titulares a la grada se mantenía. Hoy parece otra cosa muy distinta. Parece que los que le gustan, y no por sus cualidades futbolísticas, están en el campo, no tienen repartos de cargas y no pasan por el cholismo. Da igual que sea Giuliano —que como él mismo ha reconocido tiene numerosas carencias técnicas—, que sea Giménez —al que se consiente todo—, que sea el no-añorado De Paul.
Si ese Cholo no vuelve o está agotado, sí, mejor que venga otro. Y que se vaya Gil al mismo tiempo. A Luis Aragonés —¡pónganse en pie!— se le atizaba bastante más que al Cholo. Con broncas hasta en los descansos, aunque también se le aguantaban algunas luisadas, pero en cuanto bajaba el rendimiento… iba fuera. Porque lo que sucedió ayer en Barcelona no es una cuestión meramente táctica-técnica sino de carácter, gestión y cansancio. No se entrenan ciertas cosas porque ya parecer que da igual todo y sus ayudantes están muy cómodos haciendo rasquin-boling. El entrenador pasa de lo que diga el campo salvo con algunos a los que marca. Ya no hay carácter en el equipo para revelarse porque los más veteranos son unos tiernos. Se ha instalado una especie de buenismo dentro que no es nada bueno. Y se llevan dos años y medio ahí. Normal que la afición, pese a ser el primer partido, esté hasta los dídimos. No hagan trampas con lo del primer partido, hay un tumor que hay que extirpar sí o sí. El mejor cirujano es quien lo tiene que hacer, pero si no se ve capaz, que pase el siguiente.
Por cierto, se avisó del gafe del pantalón rojo y nadie hizo nada en la SAD.